“… y si el ciego guía al ciego, ambos caerán en el hoyo”: San Mateo 15,14. Pensando en la presente coyuntura política, pero también en nuestros escenarios de influencia, como el hogar, los negocios, la oficina, el campo, nos llega el momento cuando el liderazgo debe satisfacer las necesidades de la hora. El liderazgo establece […]
“… y si el ciego guía al ciego, ambos caerán en el hoyo”: San Mateo 15,14.
Pensando en la presente coyuntura política, pero también en nuestros escenarios de influencia, como el hogar, los negocios, la oficina, el campo, nos llega el momento cuando el liderazgo debe satisfacer las necesidades de la hora.
El liderazgo establece los parámetros de éxito, ya sea un municipio o una nación, una organización o un negocio, una iglesia o la familia. Mientras más altos sean los parámetros, más eficaz será el liderazgo.
Son muchas las definiciones de liderazgo, desde capacidad de convocatoria hasta la voluntad de hacer que los demás hagan lo que no les gusta hacer. Yo creo que liderazgo es influencia; según la Biblia, proviene del hecho de servir a los demás.
La complejidad de los tiempos actuales dificulta el surgimiento de líderes, pero son precisamente los tiempos difíciles los que producen personas dispuestas a enfrentar las crisis.
Queridos lectores, cada uno de nosotros tiene un poder de influencia otorgado por Dios mismo, por lo que debemos esforzarnos lo más que podamos para ser líderes eficaces en los sitios donde hemos sido puestos. Del cajón de mis apuntes, extraigo algunas características que nos permitirán ser más eficientes en el liderazgo:
Tener sentido de responsabilidad. Es sentir la necesidad interior de asumir posiciones. Es un compromiso profundo que nos hace hacer lo que hemos sido llamados a hacer. Es descubrir la misión, el reto u objetivo que nos empuja hacia un determinado escenario sin claudicar y con la certeza que el Dios que llama también prepara. Muchos personajes de la Biblia experimentaron ese llamado que les quemaba por dentro y no pudieron rechazar.
Saber comunicarse. Hay que saber comunicar la visión específica que hemos recibido de Dios; después de haberla visto, hay que ser capaz de expresarla en forma creativa para que las personas puedan comprenderla, asimilarla y caminar con ella.
Abordar los problemas con habilidad. Es encontrar soluciones de manera hábil. Un conocido modelo de gerencia establece que las debilidades nos abren oportunidades de mejoramiento, utilizando situaciones de crisis como oportunidades para lograr cambios. La habilidad creadora es una característica que debemos perseguir, las personas con ella son los genios de las ideas.
Servir con generosidad. El liderazgo no se mide por la cantidad de personas que nos sirven, sino por la cantidad de personas a quienes nosotros servimos. La Escritura establece: “de gracia recibisteis, dad de gracia” y también “dad y se os dará… porque con la misma medida con que medimos, nos volverán a medir”.
Seamos persistentes. Puede haber personas persistentes sin ser líderes, pero no líderes que no sean persistentes. Se debe persistir en la relación y el cuidado con las personas, porque esto nos da seguridad y sentido de trascendencia; en vivir por principios y sustentado en valores, porque eso ofrece orientación y sentido de ubicación; en los planes y proyectos, porque eso fortalece la competencia y realización.
Este asunto de convertirse en líder es un reto. Nunca antes la necesidad de serlo ha sido tan fuerte y nunca antes ha sido tan caro el precio que pagar; pero nuestra ciudad, nuestros negocios y nuestros hogares lo reclaman a gritos.
¡Llegó el momento de asumir el reto! ¡Que Dios nos ayude a ser los líderes que estamos llamados a ser para esta hora de necesidad! ¡Seamos personas dignas de seguir!
Abrazos y bendiciones…
“… y si el ciego guía al ciego, ambos caerán en el hoyo”: San Mateo 15,14. Pensando en la presente coyuntura política, pero también en nuestros escenarios de influencia, como el hogar, los negocios, la oficina, el campo, nos llega el momento cuando el liderazgo debe satisfacer las necesidades de la hora. El liderazgo establece […]
“… y si el ciego guía al ciego, ambos caerán en el hoyo”: San Mateo 15,14.
Pensando en la presente coyuntura política, pero también en nuestros escenarios de influencia, como el hogar, los negocios, la oficina, el campo, nos llega el momento cuando el liderazgo debe satisfacer las necesidades de la hora.
El liderazgo establece los parámetros de éxito, ya sea un municipio o una nación, una organización o un negocio, una iglesia o la familia. Mientras más altos sean los parámetros, más eficaz será el liderazgo.
Son muchas las definiciones de liderazgo, desde capacidad de convocatoria hasta la voluntad de hacer que los demás hagan lo que no les gusta hacer. Yo creo que liderazgo es influencia; según la Biblia, proviene del hecho de servir a los demás.
La complejidad de los tiempos actuales dificulta el surgimiento de líderes, pero son precisamente los tiempos difíciles los que producen personas dispuestas a enfrentar las crisis.
Queridos lectores, cada uno de nosotros tiene un poder de influencia otorgado por Dios mismo, por lo que debemos esforzarnos lo más que podamos para ser líderes eficaces en los sitios donde hemos sido puestos. Del cajón de mis apuntes, extraigo algunas características que nos permitirán ser más eficientes en el liderazgo:
Tener sentido de responsabilidad. Es sentir la necesidad interior de asumir posiciones. Es un compromiso profundo que nos hace hacer lo que hemos sido llamados a hacer. Es descubrir la misión, el reto u objetivo que nos empuja hacia un determinado escenario sin claudicar y con la certeza que el Dios que llama también prepara. Muchos personajes de la Biblia experimentaron ese llamado que les quemaba por dentro y no pudieron rechazar.
Saber comunicarse. Hay que saber comunicar la visión específica que hemos recibido de Dios; después de haberla visto, hay que ser capaz de expresarla en forma creativa para que las personas puedan comprenderla, asimilarla y caminar con ella.
Abordar los problemas con habilidad. Es encontrar soluciones de manera hábil. Un conocido modelo de gerencia establece que las debilidades nos abren oportunidades de mejoramiento, utilizando situaciones de crisis como oportunidades para lograr cambios. La habilidad creadora es una característica que debemos perseguir, las personas con ella son los genios de las ideas.
Servir con generosidad. El liderazgo no se mide por la cantidad de personas que nos sirven, sino por la cantidad de personas a quienes nosotros servimos. La Escritura establece: “de gracia recibisteis, dad de gracia” y también “dad y se os dará… porque con la misma medida con que medimos, nos volverán a medir”.
Seamos persistentes. Puede haber personas persistentes sin ser líderes, pero no líderes que no sean persistentes. Se debe persistir en la relación y el cuidado con las personas, porque esto nos da seguridad y sentido de trascendencia; en vivir por principios y sustentado en valores, porque eso ofrece orientación y sentido de ubicación; en los planes y proyectos, porque eso fortalece la competencia y realización.
Este asunto de convertirse en líder es un reto. Nunca antes la necesidad de serlo ha sido tan fuerte y nunca antes ha sido tan caro el precio que pagar; pero nuestra ciudad, nuestros negocios y nuestros hogares lo reclaman a gritos.
¡Llegó el momento de asumir el reto! ¡Que Dios nos ayude a ser los líderes que estamos llamados a ser para esta hora de necesidad! ¡Seamos personas dignas de seguir!
Abrazos y bendiciones…