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Columnista - 24 diciembre, 2015

¿Qué nos dejó el 2015?

Varias cosas se pueden concluir. A nivel nacional son muchos los fenómenos para presentar. En primer lugar, se comprobó que el modelo minero energético no garantiza la seguridad económica de ningún país, que es un modelo no sustentable y transitorio; bastó con que los precios de los derivados de los combustibles fósiles, aportantes del 20 […]

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Varias cosas se pueden concluir. A nivel nacional son muchos los fenómenos para presentar. En primer lugar, se comprobó que el modelo minero energético no garantiza la seguridad económica de ningún país, que es un modelo no sustentable y transitorio; bastó con que los precios de los derivados de los combustibles fósiles, aportantes del 20 % de los ingresos corrientes de la Nación, cayeran para que toda la actividad económica del país se pusiera en ascuas; pasar de una tasa de cambio de US$1.800 a US$3.400 en un santiamén, equivale a vestirse con ropa ajena y ya saben lo que pasa. Haber puesto a esta actividad por encima de las demás ramas de la economía, según lo establece el código minero, está mostrando sus consecuencias cuyos límites aún no conocemos.

Con unos pocos barriles de petróleo, nuestros dirigentes se obnubilaron y perdieron la razón, se olvidaron del campo que, por muchos años, fue el gran generador de divisas; ese campo promisorio se convirtió en nicho de violencia de diferente etiología; la industria, gran generadora de empleo, fue expuesta a competir con la productividad internacional hasta llevarla al límite de su desaparición. El país, desde tiempo atrás, ha sido concesionado a la minería mortal; las regalías, que si bien han contribuido con la realización de muchas obras, sus costos sociales aún no han sido medidos para poder establecer una aceptable relación beneficio-costo.

El perverso efecto climático de la actividad minero-energética nunca será compensado por cuantiosas que sean las regalías. Es tal la magnitud del desastre ecológico causado que ya algunos expertos recomiendan dejar sin explotar las dos terceras partes de los yacimientos existentes. Y está tan cercano el fin del planeta que ya, países como EE.UU., China y la India, los mayores contaminadores ambientales del mundo, han aceptado, en Francia, colaborar con la reducción de gases invernaderos.

En materia de paz los logros son significativos; estamos ad portas de firmar un acuerdo con las Farc, así muchos cavernícolas no lo crean ni lo deseen. En lo político nada ha cambiado, la corrupción sigue galopante, las componendas se especializan, no hay solución a la vista. En lo regional, algunas realizaciones se han visto pero no con la urgencia necesaria y las perspectivas hacia el futuro no son halagüeñas. Nuestro nivel educativo está en picada mientras la inseguridad crece. En lo local casi todo está pendiente, los indicadores en sectores clave siguen inamovibles, el municipio de Valledupar está en quiebra y mientras tanto la clase llamada dirigente haciendo postgrados para enriquecerse. Un aguinaldo recibido de la Unesco para la música vernácula es para recordar y reconstruir el vallenato clásico en vías de extinción y ya el pueblo comenzó a tomar cartas en el asunto. El rechazo sanjuanero al “materialista” presentado por uno de nuestros ídolos, Silvestre Dangond, fue claro. En San Juan, cuna de grandes compositores y cantantes, donde los niños en las escuelas volvieron himno ‘La luna sanjuanera’, no tienen cabida estas máscaras del vallenato. El mensaje contundente es un NO a la música chatarra así sea vallenata.

A mis lectores les anuncio que volveré en enero. A todos les deseo unas felices pascuas y un próspero año nuevo. [email protected]

Columnista
24 diciembre, 2015

¿Qué nos dejó el 2015?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Varias cosas se pueden concluir. A nivel nacional son muchos los fenómenos para presentar. En primer lugar, se comprobó que el modelo minero energético no garantiza la seguridad económica de ningún país, que es un modelo no sustentable y transitorio; bastó con que los precios de los derivados de los combustibles fósiles, aportantes del 20 […]


Varias cosas se pueden concluir. A nivel nacional son muchos los fenómenos para presentar. En primer lugar, se comprobó que el modelo minero energético no garantiza la seguridad económica de ningún país, que es un modelo no sustentable y transitorio; bastó con que los precios de los derivados de los combustibles fósiles, aportantes del 20 % de los ingresos corrientes de la Nación, cayeran para que toda la actividad económica del país se pusiera en ascuas; pasar de una tasa de cambio de US$1.800 a US$3.400 en un santiamén, equivale a vestirse con ropa ajena y ya saben lo que pasa. Haber puesto a esta actividad por encima de las demás ramas de la economía, según lo establece el código minero, está mostrando sus consecuencias cuyos límites aún no conocemos.

Con unos pocos barriles de petróleo, nuestros dirigentes se obnubilaron y perdieron la razón, se olvidaron del campo que, por muchos años, fue el gran generador de divisas; ese campo promisorio se convirtió en nicho de violencia de diferente etiología; la industria, gran generadora de empleo, fue expuesta a competir con la productividad internacional hasta llevarla al límite de su desaparición. El país, desde tiempo atrás, ha sido concesionado a la minería mortal; las regalías, que si bien han contribuido con la realización de muchas obras, sus costos sociales aún no han sido medidos para poder establecer una aceptable relación beneficio-costo.

El perverso efecto climático de la actividad minero-energética nunca será compensado por cuantiosas que sean las regalías. Es tal la magnitud del desastre ecológico causado que ya algunos expertos recomiendan dejar sin explotar las dos terceras partes de los yacimientos existentes. Y está tan cercano el fin del planeta que ya, países como EE.UU., China y la India, los mayores contaminadores ambientales del mundo, han aceptado, en Francia, colaborar con la reducción de gases invernaderos.

En materia de paz los logros son significativos; estamos ad portas de firmar un acuerdo con las Farc, así muchos cavernícolas no lo crean ni lo deseen. En lo político nada ha cambiado, la corrupción sigue galopante, las componendas se especializan, no hay solución a la vista. En lo regional, algunas realizaciones se han visto pero no con la urgencia necesaria y las perspectivas hacia el futuro no son halagüeñas. Nuestro nivel educativo está en picada mientras la inseguridad crece. En lo local casi todo está pendiente, los indicadores en sectores clave siguen inamovibles, el municipio de Valledupar está en quiebra y mientras tanto la clase llamada dirigente haciendo postgrados para enriquecerse. Un aguinaldo recibido de la Unesco para la música vernácula es para recordar y reconstruir el vallenato clásico en vías de extinción y ya el pueblo comenzó a tomar cartas en el asunto. El rechazo sanjuanero al “materialista” presentado por uno de nuestros ídolos, Silvestre Dangond, fue claro. En San Juan, cuna de grandes compositores y cantantes, donde los niños en las escuelas volvieron himno ‘La luna sanjuanera’, no tienen cabida estas máscaras del vallenato. El mensaje contundente es un NO a la música chatarra así sea vallenata.

A mis lectores les anuncio que volveré en enero. A todos les deseo unas felices pascuas y un próspero año nuevo. [email protected]