En una entrevista que el poeta cordobés José María Vergara logró con Alejando Durán, algunos años antes de su muerte, al ser este interrogado sobre el significado que para el tenían las mujeres, respondió en esta forma: “ellas son mi negocio, mi asunto”, dando a entender con ello que eran el gran motivo de inspiración […]
En una entrevista que el poeta cordobés José María Vergara logró con Alejando Durán, algunos años antes de su muerte, al ser este interrogado sobre el significado que para el tenían las mujeres, respondió en esta forma: “ellas son mi negocio, mi asunto”, dando a entender con ello que eran el gran motivo de inspiración y permanente preocupación de sus creaciones y la razón de su vocación musical.
Revisando la discografía del ‘Negro Alejo’, por lo menos el ochenta por ciento de sus cantos fueron dedicados a las muchísimas hembras que alebrestaron su corazón ya que fuera de lejos o de cerquita. Abundaron féminas trascendentales en su vida y otras de menor cuantía que se asomaron en circunstancias pasajeras, y que él conseguía y despedía en un baile, caseta o parranda, es decir llegaron y se fueron, así como “Los Amores de Petrona, en la rueda del cumbión”, del autor Julián Pérez Carvajalino.
Respecto a su enfático negocio, este vocablo según el diccionario de la real academia representa todo aquello que es sujeto de una acción lucrativa. Para el ‘Negro Durán’ la utilidad o interés que pretendía enamorando mujeres, fue determinante para su numen creativo que solamente le daba felicidad en la conquista amorosa, sino alcanzar fama y aplausos a través de las bonitas canciones que con el embrujo de su acordeón seducía a cuanta pollera se dejara pelar el diente de oro que siempre le brillaba, cuando exclamaba OA! OA! Sabroso! En el instante que una dama le sonreía ya fuera libre o ajena.
Es posible que en la afirmación de Alejo haya algo de inocencia, pues no creo que él hubiera visto en las mujeres un estado de pérdidas y ganancias , pero si , era tangible el beneficio que le producía enamorarse y sublimar una dama con un sentido paseo y un alegre merengue que llevado al disco con su acordeón coqueto y su voz con matices de dulce trueno, acariciaba el gusto popular y sus acetatos se vendían como pan caliente; ahí estaba el negocio, pero sus mayores logros los tenía en la conquista y la seducción de los más de mil doncellas que caían rendidas ante la estampa de ébano, que como un Don Juan campesino, de rustico caqui, modesto calzado y sombrero quinceano llevaba en el pecho un pedazo de acordeón.
Pienso que el ‘Negro Alejo’ era un hombre muy práctico quizás y lo que quiso decir en su afirmación de ver a las mujeres como su negocio fue que su buena fortuna con ellas le permitió crecer artísticamente y así fueron cayendo una tras otra, solo por mencionar algunas recordemos a Joselina, Gladys, Guillo, Irene ,Amelia, Elisa, Juliana, Reyes, María, Saturnina, Berta, Norma, Nur, Catalina, Fidelina, Gloria, Maruja, Sabina, Breen, Chave, y Martica, entre muchísimas más sin con contar las que se fueron con la Soja en los cacho, o las que después de matar el tigre le tuvieron miedo al cuero.
Si bien es cierto que en la idea del amor existe una contradicción frente al interés económico y aunque a Gloria , su última compañera solo recibió de herencia el sombrero y la bicicleta en la que el Negro se paseaba por las calles de Planeta Rica, es inmensa la herencia que le dejó al pueblo colombiano con su grandiosa obra musical y los bonitos recuerdos que guardan con celo las innumerables mujeres que le mantuvieron el negocio solo con pelarles el colmillo de oro que brillaba cuando el alegremente exclamaba :OA! APA! Sabroso!
En una entrevista que el poeta cordobés José María Vergara logró con Alejando Durán, algunos años antes de su muerte, al ser este interrogado sobre el significado que para el tenían las mujeres, respondió en esta forma: “ellas son mi negocio, mi asunto”, dando a entender con ello que eran el gran motivo de inspiración […]
En una entrevista que el poeta cordobés José María Vergara logró con Alejando Durán, algunos años antes de su muerte, al ser este interrogado sobre el significado que para el tenían las mujeres, respondió en esta forma: “ellas son mi negocio, mi asunto”, dando a entender con ello que eran el gran motivo de inspiración y permanente preocupación de sus creaciones y la razón de su vocación musical.
Revisando la discografía del ‘Negro Alejo’, por lo menos el ochenta por ciento de sus cantos fueron dedicados a las muchísimas hembras que alebrestaron su corazón ya que fuera de lejos o de cerquita. Abundaron féminas trascendentales en su vida y otras de menor cuantía que se asomaron en circunstancias pasajeras, y que él conseguía y despedía en un baile, caseta o parranda, es decir llegaron y se fueron, así como “Los Amores de Petrona, en la rueda del cumbión”, del autor Julián Pérez Carvajalino.
Respecto a su enfático negocio, este vocablo según el diccionario de la real academia representa todo aquello que es sujeto de una acción lucrativa. Para el ‘Negro Durán’ la utilidad o interés que pretendía enamorando mujeres, fue determinante para su numen creativo que solamente le daba felicidad en la conquista amorosa, sino alcanzar fama y aplausos a través de las bonitas canciones que con el embrujo de su acordeón seducía a cuanta pollera se dejara pelar el diente de oro que siempre le brillaba, cuando exclamaba OA! OA! Sabroso! En el instante que una dama le sonreía ya fuera libre o ajena.
Es posible que en la afirmación de Alejo haya algo de inocencia, pues no creo que él hubiera visto en las mujeres un estado de pérdidas y ganancias , pero si , era tangible el beneficio que le producía enamorarse y sublimar una dama con un sentido paseo y un alegre merengue que llevado al disco con su acordeón coqueto y su voz con matices de dulce trueno, acariciaba el gusto popular y sus acetatos se vendían como pan caliente; ahí estaba el negocio, pero sus mayores logros los tenía en la conquista y la seducción de los más de mil doncellas que caían rendidas ante la estampa de ébano, que como un Don Juan campesino, de rustico caqui, modesto calzado y sombrero quinceano llevaba en el pecho un pedazo de acordeón.
Pienso que el ‘Negro Alejo’ era un hombre muy práctico quizás y lo que quiso decir en su afirmación de ver a las mujeres como su negocio fue que su buena fortuna con ellas le permitió crecer artísticamente y así fueron cayendo una tras otra, solo por mencionar algunas recordemos a Joselina, Gladys, Guillo, Irene ,Amelia, Elisa, Juliana, Reyes, María, Saturnina, Berta, Norma, Nur, Catalina, Fidelina, Gloria, Maruja, Sabina, Breen, Chave, y Martica, entre muchísimas más sin con contar las que se fueron con la Soja en los cacho, o las que después de matar el tigre le tuvieron miedo al cuero.
Si bien es cierto que en la idea del amor existe una contradicción frente al interés económico y aunque a Gloria , su última compañera solo recibió de herencia el sombrero y la bicicleta en la que el Negro se paseaba por las calles de Planeta Rica, es inmensa la herencia que le dejó al pueblo colombiano con su grandiosa obra musical y los bonitos recuerdos que guardan con celo las innumerables mujeres que le mantuvieron el negocio solo con pelarles el colmillo de oro que brillaba cuando el alegremente exclamaba :OA! APA! Sabroso!