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Columnista - 10 diciembre, 2015

El péndulo ideológico de la historia

Son muchas las formas de gobernar que ha sufrido la humanidad, pero las que más han permanecido son los regímenes de fuerza que no permiten la alternación del poder. Pero a partir de los albores de la edad moderna, con la revolución francesa, la historia del poder político de los Estados comienza a pendular, algunas […]

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Son muchas las formas de gobernar que ha sufrido la humanidad, pero las que más han permanecido son los regímenes de fuerza que no permiten la alternación del poder. Pero a partir de los albores de la edad moderna, con la revolución francesa, la historia del poder político de los Estados comienza a pendular, algunas veces entre sectores análogos, otras entre opositores, pero al fin saludables por la oxigenación inducida a la democracia, nada quieto sobrevive.

A comienzos del siglo XX, con la revolución bolchevique en Rusia, la diferencia de perfiles para gobernar las naciones fue tomando mayor fuerza con la teoría de que otras formas serían más eficaces en los modos de producción y de gobernar buscando la felicidad media del hombre. Con la llegada de la postmodernidad, estos valores se reforzaron apostándole siempre al fracaso del sistema opuesto. Los bolcheviques iniciaron su proceso con la destrucción de la monarquía de los zares, pero el modelo llamado socialista falló, y setenta años después fue sustituido por otro menos ortodoxo. Igual pasó en la China de Mao. De todas maneras, en ambos países se construyeron las bases para nuevas etapas de desarrollo, así que el ensayo no fue del todo malo.

Curiosamente, la entropía o desorden en la naturaleza, aviva los procesos. Esta ideología de izquierda para gobernar tuvo su impacto en casi todo el planeta, en especial en el tercer mundo. En Centro y Sur América, la sola idea de que se estableciera un gobierno socialista, mediante la insurrección armada, provocó una prevención viral de las castas militares en contubernio con la clase política dominante, originando dictaduras excluyentes en varios países con secuelas que aún no han sido medidas en su integridad. En Cuba, el péndulo se inclinó por la vía armada, en otros como Brasil y Chile y Uruguay por medio de las urnas, igual que en Venezuela, Argentina, Ecuador y Bolivia donde llegó “el socialismo del siglo XXI” manteniéndose por algún tiempo pero ya en Argentina se invirtió la polaridad y en Venezuela, la matriz, se acercan épocas de cambio con la victoria parlamentaria de la oposición. En Brasil y Chile el malestar ya se siente, sin probar aún si el modelo es falible o si son los funcionarios que no lo saben manejar.

Esas idas y venidas de las formas no son más que ensayos para gobernar que no logran el equilibrio de la justa ecuación. En Europa este columpio ideológico se maneja en forma civilizada, en especial en los países escandinavos donde se ha logrado una sana homeostasis. ¿Por qué en Colombia no ha sido posible este movimiento pendular? Bueno, esto es relativo, las condiciones subjetivas y objetivas si se han dado; lo que pasa es que el péndulo de Colombia ha sido atado de un lado con cuerdas ensangrentadas.

Uribe Uribe, un liberal ortodoxo dijo que este partido tenía que beber en las canteras del socialismo; por esta frase lapidaria, fue asesinado ante sus posibilidades reales de llegar al poder; Gaitán, otro liberal, para quien el hambre conservadora era igual a la liberal, iba a ser presidente; lo atajaron con la muerte; el más reciente episodio ocurrió con Carlos Pizarro, a quien el imaginario colectivo ya lo ungía como primer mandatario, fue asesinado 45 días después de firmar el armisticio. Así no hay péndulo que oscile, la vibra no llega. ¿Habrá chance para algo diferente?

Columnista
10 diciembre, 2015

El péndulo ideológico de la historia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Son muchas las formas de gobernar que ha sufrido la humanidad, pero las que más han permanecido son los regímenes de fuerza que no permiten la alternación del poder. Pero a partir de los albores de la edad moderna, con la revolución francesa, la historia del poder político de los Estados comienza a pendular, algunas […]


Son muchas las formas de gobernar que ha sufrido la humanidad, pero las que más han permanecido son los regímenes de fuerza que no permiten la alternación del poder. Pero a partir de los albores de la edad moderna, con la revolución francesa, la historia del poder político de los Estados comienza a pendular, algunas veces entre sectores análogos, otras entre opositores, pero al fin saludables por la oxigenación inducida a la democracia, nada quieto sobrevive.

A comienzos del siglo XX, con la revolución bolchevique en Rusia, la diferencia de perfiles para gobernar las naciones fue tomando mayor fuerza con la teoría de que otras formas serían más eficaces en los modos de producción y de gobernar buscando la felicidad media del hombre. Con la llegada de la postmodernidad, estos valores se reforzaron apostándole siempre al fracaso del sistema opuesto. Los bolcheviques iniciaron su proceso con la destrucción de la monarquía de los zares, pero el modelo llamado socialista falló, y setenta años después fue sustituido por otro menos ortodoxo. Igual pasó en la China de Mao. De todas maneras, en ambos países se construyeron las bases para nuevas etapas de desarrollo, así que el ensayo no fue del todo malo.

Curiosamente, la entropía o desorden en la naturaleza, aviva los procesos. Esta ideología de izquierda para gobernar tuvo su impacto en casi todo el planeta, en especial en el tercer mundo. En Centro y Sur América, la sola idea de que se estableciera un gobierno socialista, mediante la insurrección armada, provocó una prevención viral de las castas militares en contubernio con la clase política dominante, originando dictaduras excluyentes en varios países con secuelas que aún no han sido medidas en su integridad. En Cuba, el péndulo se inclinó por la vía armada, en otros como Brasil y Chile y Uruguay por medio de las urnas, igual que en Venezuela, Argentina, Ecuador y Bolivia donde llegó “el socialismo del siglo XXI” manteniéndose por algún tiempo pero ya en Argentina se invirtió la polaridad y en Venezuela, la matriz, se acercan épocas de cambio con la victoria parlamentaria de la oposición. En Brasil y Chile el malestar ya se siente, sin probar aún si el modelo es falible o si son los funcionarios que no lo saben manejar.

Esas idas y venidas de las formas no son más que ensayos para gobernar que no logran el equilibrio de la justa ecuación. En Europa este columpio ideológico se maneja en forma civilizada, en especial en los países escandinavos donde se ha logrado una sana homeostasis. ¿Por qué en Colombia no ha sido posible este movimiento pendular? Bueno, esto es relativo, las condiciones subjetivas y objetivas si se han dado; lo que pasa es que el péndulo de Colombia ha sido atado de un lado con cuerdas ensangrentadas.

Uribe Uribe, un liberal ortodoxo dijo que este partido tenía que beber en las canteras del socialismo; por esta frase lapidaria, fue asesinado ante sus posibilidades reales de llegar al poder; Gaitán, otro liberal, para quien el hambre conservadora era igual a la liberal, iba a ser presidente; lo atajaron con la muerte; el más reciente episodio ocurrió con Carlos Pizarro, a quien el imaginario colectivo ya lo ungía como primer mandatario, fue asesinado 45 días después de firmar el armisticio. Así no hay péndulo que oscile, la vibra no llega. ¿Habrá chance para algo diferente?