Culmina la contienda electoral que dará paso al proceso político administrativo 2016 – 2019; evento que evidenció una verdadera disconformidad casi que generalizada. Estas noticias que alborotan el panorama político, contienen instrumentos válidos que dan fundamento a reclamos ante el C.N.E.; por ello, desde esta columna pretendemos orientar un manual de conceptos básicos que motiven […]
Culmina la contienda electoral que dará paso al proceso político administrativo 2016 – 2019; evento que evidenció una verdadera disconformidad casi que generalizada. Estas noticias que alborotan el panorama político, contienen instrumentos válidos que dan fundamento a reclamos ante el C.N.E.; por ello, desde esta columna pretendemos orientar un manual de conceptos básicos que motiven al elector a adoptar comportamientos éticos y responsables; en este sentido sugerimos un plan de acciones que permitan fortalecer estrategias encaminadas a la cultura ciudadana y como tal a la construcción de ciudad.
Si realizamos un diagnóstico evaluativo de lo sucedido, fácilmente nos damos cuenta que sobrada razón tienen los comentarios callejeros cuando hablan de chocorazos, engaños. Esta sabiduría práctica y legendaria mezclada con una buena dosis de corrupción fue la que se observó en los pasados comicios; quien no lo interpretó así está fuera de la realidad; en otras palabras estamos al frente de una democracia en decadencia, si es que alguna vez ha existido.
Se requiere un verdadero cambio que permita una reflexión integral del contexto socio – político, cultural y económico que estamos viviendo; se necesita un diálogo de interlocución, serio, trasparente que rompa la inercia histórica y que nos impulse a un futuro de madurez política donde los ciudadanos con mayor conciencia puedan planear rutas de cambio que propicien incentivos en la gente un pensamiento diferente, de avanzada. Se requiere construir un proceso político social con pleno ascenso al desarrollo de equidad.
Lo que sucedió en varios referentes de la geografía colombiana, demuestra con precisión que el caciquismo y las mafias políticas aun manipulan el sistema electoral; esta es una forma de deteriorar la voluntad popular que induce al potencial electoral hacia determinados candidatos; no obstante a todo lo anterior estos argumentos deben examinarse con neutralidad y ponderación para que así se garanticen condiciones de equilibrio y equidad y lo más importante que se pueda promover la trasparencia en la formación de opinión.
Con base en esta contextualización nos preguntamos ¿Hubo compra de votos en Colombia? La pregunta salta a la vista, sí; hubo la danza de millones de pesos en compras de conciencias. Esta es una conducta indeseada que vulnera los cimientos de la democracia.
En la actualidad no se siente otra cosa que reacciones adversas de percepciones que corresponden a una realidad latente que se evidencia por cualquier rincón de la geografía nacional: nos engañaron afirman unos; coronamos manifiestan otros. Lo cierto es que este proceso que culminó requiere una reflexión analítica de parte de quienes orientan la opinión, para que no se deforme la realidad; porque de lo contrario sería un daño para la legitimidad institucional.
Culmina la contienda electoral que dará paso al proceso político administrativo 2016 – 2019; evento que evidenció una verdadera disconformidad casi que generalizada. Estas noticias que alborotan el panorama político, contienen instrumentos válidos que dan fundamento a reclamos ante el C.N.E.; por ello, desde esta columna pretendemos orientar un manual de conceptos básicos que motiven […]
Culmina la contienda electoral que dará paso al proceso político administrativo 2016 – 2019; evento que evidenció una verdadera disconformidad casi que generalizada. Estas noticias que alborotan el panorama político, contienen instrumentos válidos que dan fundamento a reclamos ante el C.N.E.; por ello, desde esta columna pretendemos orientar un manual de conceptos básicos que motiven al elector a adoptar comportamientos éticos y responsables; en este sentido sugerimos un plan de acciones que permitan fortalecer estrategias encaminadas a la cultura ciudadana y como tal a la construcción de ciudad.
Si realizamos un diagnóstico evaluativo de lo sucedido, fácilmente nos damos cuenta que sobrada razón tienen los comentarios callejeros cuando hablan de chocorazos, engaños. Esta sabiduría práctica y legendaria mezclada con una buena dosis de corrupción fue la que se observó en los pasados comicios; quien no lo interpretó así está fuera de la realidad; en otras palabras estamos al frente de una democracia en decadencia, si es que alguna vez ha existido.
Se requiere un verdadero cambio que permita una reflexión integral del contexto socio – político, cultural y económico que estamos viviendo; se necesita un diálogo de interlocución, serio, trasparente que rompa la inercia histórica y que nos impulse a un futuro de madurez política donde los ciudadanos con mayor conciencia puedan planear rutas de cambio que propicien incentivos en la gente un pensamiento diferente, de avanzada. Se requiere construir un proceso político social con pleno ascenso al desarrollo de equidad.
Lo que sucedió en varios referentes de la geografía colombiana, demuestra con precisión que el caciquismo y las mafias políticas aun manipulan el sistema electoral; esta es una forma de deteriorar la voluntad popular que induce al potencial electoral hacia determinados candidatos; no obstante a todo lo anterior estos argumentos deben examinarse con neutralidad y ponderación para que así se garanticen condiciones de equilibrio y equidad y lo más importante que se pueda promover la trasparencia en la formación de opinión.
Con base en esta contextualización nos preguntamos ¿Hubo compra de votos en Colombia? La pregunta salta a la vista, sí; hubo la danza de millones de pesos en compras de conciencias. Esta es una conducta indeseada que vulnera los cimientos de la democracia.
En la actualidad no se siente otra cosa que reacciones adversas de percepciones que corresponden a una realidad latente que se evidencia por cualquier rincón de la geografía nacional: nos engañaron afirman unos; coronamos manifiestan otros. Lo cierto es que este proceso que culminó requiere una reflexión analítica de parte de quienes orientan la opinión, para que no se deforme la realidad; porque de lo contrario sería un daño para la legitimidad institucional.