Se inicia un nuevo mandato otorgado en las urnas, un valioso aporte de la democracia; en los casos de la Alcaldía de Valledupar y de la Gobernación del Cesar, el respaldo fue contundente e inapelable, el pueblo cumplió. Pero desde ahora, el compromiso corre por cuenta de los mandatarios elegidos. Son ellos quienes deberán conjugar […]
Se inicia un nuevo mandato otorgado en las urnas, un valioso aporte de la democracia; en los casos de la Alcaldía de Valledupar y de la Gobernación del Cesar, el respaldo fue contundente e inapelable, el pueblo cumplió. Pero desde ahora, el compromiso corre por cuenta de los mandatarios elegidos. Son ellos quienes deberán conjugar dos términos de estrategia y operatividad: gobernabilidad es uno, gobernanza es el otro; ambos deben coexistir.
La gobernabilidad se refiere al cumplimiento del marco legal y a las relaciones políticas con los grupos o partidos involucrados en la elección del gobernante, es de acatamiento de las normas y de los convenios pactados con los socios. En cambio, la gobernanza es un concepto que incluye más compromisos pues involucra a la sociedad, a la economía y por supuesto al Estado y debe apuntar hacia el desarrollo institucional, económico y social. Para conducir estos tres elementos, con la autonomía y equilibrio necesarios, se necesita tener arte, visión, respeto de los roles, tolerancia, con resiliencia frente a las perturbaciones y las adversidades. Sin gobernanza no es viable la administración pública que, de suyo, debe ser antropocéntrica, eficiente, eficaz y transparente. No es posible gobernar para sí ni para los amigos, así es como se cultiva la corrupción y la gestión pública involuciona, los indicadores sociales y económicos retroceden y la esperanza se trunca.
Poner los acuerdos preelectorales por encima de la sociedad es perverso. Surgen por eso, la desobediencia social, la perturbación y oposición social, reclamando claridad y rendición de cuentas a los gobernantes. La gobernanza supone un mínimo de valores y conocimientos de la función pública, de los movimientos de la economía, de las costumbres, cultura y percepción de la ética de sus gobernados. Esta categoría se puede aprender y perfeccionar. La gobernanza hace perfectible la democracia y empodera las buenas prácticas por parte de la sociedad. Sin gobernanza, así se tenga gobernabilidad, que es mecánica, es imposible resolver los problemas de la sociedad. Las diferencias no son sutiles. En las monarquías y en las dictaduras este constructo democrático no es posible pero lo raro es que tampoco aplica en nuestras democracias convencionales; se impone el llamado CVY, una especie de “payola” sobre lo público. Por eso, la gestión pública se hace privada convirtiéndose en laboratorio de experimentos.
Los equipos de trabajo designados por las nuevas administraciones del Cesar y de Valledupar, p.ej., se apoyan en la gobernabilidad pero sin muestras de gobernanza, las cuotas son eminentemente políticas, los otros componentes vitales no están representados, al menos así lo veo yo. Dicen que por el desayuno se conoce el almuerzo; ojalá, más adelante piensen diferente. ¡Gobernanza!
Desde esta columna seguiremos analizando los problemas locales y regionales con objetividad y altruismo, con carácter propositivo, y haremos las sugerencias necesarias sobre los aspectos que visionemos, enmarcadas dentro de mi experiencia y conocimientos, con el respeto debido por los fueros de los mandatarios, con criterio público, mirando los toros desde la barrera. Sabemos que en lo regional y en lo local hay muchos problemas por resolver, que podrían tener muchos enfoques pero, al final, debe imponerse la racionalidad y la oportunidad. [email protected]
Se inicia un nuevo mandato otorgado en las urnas, un valioso aporte de la democracia; en los casos de la Alcaldía de Valledupar y de la Gobernación del Cesar, el respaldo fue contundente e inapelable, el pueblo cumplió. Pero desde ahora, el compromiso corre por cuenta de los mandatarios elegidos. Son ellos quienes deberán conjugar […]
Se inicia un nuevo mandato otorgado en las urnas, un valioso aporte de la democracia; en los casos de la Alcaldía de Valledupar y de la Gobernación del Cesar, el respaldo fue contundente e inapelable, el pueblo cumplió. Pero desde ahora, el compromiso corre por cuenta de los mandatarios elegidos. Son ellos quienes deberán conjugar dos términos de estrategia y operatividad: gobernabilidad es uno, gobernanza es el otro; ambos deben coexistir.
La gobernabilidad se refiere al cumplimiento del marco legal y a las relaciones políticas con los grupos o partidos involucrados en la elección del gobernante, es de acatamiento de las normas y de los convenios pactados con los socios. En cambio, la gobernanza es un concepto que incluye más compromisos pues involucra a la sociedad, a la economía y por supuesto al Estado y debe apuntar hacia el desarrollo institucional, económico y social. Para conducir estos tres elementos, con la autonomía y equilibrio necesarios, se necesita tener arte, visión, respeto de los roles, tolerancia, con resiliencia frente a las perturbaciones y las adversidades. Sin gobernanza no es viable la administración pública que, de suyo, debe ser antropocéntrica, eficiente, eficaz y transparente. No es posible gobernar para sí ni para los amigos, así es como se cultiva la corrupción y la gestión pública involuciona, los indicadores sociales y económicos retroceden y la esperanza se trunca.
Poner los acuerdos preelectorales por encima de la sociedad es perverso. Surgen por eso, la desobediencia social, la perturbación y oposición social, reclamando claridad y rendición de cuentas a los gobernantes. La gobernanza supone un mínimo de valores y conocimientos de la función pública, de los movimientos de la economía, de las costumbres, cultura y percepción de la ética de sus gobernados. Esta categoría se puede aprender y perfeccionar. La gobernanza hace perfectible la democracia y empodera las buenas prácticas por parte de la sociedad. Sin gobernanza, así se tenga gobernabilidad, que es mecánica, es imposible resolver los problemas de la sociedad. Las diferencias no son sutiles. En las monarquías y en las dictaduras este constructo democrático no es posible pero lo raro es que tampoco aplica en nuestras democracias convencionales; se impone el llamado CVY, una especie de “payola” sobre lo público. Por eso, la gestión pública se hace privada convirtiéndose en laboratorio de experimentos.
Los equipos de trabajo designados por las nuevas administraciones del Cesar y de Valledupar, p.ej., se apoyan en la gobernabilidad pero sin muestras de gobernanza, las cuotas son eminentemente políticas, los otros componentes vitales no están representados, al menos así lo veo yo. Dicen que por el desayuno se conoce el almuerzo; ojalá, más adelante piensen diferente. ¡Gobernanza!
Desde esta columna seguiremos analizando los problemas locales y regionales con objetividad y altruismo, con carácter propositivo, y haremos las sugerencias necesarias sobre los aspectos que visionemos, enmarcadas dentro de mi experiencia y conocimientos, con el respeto debido por los fueros de los mandatarios, con criterio público, mirando los toros desde la barrera. Sabemos que en lo regional y en lo local hay muchos problemas por resolver, que podrían tener muchos enfoques pero, al final, debe imponerse la racionalidad y la oportunidad. [email protected]