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Columnista - 17 junio, 2015

Sí el nombre en política dice algo, todo estaría santificado

Aunque son muchos los partidos políticos que aún no han definido los nombres de los candidatos con los que participarán en las elecciones de octubre para escoger a alcaldes, gobernadores, concejales, diputados y ediles, son muchas las propagandas y anuncios publicitarios que circulan desde ya, pegados en afiches y calcomanías en los vehículos; así mismo […]

Boton Wpp

Aunque son muchos los partidos políticos que aún no han definido los nombres de los candidatos con los que participarán en las elecciones de octubre para escoger a alcaldes, gobernadores, concejales, diputados y ediles, son muchas las propagandas y anuncios publicitarios que circulan desde ya, pegados en afiches y calcomanías en los vehículos; así mismo en pendones y murales, tratando de difundir el nombre del posible aspirante, utilizando frases rebuscadas y sin sentido, solo con la idea de resaltar las letras iniciales de los nombres y apellidos de los candidatos, lo que me parece una salida en falso y un desacierto de los publicistas.

Casos como el mensaje difundido por el actual gobernador en campaña quien utilizó una parte del apellido “Salvo” y que hoy es eslogan de su gobierno “el Cesar a Salvo”, me parecen absurdos y todo un desacierto, porque a pocos meses de terminar su mandato son muchas cosas las que no están a Salvo y por el contrario necesitan ser rescatadas y darles los primeros auxilios.
Pueda ser que esta pésima idea no la vaya a tomar el ahora candidato a la Gobernación Franco Ovalle, y resulte diciendo en sus anuncios publicitarios que va ser “Franco con el Cesar”, porque no quiero ni pensarlo; sería algo así como un chiste de mal gusto; pues resulta difícil de creer que en nuestro país existan políticos francos de verdad, temo que pasaría algo así como le ocurrió a Diógenes en Atenas, que pese a que encendía una lámpara a plena luz del día para encontrar hombres honestos no los encontró; de igual manera aquí en Colombia no vamos a encontrar políticos francos y sinceros, aun si no se oculta el sol.

Está bien que los publicistas sean creativos a la hora de hacer su trabajo, pero no es lo mismo promocionar la venta de un champú para piojos o una crema dental blanqueadora que el nombre de un candidato. No debemos perder de vista que la propaganda política es una técnica de persuasión social destinada a lograr en los electores determinadas formas de pensar o de actuar o, al menos, influir sobre ellas.
La propaganda o publicidad política por lo menos debe llevar un mensaje capaz de influir en el sistema de valores del ciudadano y en su conducta y parte de ese mensaje debe contener un discurso persuasivo a tono con los planteamientos de gobierno que se propone, pero no construir discurso político ni promesas de gobierno a partir de la ocurrencia de un simple nombre o un apellido; pienso que esto no es nada serio. De tener fundamento esta apreciación el presidente Santos y Angelino Garzón hubiesen vendido sus apellidos y nombres en sus campañas bajo el epígrafe de santidad y muy seguramente en Colombia todos los sectores sociales estuvieran santificados y angelicales o en Bogotá al alcalde Gustavo Petro, le Gustaría a toda la sociedad capitalina y no hubiera sido tan perseguido.

Columnista
17 junio, 2015

Sí el nombre en política dice algo, todo estaría santificado

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Guillermo Ramirez

Aunque son muchos los partidos políticos que aún no han definido los nombres de los candidatos con los que participarán en las elecciones de octubre para escoger a alcaldes, gobernadores, concejales, diputados y ediles, son muchas las propagandas y anuncios publicitarios que circulan desde ya, pegados en afiches y calcomanías en los vehículos; así mismo […]


Aunque son muchos los partidos políticos que aún no han definido los nombres de los candidatos con los que participarán en las elecciones de octubre para escoger a alcaldes, gobernadores, concejales, diputados y ediles, son muchas las propagandas y anuncios publicitarios que circulan desde ya, pegados en afiches y calcomanías en los vehículos; así mismo en pendones y murales, tratando de difundir el nombre del posible aspirante, utilizando frases rebuscadas y sin sentido, solo con la idea de resaltar las letras iniciales de los nombres y apellidos de los candidatos, lo que me parece una salida en falso y un desacierto de los publicistas.

Casos como el mensaje difundido por el actual gobernador en campaña quien utilizó una parte del apellido “Salvo” y que hoy es eslogan de su gobierno “el Cesar a Salvo”, me parecen absurdos y todo un desacierto, porque a pocos meses de terminar su mandato son muchas cosas las que no están a Salvo y por el contrario necesitan ser rescatadas y darles los primeros auxilios.
Pueda ser que esta pésima idea no la vaya a tomar el ahora candidato a la Gobernación Franco Ovalle, y resulte diciendo en sus anuncios publicitarios que va ser “Franco con el Cesar”, porque no quiero ni pensarlo; sería algo así como un chiste de mal gusto; pues resulta difícil de creer que en nuestro país existan políticos francos de verdad, temo que pasaría algo así como le ocurrió a Diógenes en Atenas, que pese a que encendía una lámpara a plena luz del día para encontrar hombres honestos no los encontró; de igual manera aquí en Colombia no vamos a encontrar políticos francos y sinceros, aun si no se oculta el sol.

Está bien que los publicistas sean creativos a la hora de hacer su trabajo, pero no es lo mismo promocionar la venta de un champú para piojos o una crema dental blanqueadora que el nombre de un candidato. No debemos perder de vista que la propaganda política es una técnica de persuasión social destinada a lograr en los electores determinadas formas de pensar o de actuar o, al menos, influir sobre ellas.
La propaganda o publicidad política por lo menos debe llevar un mensaje capaz de influir en el sistema de valores del ciudadano y en su conducta y parte de ese mensaje debe contener un discurso persuasivo a tono con los planteamientos de gobierno que se propone, pero no construir discurso político ni promesas de gobierno a partir de la ocurrencia de un simple nombre o un apellido; pienso que esto no es nada serio. De tener fundamento esta apreciación el presidente Santos y Angelino Garzón hubiesen vendido sus apellidos y nombres en sus campañas bajo el epígrafe de santidad y muy seguramente en Colombia todos los sectores sociales estuvieran santificados y angelicales o en Bogotá al alcalde Gustavo Petro, le Gustaría a toda la sociedad capitalina y no hubiera sido tan perseguido.