Con el tiempo las cosas empiezan a dar fruto- bueno, a veces es solo cuestión de echar una siestica- si uno avanzara a partir de enfatizar en los errores los obstinados alcanzarían el nirvana primero que el resto de los seres de la creación, y sin embargo no es así. -No me gusta que me […]
Con el tiempo las cosas empiezan a dar fruto- bueno, a veces es solo cuestión de echar una siestica- si uno avanzara a partir de enfatizar en los errores los obstinados alcanzarían el nirvana primero que el resto de los seres de la creación, y sin embargo no es así.
-No me gusta que me trates como si fuera una niña- me dijo- Ayer, por ejemplo ¿qué necesidad tenías de decirme así lo de la sudadera, si la semana pasada me la había puesto y no me dijiste nada.
-Esa vez me pareció fea, pero como ya íbamos de salida e íbamos tarde preferí no decirte nada, no nos fuera a salir más el sol.
-¿Ves? Eres demasiado egoísta, eres un niño. Si no me despabilo eres capaz de amarrarme y dejarme encerrada en el cuarto como si fuera una más de tus mascotas o juguetes.
-Menos mal nadie te está oyendo, porque eso que dices no me hace quedar muy bien que digamos.
-Eres un manipulador, y crees que puedes tratar a las personas según tu estado de ánimo: en un minuto sonriente y al minuto siguiente queriendo meterle candela hasta a los almacenes de muebles ¿Qué culpa tiene la gente de que a ti te parezcan feas las cosas?
-No se trata de eso, es una manera de expresarme más que realmente quiera dañar algo…
-Y ayer, cuando llegaste de hacer tus vueltas en el Valle, yo sé que detestas manejar en Valledupar, con sus trancones absurdos, las grúas del tránsito acechando y los vendedores de semáforos y hamponcillos varios revoloteando por ahí pero ¡yo que culpa tengo de eso!
-Sabes que detesto manejar y más si la temperatura ambiente es de cuarenta grados con noventa y pico de humedad; pero no era contigo, sencillamente llegué acalorado, nomás, creo que eso era obvio, ¿no?
-No lo es si cuando nos vemos lo primero que dices es una grosería, y no me vayas a salir ahora con que no te acuerdas. Venías caminando, con el profesor X, cuando nos encontramos. Iba yo saliendo de la iglesia, en paz, y justo al frente del atrio el saludo que me das es que quieres que el cura te bendiga el pene. ¿Tú crees que eso no es una falta de respeto? Pero claro, como a ti solo te importas tú… y el profesor que te apoya porque lo que hizo fue reírse… Y ayer, que ira, sales a la tienda, te compras tu Coca cola, la número tres o cuatro del día, y a mí no me traes nada…
-Cuando salí estabas durmiendo y cuando llegué te pregunté que si querías Coca Zero o que si te iba a buscar algo más y me dijiste que no, (estabas concentradísima oyendo una conferencia motivacional de Lizzie Velázquez).
-Cuando uno va a traer trae y ya, sin andar preguntando nada…
Permanecí sentado frente a ella y dejé que descargara toda su frustración, mientras me sumergía en un trance tan profundo que era casi un coma inducido por mi mente, que me repetía: “Todo está bien, las cosas son perfectas.
¿Cómo discutir ante emociones suscitadas por acciones previas? Después de prestado el servicio o consumido el producto es demasiado tarde para pedir rebaja. Fondo y forma son lo mismo y venimos aquí a regresar a nuestra forma original, que es nada, vacío, cero absoluto”.
Entre tanto, la lluvia caía, la brisa pasaba y el sonido de las mototaxis y sus reguetones se hacían oír, mezclados con jingles de propaganda política y olores de ACPM, tierra mojada y pólvora. Villanueva, sur de La Guajira colombiana, finales de agosto del dos mil quince, tiempo propicio para el amor.
Con el tiempo las cosas empiezan a dar fruto- bueno, a veces es solo cuestión de echar una siestica- si uno avanzara a partir de enfatizar en los errores los obstinados alcanzarían el nirvana primero que el resto de los seres de la creación, y sin embargo no es así. -No me gusta que me […]
Con el tiempo las cosas empiezan a dar fruto- bueno, a veces es solo cuestión de echar una siestica- si uno avanzara a partir de enfatizar en los errores los obstinados alcanzarían el nirvana primero que el resto de los seres de la creación, y sin embargo no es así.
-No me gusta que me trates como si fuera una niña- me dijo- Ayer, por ejemplo ¿qué necesidad tenías de decirme así lo de la sudadera, si la semana pasada me la había puesto y no me dijiste nada.
-Esa vez me pareció fea, pero como ya íbamos de salida e íbamos tarde preferí no decirte nada, no nos fuera a salir más el sol.
-¿Ves? Eres demasiado egoísta, eres un niño. Si no me despabilo eres capaz de amarrarme y dejarme encerrada en el cuarto como si fuera una más de tus mascotas o juguetes.
-Menos mal nadie te está oyendo, porque eso que dices no me hace quedar muy bien que digamos.
-Eres un manipulador, y crees que puedes tratar a las personas según tu estado de ánimo: en un minuto sonriente y al minuto siguiente queriendo meterle candela hasta a los almacenes de muebles ¿Qué culpa tiene la gente de que a ti te parezcan feas las cosas?
-No se trata de eso, es una manera de expresarme más que realmente quiera dañar algo…
-Y ayer, cuando llegaste de hacer tus vueltas en el Valle, yo sé que detestas manejar en Valledupar, con sus trancones absurdos, las grúas del tránsito acechando y los vendedores de semáforos y hamponcillos varios revoloteando por ahí pero ¡yo que culpa tengo de eso!
-Sabes que detesto manejar y más si la temperatura ambiente es de cuarenta grados con noventa y pico de humedad; pero no era contigo, sencillamente llegué acalorado, nomás, creo que eso era obvio, ¿no?
-No lo es si cuando nos vemos lo primero que dices es una grosería, y no me vayas a salir ahora con que no te acuerdas. Venías caminando, con el profesor X, cuando nos encontramos. Iba yo saliendo de la iglesia, en paz, y justo al frente del atrio el saludo que me das es que quieres que el cura te bendiga el pene. ¿Tú crees que eso no es una falta de respeto? Pero claro, como a ti solo te importas tú… y el profesor que te apoya porque lo que hizo fue reírse… Y ayer, que ira, sales a la tienda, te compras tu Coca cola, la número tres o cuatro del día, y a mí no me traes nada…
-Cuando salí estabas durmiendo y cuando llegué te pregunté que si querías Coca Zero o que si te iba a buscar algo más y me dijiste que no, (estabas concentradísima oyendo una conferencia motivacional de Lizzie Velázquez).
-Cuando uno va a traer trae y ya, sin andar preguntando nada…
Permanecí sentado frente a ella y dejé que descargara toda su frustración, mientras me sumergía en un trance tan profundo que era casi un coma inducido por mi mente, que me repetía: “Todo está bien, las cosas son perfectas.
¿Cómo discutir ante emociones suscitadas por acciones previas? Después de prestado el servicio o consumido el producto es demasiado tarde para pedir rebaja. Fondo y forma son lo mismo y venimos aquí a regresar a nuestra forma original, que es nada, vacío, cero absoluto”.
Entre tanto, la lluvia caía, la brisa pasaba y el sonido de las mototaxis y sus reguetones se hacían oír, mezclados con jingles de propaganda política y olores de ACPM, tierra mojada y pólvora. Villanueva, sur de La Guajira colombiana, finales de agosto del dos mil quince, tiempo propicio para el amor.