Ni la muerte le puede quitar a Luis Mizar su grandeza como poeta porque su obra siempre ha sido considerada un gran legado de la cultura vallenata y colombiana, así aquí, en la ciudad donde nació, le haya faltado apoyo y solidaridad. Ayer murió en Bogotá el poeta, el amigo, el familiar, el hombre incansable […]
Ni la muerte le puede quitar a Luis Mizar su grandeza como poeta porque su obra siempre ha sido considerada un gran legado de la cultura vallenata y colombiana, así aquí, en la ciudad donde nació, le haya faltado apoyo y solidaridad.
Ayer murió en Bogotá el poeta, el amigo, el familiar, el hombre incansable y paciente que siempre esperó más de su tierra natal, una fama que él ni se creía, que lo hacía pasar desapercibido ante muchos ciudadanos, pero que se merecía por su aporte a la literatura. Bien hizo en sus últimos días al tratar de divulgar su obra en los colegios, con los jóvenes, para dejar sembrada la semilla de la poesía. Las manos y las voces de los amigos y conocedores de la poesía y la literatura nunca desfallecieron en llevar más allá de las fronteras vallenatas y cesarenses su creación, pero su eco no fue escuchado.
EL PILÓN siempre lo acompañó, lo dijo el año pasado, en el mes de marzo, cuando ya se conocía que su salud empeoraba, en abril, en mayo, en junio y en julio, cuando titulamos el editorial ‘El olvido de un poeta’: “En medio de esas vicisitudes el poeta ha enfrentado una enfermedad peor: la desidia de las oficinas de cultura de Valledupar y del Cesar que han mostrado su indiferencia, a pesar de los llamados del gremio cultural y artístico de la región que pidió públicamente la publicación de su obra como un homenaje a Mizar”.
Partió a la eternidad y este llamado no se hizo realidad. Quizás ahora sobrará la solidaridad, pero ya él no verá lo que tanto anheló. La vida difícil que tuvo Mizar refleja la vida de los gestores culturales de Valledupar, que van sembrando la semilla, callados, solitarios, para ver al final del camino el frondoso árbol de su siembra.
Mizar deja huellas, sus amigos lo disfrutaron, así como los amantes de su poesía, fue Premio Internacional de Poesía, Premio Nacional de Poesía ‘Carlos Castro Saavedra’ y dejó muchos libros publicados y los que le quedaron en borrador. ¿Cuántos Mizar tendrán que morir así para que se vea con otros ojos a los gestores cultures?
Para despedir a este poeta, esta estrofa:
Esta noche
Las hojas son canciones
que arrullan el suelo
luna y estrellas
se ocultan tras
el canto de un grillo.
Los fulgores de la brisa
bambolean cierto cortinaje.
Esta noche el tiempo con sus abarcas trés puntá
pisa una vez y cien veces
los lentos talones de la vida.
Ni la muerte le puede quitar a Luis Mizar su grandeza como poeta porque su obra siempre ha sido considerada un gran legado de la cultura vallenata y colombiana, así aquí, en la ciudad donde nació, le haya faltado apoyo y solidaridad. Ayer murió en Bogotá el poeta, el amigo, el familiar, el hombre incansable […]
Ni la muerte le puede quitar a Luis Mizar su grandeza como poeta porque su obra siempre ha sido considerada un gran legado de la cultura vallenata y colombiana, así aquí, en la ciudad donde nació, le haya faltado apoyo y solidaridad.
Ayer murió en Bogotá el poeta, el amigo, el familiar, el hombre incansable y paciente que siempre esperó más de su tierra natal, una fama que él ni se creía, que lo hacía pasar desapercibido ante muchos ciudadanos, pero que se merecía por su aporte a la literatura. Bien hizo en sus últimos días al tratar de divulgar su obra en los colegios, con los jóvenes, para dejar sembrada la semilla de la poesía. Las manos y las voces de los amigos y conocedores de la poesía y la literatura nunca desfallecieron en llevar más allá de las fronteras vallenatas y cesarenses su creación, pero su eco no fue escuchado.
EL PILÓN siempre lo acompañó, lo dijo el año pasado, en el mes de marzo, cuando ya se conocía que su salud empeoraba, en abril, en mayo, en junio y en julio, cuando titulamos el editorial ‘El olvido de un poeta’: “En medio de esas vicisitudes el poeta ha enfrentado una enfermedad peor: la desidia de las oficinas de cultura de Valledupar y del Cesar que han mostrado su indiferencia, a pesar de los llamados del gremio cultural y artístico de la región que pidió públicamente la publicación de su obra como un homenaje a Mizar”.
Partió a la eternidad y este llamado no se hizo realidad. Quizás ahora sobrará la solidaridad, pero ya él no verá lo que tanto anheló. La vida difícil que tuvo Mizar refleja la vida de los gestores culturales de Valledupar, que van sembrando la semilla, callados, solitarios, para ver al final del camino el frondoso árbol de su siembra.
Mizar deja huellas, sus amigos lo disfrutaron, así como los amantes de su poesía, fue Premio Internacional de Poesía, Premio Nacional de Poesía ‘Carlos Castro Saavedra’ y dejó muchos libros publicados y los que le quedaron en borrador. ¿Cuántos Mizar tendrán que morir así para que se vea con otros ojos a los gestores cultures?
Para despedir a este poeta, esta estrofa:
Esta noche
Las hojas son canciones
que arrullan el suelo
luna y estrellas
se ocultan tras
el canto de un grillo.
Los fulgores de la brisa
bambolean cierto cortinaje.
Esta noche el tiempo con sus abarcas trés puntá
pisa una vez y cien veces
los lentos talones de la vida.