La hazaña lograda por Ciro Guerra con su película ‘El abrazo de la serpiente’ el pasado jueves 14, es sin duda una noticia que llena de orgullo no solo a sus coterráneos del Cesar sino a toda la industria cinematográfica de Colombia, ya que históricamente ningún filme nacional había llegado hasta esas instancias. El hecho […]
La hazaña lograda por Ciro Guerra con su película ‘El abrazo de la serpiente’ el pasado jueves 14, es sin duda una noticia que llena de orgullo no solo a sus coterráneos del Cesar sino a toda la industria cinematográfica de Colombia, ya que históricamente ningún filme nacional había llegado hasta esas instancias.
El hecho además de poner a nuestro país y a sus realizadores en la mira de las grandes productoras del séptimo arte mundial, se traduce como un reto para que la industria mantenga un alto nivel en las producciones próximas en cartelera. Es un reconocimiento que viene acompañado de un enorme compromiso y una gran responsabilidad.
Los beneficios de la Ley 814 de 2003 o mejor conocida como ‘Ley de Cine’ son palpables. Hace poco más de diez años en el país se rodaban alrededor de tres películas anuales, lo cual no indica que las tres vieran la luz pública. En los últimos años estas cifras se han multiplicado de tal manera que se han llegado a estrenar más de 30 filmes por año. La famosa ley busca aumentar el desarrollo fílmico y la oferta de películas en el país, bajo tres estrategias: primero, la creación del Fondo de Desarrollo Cinematográfico FDC, entidad administrada por ProImágenes.
Básicamente se encarga de financiar cada año en forma no reembolsable, proyectos cinematográficos nacionales en todas sus etapas pasando desde el desarrollo de guiones y proyectos, producción, postproducción, hasta las de promoción distribución y exhibición. Una segunda estrategia radica en la utilización del territorio nacional para la filmación de películas extranjeras y nacionales, y por último, algunos beneficios tributarios bajo el registro para tener el reconocimiento como proyecto cinematográfico nacional.
Si nos situamos en el departamento del Cesar, tendríamos que decir que poco se ha hecho para estimular la producción cinematográfica. Aún no se ha entendido que el cine es un producto cultural y que por ende, su contenido es una representación de su mundo y de sus componentes. En cualquier parte del mundo el cine es considerado como un medio clave para observar la cultura, su cotidianidad, la manera de pensarnos y construirnos, menos en el Cesar. Uno de los pocos departamentos de Colombia que no ha sido capaz de crear el Consejo de Cinematografía, tarea de la administración departamental.
¿Pero qué es un Consejo Departamental de Cine? No es otra cosa que un ente consultor que asesora a las Secretarías o Institutos de Cultura, a los consejos de planeación y al CNACC sobre las políticas en materia audiovisual y cinematográfica, correspondientes con las realidades regionales de cada departamento o distrito. Y no es difícil de crear, en el Cesar solo ha faltado voluntad política porque recurso humano interesado y preocupado por su creación, está.
Con la nominación a los premios Óscar de Ciro Guerra y su película, algunos gobernantes y entes privados saldrán a sacar pecho por el logro obtenido por del hijo de Río de Oro cuando antes no se le dio importancia a su trabajo, cuando ni siquiera se le dio a sus coterráneos la posibilidad de ver su maravilloso filme en los teatros locales.
En Valledupar y el Cesar, el deseo de contar buenas historias y que las gentes se vean reflejadas en ellas, está más vivo hoy que nunca; la necesidad de saberse participes de obras de gran valor cultural, que identifican a sus participantes como región y que los den a conocer ante el mundo.
Lo cierto es que con esta nominación crecen las esperanzas para el sector y para la cultura en general. Se espera que los gobernantes de turno dirijan su mirada a la cultura, que la vean como un motor de desarrollo para nuestro territorio, es el momento justo para que sus administraciones incluyan políticas que en verdad favorezcan a la cultura y todas sus manifestaciones en los planes de desarrollos que guiarán la ruta del Cesar en los próximos cuatro años; que en realidad nazca un interés genuino por estimular la producción cinematográfica y audiovisual en el departamento.
La hazaña lograda por Ciro Guerra con su película ‘El abrazo de la serpiente’ el pasado jueves 14, es sin duda una noticia que llena de orgullo no solo a sus coterráneos del Cesar sino a toda la industria cinematográfica de Colombia, ya que históricamente ningún filme nacional había llegado hasta esas instancias. El hecho […]
La hazaña lograda por Ciro Guerra con su película ‘El abrazo de la serpiente’ el pasado jueves 14, es sin duda una noticia que llena de orgullo no solo a sus coterráneos del Cesar sino a toda la industria cinematográfica de Colombia, ya que históricamente ningún filme nacional había llegado hasta esas instancias.
El hecho además de poner a nuestro país y a sus realizadores en la mira de las grandes productoras del séptimo arte mundial, se traduce como un reto para que la industria mantenga un alto nivel en las producciones próximas en cartelera. Es un reconocimiento que viene acompañado de un enorme compromiso y una gran responsabilidad.
Los beneficios de la Ley 814 de 2003 o mejor conocida como ‘Ley de Cine’ son palpables. Hace poco más de diez años en el país se rodaban alrededor de tres películas anuales, lo cual no indica que las tres vieran la luz pública. En los últimos años estas cifras se han multiplicado de tal manera que se han llegado a estrenar más de 30 filmes por año. La famosa ley busca aumentar el desarrollo fílmico y la oferta de películas en el país, bajo tres estrategias: primero, la creación del Fondo de Desarrollo Cinematográfico FDC, entidad administrada por ProImágenes.
Básicamente se encarga de financiar cada año en forma no reembolsable, proyectos cinematográficos nacionales en todas sus etapas pasando desde el desarrollo de guiones y proyectos, producción, postproducción, hasta las de promoción distribución y exhibición. Una segunda estrategia radica en la utilización del territorio nacional para la filmación de películas extranjeras y nacionales, y por último, algunos beneficios tributarios bajo el registro para tener el reconocimiento como proyecto cinematográfico nacional.
Si nos situamos en el departamento del Cesar, tendríamos que decir que poco se ha hecho para estimular la producción cinematográfica. Aún no se ha entendido que el cine es un producto cultural y que por ende, su contenido es una representación de su mundo y de sus componentes. En cualquier parte del mundo el cine es considerado como un medio clave para observar la cultura, su cotidianidad, la manera de pensarnos y construirnos, menos en el Cesar. Uno de los pocos departamentos de Colombia que no ha sido capaz de crear el Consejo de Cinematografía, tarea de la administración departamental.
¿Pero qué es un Consejo Departamental de Cine? No es otra cosa que un ente consultor que asesora a las Secretarías o Institutos de Cultura, a los consejos de planeación y al CNACC sobre las políticas en materia audiovisual y cinematográfica, correspondientes con las realidades regionales de cada departamento o distrito. Y no es difícil de crear, en el Cesar solo ha faltado voluntad política porque recurso humano interesado y preocupado por su creación, está.
Con la nominación a los premios Óscar de Ciro Guerra y su película, algunos gobernantes y entes privados saldrán a sacar pecho por el logro obtenido por del hijo de Río de Oro cuando antes no se le dio importancia a su trabajo, cuando ni siquiera se le dio a sus coterráneos la posibilidad de ver su maravilloso filme en los teatros locales.
En Valledupar y el Cesar, el deseo de contar buenas historias y que las gentes se vean reflejadas en ellas, está más vivo hoy que nunca; la necesidad de saberse participes de obras de gran valor cultural, que identifican a sus participantes como región y que los den a conocer ante el mundo.
Lo cierto es que con esta nominación crecen las esperanzas para el sector y para la cultura en general. Se espera que los gobernantes de turno dirijan su mirada a la cultura, que la vean como un motor de desarrollo para nuestro territorio, es el momento justo para que sus administraciones incluyan políticas que en verdad favorezcan a la cultura y todas sus manifestaciones en los planes de desarrollos que guiarán la ruta del Cesar en los próximos cuatro años; que en realidad nazca un interés genuino por estimular la producción cinematográfica y audiovisual en el departamento.