Caminando por la calle del Cesar compré y me gané la nueve millonaria y el Tribunal Administrativo de Cundinamarca me la negó. Argumentó que no alcanzó la masa, o sea, la plata. La lotería la compré en Valledupar el 28 de agosto de 2007. A los pocos días entró en liquidación. Desde entonces inicié el […]
Caminando por la calle del Cesar compré y me gané la nueve millonaria y el Tribunal Administrativo de Cundinamarca me la negó. Argumentó que no alcanzó la masa, o sea, la plata. La lotería la compré en Valledupar el 28 de agosto de 2007. A los pocos días entró en liquidación. Desde entonces inicié el periplo tramitológico para que Amazonas, Arauca, Casanare, Guainía, Putumayo ,Vaupés, San Andrés Isla, Vichada y la Superintendencia Nacional de Salud me pagaran el premio de una lotería que yo pensaba que era más difícil ganársela que cobrarla. Jugaban cuatro números y tres de serie, eran siete. Iban jugando más de un millón de billetes. Desde la Nueve Millonaria me recomendaron el abogado. Y a los ocho años fallan diciendo que no alcanzó la plata. En la imaginación de un ser normal no cabe la idea de que es más difícil ganarla que cobrarla.
Lo anterior no es un buen referente para los apostadores en el segundo país de América, después de Panamá. Esto sucedió por falta de vigilancia de la Superintendencia de Salud que permitía que siguiera jugando una lotería que no tenía con que pagar, según el expediente. Lea y diga que tenían un déficit o patrimonio negativo de $12.403.955 a 31 de marzo de 2007 y seguían engañando al país apostador. A un ganador en Pereira le venían pagando un premio mayor a pago diario, hoy tiene la demanda con mi mismo abogado para que le cancelen el resto, más de novecientos millones. También se la negó.
¿Será que esto estará sucediendo con las demás loterías que sobreviven? Las del Caribe las acabaron todas. Yo pensaba que además de pagarme, al igual que a los demás ganadores, iban a investigar y castigar a los causantes de los fraudes y engaños en la Nueve. Me castigaron fue a mí, negándome el pago, además de los gastos que hice en cuatro viajes a Bogotá, en papelería de los abogados, menos mal que no celebré como el personaje del Telegrama, un cuento de David Sánchez Juliao.
Los asesores jurídicos de los nueve departamentos tienen que estar muertos de la risa con el fallo de la magistrada Corina Duque, que falló contra los quirografarios que somos los quinto en el orden que se establece para los derecho habientes de la lotería. Muertos de risa porque el juez dice que esos nueve departamentos no tienen con qué pagar. Se le olvidó que algunos figuran entre los que más reciben regalías petrolíferas. No tienen 50 millones que es mi fracción, menos 17 para salud. No tienen 33 para que me cancelen el 1584, serie 150. A pesar que tuve que llevar a Bogotá, una de las veces, 12 documentos para poder recibir el pago.
Después del recorrido anterior, el proceso va al Consejo de Estado, como última instancia y recurso. Bien ganado tiene Colombia el puesto 183, entre189 países en la resolución de conflictos judiciales. Ahora me toca esperar y ojalá para que me paguen y que no sean ocho años más porque este paciente renal no los resiste con la desesperanza del coronel garciamarquiano.
Por Francisco Turizo Jiménez
[email protected]
Caminando por la calle del Cesar compré y me gané la nueve millonaria y el Tribunal Administrativo de Cundinamarca me la negó. Argumentó que no alcanzó la masa, o sea, la plata. La lotería la compré en Valledupar el 28 de agosto de 2007. A los pocos días entró en liquidación. Desde entonces inicié el […]
Caminando por la calle del Cesar compré y me gané la nueve millonaria y el Tribunal Administrativo de Cundinamarca me la negó. Argumentó que no alcanzó la masa, o sea, la plata. La lotería la compré en Valledupar el 28 de agosto de 2007. A los pocos días entró en liquidación. Desde entonces inicié el periplo tramitológico para que Amazonas, Arauca, Casanare, Guainía, Putumayo ,Vaupés, San Andrés Isla, Vichada y la Superintendencia Nacional de Salud me pagaran el premio de una lotería que yo pensaba que era más difícil ganársela que cobrarla. Jugaban cuatro números y tres de serie, eran siete. Iban jugando más de un millón de billetes. Desde la Nueve Millonaria me recomendaron el abogado. Y a los ocho años fallan diciendo que no alcanzó la plata. En la imaginación de un ser normal no cabe la idea de que es más difícil ganarla que cobrarla.
Lo anterior no es un buen referente para los apostadores en el segundo país de América, después de Panamá. Esto sucedió por falta de vigilancia de la Superintendencia de Salud que permitía que siguiera jugando una lotería que no tenía con que pagar, según el expediente. Lea y diga que tenían un déficit o patrimonio negativo de $12.403.955 a 31 de marzo de 2007 y seguían engañando al país apostador. A un ganador en Pereira le venían pagando un premio mayor a pago diario, hoy tiene la demanda con mi mismo abogado para que le cancelen el resto, más de novecientos millones. También se la negó.
¿Será que esto estará sucediendo con las demás loterías que sobreviven? Las del Caribe las acabaron todas. Yo pensaba que además de pagarme, al igual que a los demás ganadores, iban a investigar y castigar a los causantes de los fraudes y engaños en la Nueve. Me castigaron fue a mí, negándome el pago, además de los gastos que hice en cuatro viajes a Bogotá, en papelería de los abogados, menos mal que no celebré como el personaje del Telegrama, un cuento de David Sánchez Juliao.
Los asesores jurídicos de los nueve departamentos tienen que estar muertos de la risa con el fallo de la magistrada Corina Duque, que falló contra los quirografarios que somos los quinto en el orden que se establece para los derecho habientes de la lotería. Muertos de risa porque el juez dice que esos nueve departamentos no tienen con qué pagar. Se le olvidó que algunos figuran entre los que más reciben regalías petrolíferas. No tienen 50 millones que es mi fracción, menos 17 para salud. No tienen 33 para que me cancelen el 1584, serie 150. A pesar que tuve que llevar a Bogotá, una de las veces, 12 documentos para poder recibir el pago.
Después del recorrido anterior, el proceso va al Consejo de Estado, como última instancia y recurso. Bien ganado tiene Colombia el puesto 183, entre189 países en la resolución de conflictos judiciales. Ahora me toca esperar y ojalá para que me paguen y que no sean ocho años más porque este paciente renal no los resiste con la desesperanza del coronel garciamarquiano.
Por Francisco Turizo Jiménez
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