Después de casi una década del cierre de sus oficinas en Valledupar, regresó la Misión de Apoyo al Proceso de Paz Colombia, Mapp-OEA, una oficina de la Organización de los Estados Americanos que tiene como función monitorear y acompañar la participación de las víctimas y la reparación integral, en su dimensión colectiva y social en […]
Después de casi una década del cierre de sus oficinas en Valledupar, regresó la Misión de Apoyo al Proceso de Paz Colombia, Mapp-OEA, una oficina de la Organización de los Estados Americanos que tiene como función monitorear y acompañar la participación de las víctimas y la reparación integral, en su dimensión colectiva y social en el marco de la justicia transicional, en cuyas labores observa los esfuerzos del Estado y la sociedad civil, con una mirada atenta al proceso de restitución de tierras en el marco de la política integral de tierras.
El hecho de contar con esta oficina en el departamento del Cesar es muy positivo porque existirá una mirada imparcial, de un organismo internacional, de las dinámicas del conflicto armado en la región y del nuevo panorama que se abre si en seis meses el gobierno del presidente Juan Manuel Santos firma la paz con la guerrilla de las Farc.
El Cesar ya está adelantado en varios aspectos. Viene de vivir en carne propia la desmovilización y sus efectos de los grupos paramilitares, así como de otros grupos subversivos. Hay un dato aproximado de cuántas víctimas van, hasta hora, por culpa del conflicto armado; existen liderazgos y experiencias positivas de comunidades que han salido adelante a pesar de las vicisitudes. Todos estos elementos, sumados a las herramientas jurídicas con que hoy cuenta el país para este tema, más el apoyo internacional, abonan el terreno de un posible escenario de postconflicto.
Esta misión internacional fue creada precisamente en febrero de 2004 por solicitud del gobierno colombiano, que actuó como el único organismo internacional para apoyar al Estado en la implementación de su política de paz. Es así como comenzó el monitoreo y la visibilización de los esfuerzos del gobierno y las instituciones encargadas de la seguridad para conocer el contexto del conflicto y conflictividad social, así como la afectación a las comunidades, con especial atención en el reclutamiento forzado y la presencia de minas antipersonales, y las dinámicas de nuevos actores armados ilegales que permita reconocer la presencia de nuevos actores y la reconfiguración de los fenómenos de violencia.
En el Cesar persiste la presencia de grupos subversivos (Farc y Eln), así como bandas criminales, y sigue su curso el proceso de reintegración social y económica de los desmovilizados de grupos armados. La Mapp-OEA contribuirá seguramente a hacer una mejor lectura de todas estas dinámicas.
Después de casi una década del cierre de sus oficinas en Valledupar, regresó la Misión de Apoyo al Proceso de Paz Colombia, Mapp-OEA, una oficina de la Organización de los Estados Americanos que tiene como función monitorear y acompañar la participación de las víctimas y la reparación integral, en su dimensión colectiva y social en […]
Después de casi una década del cierre de sus oficinas en Valledupar, regresó la Misión de Apoyo al Proceso de Paz Colombia, Mapp-OEA, una oficina de la Organización de los Estados Americanos que tiene como función monitorear y acompañar la participación de las víctimas y la reparación integral, en su dimensión colectiva y social en el marco de la justicia transicional, en cuyas labores observa los esfuerzos del Estado y la sociedad civil, con una mirada atenta al proceso de restitución de tierras en el marco de la política integral de tierras.
El hecho de contar con esta oficina en el departamento del Cesar es muy positivo porque existirá una mirada imparcial, de un organismo internacional, de las dinámicas del conflicto armado en la región y del nuevo panorama que se abre si en seis meses el gobierno del presidente Juan Manuel Santos firma la paz con la guerrilla de las Farc.
El Cesar ya está adelantado en varios aspectos. Viene de vivir en carne propia la desmovilización y sus efectos de los grupos paramilitares, así como de otros grupos subversivos. Hay un dato aproximado de cuántas víctimas van, hasta hora, por culpa del conflicto armado; existen liderazgos y experiencias positivas de comunidades que han salido adelante a pesar de las vicisitudes. Todos estos elementos, sumados a las herramientas jurídicas con que hoy cuenta el país para este tema, más el apoyo internacional, abonan el terreno de un posible escenario de postconflicto.
Esta misión internacional fue creada precisamente en febrero de 2004 por solicitud del gobierno colombiano, que actuó como el único organismo internacional para apoyar al Estado en la implementación de su política de paz. Es así como comenzó el monitoreo y la visibilización de los esfuerzos del gobierno y las instituciones encargadas de la seguridad para conocer el contexto del conflicto y conflictividad social, así como la afectación a las comunidades, con especial atención en el reclutamiento forzado y la presencia de minas antipersonales, y las dinámicas de nuevos actores armados ilegales que permita reconocer la presencia de nuevos actores y la reconfiguración de los fenómenos de violencia.
En el Cesar persiste la presencia de grupos subversivos (Farc y Eln), así como bandas criminales, y sigue su curso el proceso de reintegración social y económica de los desmovilizados de grupos armados. La Mapp-OEA contribuirá seguramente a hacer una mejor lectura de todas estas dinámicas.