La última asamblea de la Andi estuvo rodeada de múltiples informaciones triviales: que si la Ministra Cecilia Álvarez le hizo buena o mala cara a Bruce Mc Master; que si hicieron las paces; que si el presidente estaba disgustado con la Andi o no, que si el video de “compra colombiano” fue oportuno proyectarlo. Y […]
La última asamblea de la Andi estuvo rodeada de múltiples informaciones triviales: que si la Ministra Cecilia Álvarez le hizo buena o mala cara a Bruce Mc Master; que si hicieron las paces; que si el presidente estaba disgustado con la Andi o no, que si el video de “compra colombiano” fue oportuno proyectarlo. Y así por el estilo, más allá de estas noticias episódicas y en el fondo sin mayor importancia, el hecho realmente significativo pasó desapercibido.
Me refiero al magnifico documento que presentó la Andi titulado “estrategia para una nueva industrialización”, que constituye un decálogo moderno y fresco sobre lo que en el siglo XXI debe entenderse por una política industrial y empresarial. ¿Qué es de destacar de este importante documento? En primer lugar, la política industrial que allí está bosquejada no es la tradicional que se había predicado en el siglo pasado, según la cual, el gobierno o una alta autoridad señalaban a dedo sectores ganadores y perdedores. A los primeros los colmaba de subsidio y apoyos mientras a los segundos los dejaba abandonados a su suerte.
Esta no es la visión que surge del documento de la Andi que reclama políticas públicas en lo tributario, o en la reducción de lo que se denomina “costo país” (tales como el costo de la energía, o el del transporte, por ejemplo), pero para todo el mundo, no para unos sectores privilegiados y para otros no. El documento, desde luego, comienza por reconocer la profunda crisis por la que ha pasado el sector manufacturero, durante la última década. Un solo dato sirve para ilustrar lo anterior, en los últimos ocho años el sector industrial solo ha crecido 0,6% promedio año mientras que el conjunto de la economía lo ha hecho a una tasa del 4,2%.
El documento no pide una política industrial donde se señalen a dedo sub sectores ganadores y perdedores. Pero sí reclama una estrategia explícita de industrialización para Colombia. El documento resalta lo que ya es una verdad aceptada en todos los círculos académicos. Colombia viene sufriendo hace algunos años una aguda “enfermedad holandesa”. Me pareció de inmensa importancia cómo el documento de la Andi destaca, que uno de los sub sectores con mayores posibilidades en el país es el de las agroindustrias.
El documento Andi no pide subsidios específicos pero sí reclama una política tributaria más racional que la que se ha organizado disparatadamente en el país, sobre todo a partir de la reforma tributaria del 2014.
Según éste documento y con base a una encuesta que hizo la Andi entre 253 empresas con ingresos de 125 billones de pesos anuales, la tasa efectiva de tributación empresarial en Colombia alcanza el escalofriante porcentaje de 72,3% y si se excluyen los parafiscales y los demás pagos de seguridad social, la tributación empresarial anda por niveles del 69,6%. Con toda razón la Andi vuelve a reclamar una reforma tributaria integral, como lo hizo el año pasado, sin haber sido escuchada por el gobierno que por fin se está dando cuenta, aunque tardíamente, del profundo error que cometió con la reforma del 2014. Un buen documento, en síntesis no para que el gobierno se moleste, sino más bien para que lo lea con sentido auto crítico y constructivo.
La última asamblea de la Andi estuvo rodeada de múltiples informaciones triviales: que si la Ministra Cecilia Álvarez le hizo buena o mala cara a Bruce Mc Master; que si hicieron las paces; que si el presidente estaba disgustado con la Andi o no, que si el video de “compra colombiano” fue oportuno proyectarlo. Y […]
La última asamblea de la Andi estuvo rodeada de múltiples informaciones triviales: que si la Ministra Cecilia Álvarez le hizo buena o mala cara a Bruce Mc Master; que si hicieron las paces; que si el presidente estaba disgustado con la Andi o no, que si el video de “compra colombiano” fue oportuno proyectarlo. Y así por el estilo, más allá de estas noticias episódicas y en el fondo sin mayor importancia, el hecho realmente significativo pasó desapercibido.
Me refiero al magnifico documento que presentó la Andi titulado “estrategia para una nueva industrialización”, que constituye un decálogo moderno y fresco sobre lo que en el siglo XXI debe entenderse por una política industrial y empresarial. ¿Qué es de destacar de este importante documento? En primer lugar, la política industrial que allí está bosquejada no es la tradicional que se había predicado en el siglo pasado, según la cual, el gobierno o una alta autoridad señalaban a dedo sectores ganadores y perdedores. A los primeros los colmaba de subsidio y apoyos mientras a los segundos los dejaba abandonados a su suerte.
Esta no es la visión que surge del documento de la Andi que reclama políticas públicas en lo tributario, o en la reducción de lo que se denomina “costo país” (tales como el costo de la energía, o el del transporte, por ejemplo), pero para todo el mundo, no para unos sectores privilegiados y para otros no. El documento, desde luego, comienza por reconocer la profunda crisis por la que ha pasado el sector manufacturero, durante la última década. Un solo dato sirve para ilustrar lo anterior, en los últimos ocho años el sector industrial solo ha crecido 0,6% promedio año mientras que el conjunto de la economía lo ha hecho a una tasa del 4,2%.
El documento no pide una política industrial donde se señalen a dedo sub sectores ganadores y perdedores. Pero sí reclama una estrategia explícita de industrialización para Colombia. El documento resalta lo que ya es una verdad aceptada en todos los círculos académicos. Colombia viene sufriendo hace algunos años una aguda “enfermedad holandesa”. Me pareció de inmensa importancia cómo el documento de la Andi destaca, que uno de los sub sectores con mayores posibilidades en el país es el de las agroindustrias.
El documento Andi no pide subsidios específicos pero sí reclama una política tributaria más racional que la que se ha organizado disparatadamente en el país, sobre todo a partir de la reforma tributaria del 2014.
Según éste documento y con base a una encuesta que hizo la Andi entre 253 empresas con ingresos de 125 billones de pesos anuales, la tasa efectiva de tributación empresarial en Colombia alcanza el escalofriante porcentaje de 72,3% y si se excluyen los parafiscales y los demás pagos de seguridad social, la tributación empresarial anda por niveles del 69,6%. Con toda razón la Andi vuelve a reclamar una reforma tributaria integral, como lo hizo el año pasado, sin haber sido escuchada por el gobierno que por fin se está dando cuenta, aunque tardíamente, del profundo error que cometió con la reforma del 2014. Un buen documento, en síntesis no para que el gobierno se moleste, sino más bien para que lo lea con sentido auto crítico y constructivo.