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Columnista - 13 noviembre, 2015

Los ‘mampanos’ deben cuidarse

Por los años 80, la época dorada del vallenato, se instituyó en el Cesar y La Guajira que existían cinco agrupaciones a las que se debía respetar, porque cada vez que lanzaban un trabajo discográfico al mercado, el público lo recibía con algarabía y las ventas eran millonarias, sin desconocer que otros conjuntos fluctuaban y […]

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Por los años 80, la época dorada del vallenato, se instituyó en el Cesar y La Guajira que existían cinco agrupaciones a las que se debía respetar, porque cada vez que lanzaban un trabajo discográfico al mercado, el público lo recibía con algarabía y las ventas eran millonarias, sin desconocer que otros conjuntos fluctuaban y hacían éxitos esporádicos. Las agrupaciones a las que me refiero son Los Hermanos Zuleta Díaz, El Binomio de Oro, Jorge Oñate, Beto Zabaleta y Diomedes Díaz, estos tres últimos independientemente del acordeonero que los acompañara.

El vallenato perdió prematuramente a Rafael Orozco Maestre en una muerte trágica y absurda y nos dejó huérfanos de la cadencia melódica y la exquisitez de su timbre. El próximo mes conmemoraremos el segundo aniversario de la partida del cantautor más carismático y querido de los intérpretes que ha tenido el vallenato en todos los tiempos, Diomedes Díaz Maestre; por lo tanto, de los cinco ‘mampanos’ como diría un amigo guajiro, ya solo nos quedan tres.

Este preámbulo para decir que cuando le ocurre algo a estos tres cantantes nuestros, el folclor y el país vallenato en general se ponen de pie. Por estos días se anunció la hospitalización y posterior intervención quirúrgica de ‘Beto’ Zabaleta por una afección cardiaca, y simultáneamente la incapacidad del Pulmón de Oro, ‘Poncho’ Zuleta por un accidente casero; el nerviosismo invadió a los amantes de esta hermosa música, que en estas dos últimas décadas hemos tenido que ver partir a los juglares y precursores de esta expresión folclórica del país.

Oñate y Zuleta ya tienen 66 años y Zabaleta 58; en principio no tendríamos por qué temer, sabiendo que aún se encuentran relativamente jóvenes, pero también hay que considerar que la vida de trasnochos, “parranda, ron y mujer”, como se titula una canción de Romualdo Brito López, exige un mayor cuidado y atención al organismo, por lo cual desde esta tribuna llamo la atención a ellos mismos especialmente y también a sus familiares para que nos prolonguen la dicha de verlos y escucharlos, incluso sin importar que sigan cantando igual, toda vez que ya sabemos que los años no vienen solos, como dice otro paseo jocoso de Leandro Díaz, grabado por Jorge Oñate.

Así que el trajín de licor y trasnocho ya debe mermar, porque las condiciones de su integridad física lo reclaman; atrás hay que dejar las épocas en las cuales se podían durar cinco días seguidos durmiendo en el bus mientras llegaban a la caseta de la otra población; hoy el palo no está pa’ cucharas o la masa no está pa’ bollos.

 

Columnista
13 noviembre, 2015

Los ‘mampanos’ deben cuidarse

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jorge Nain

Por los años 80, la época dorada del vallenato, se instituyó en el Cesar y La Guajira que existían cinco agrupaciones a las que se debía respetar, porque cada vez que lanzaban un trabajo discográfico al mercado, el público lo recibía con algarabía y las ventas eran millonarias, sin desconocer que otros conjuntos fluctuaban y […]


Por los años 80, la época dorada del vallenato, se instituyó en el Cesar y La Guajira que existían cinco agrupaciones a las que se debía respetar, porque cada vez que lanzaban un trabajo discográfico al mercado, el público lo recibía con algarabía y las ventas eran millonarias, sin desconocer que otros conjuntos fluctuaban y hacían éxitos esporádicos. Las agrupaciones a las que me refiero son Los Hermanos Zuleta Díaz, El Binomio de Oro, Jorge Oñate, Beto Zabaleta y Diomedes Díaz, estos tres últimos independientemente del acordeonero que los acompañara.

El vallenato perdió prematuramente a Rafael Orozco Maestre en una muerte trágica y absurda y nos dejó huérfanos de la cadencia melódica y la exquisitez de su timbre. El próximo mes conmemoraremos el segundo aniversario de la partida del cantautor más carismático y querido de los intérpretes que ha tenido el vallenato en todos los tiempos, Diomedes Díaz Maestre; por lo tanto, de los cinco ‘mampanos’ como diría un amigo guajiro, ya solo nos quedan tres.

Este preámbulo para decir que cuando le ocurre algo a estos tres cantantes nuestros, el folclor y el país vallenato en general se ponen de pie. Por estos días se anunció la hospitalización y posterior intervención quirúrgica de ‘Beto’ Zabaleta por una afección cardiaca, y simultáneamente la incapacidad del Pulmón de Oro, ‘Poncho’ Zuleta por un accidente casero; el nerviosismo invadió a los amantes de esta hermosa música, que en estas dos últimas décadas hemos tenido que ver partir a los juglares y precursores de esta expresión folclórica del país.

Oñate y Zuleta ya tienen 66 años y Zabaleta 58; en principio no tendríamos por qué temer, sabiendo que aún se encuentran relativamente jóvenes, pero también hay que considerar que la vida de trasnochos, “parranda, ron y mujer”, como se titula una canción de Romualdo Brito López, exige un mayor cuidado y atención al organismo, por lo cual desde esta tribuna llamo la atención a ellos mismos especialmente y también a sus familiares para que nos prolonguen la dicha de verlos y escucharlos, incluso sin importar que sigan cantando igual, toda vez que ya sabemos que los años no vienen solos, como dice otro paseo jocoso de Leandro Díaz, grabado por Jorge Oñate.

Así que el trajín de licor y trasnocho ya debe mermar, porque las condiciones de su integridad física lo reclaman; atrás hay que dejar las épocas en las cuales se podían durar cinco días seguidos durmiendo en el bus mientras llegaban a la caseta de la otra población; hoy el palo no está pa’ cucharas o la masa no está pa’ bollos.