Que bella, noble, dulce y mágica palabra. Ilusión, sueño y ensueño de toda Colombia, que con cristiana fe, desvelada paciencia y esperanza sin límites, busca y espera confiada en sus rezos y plegarias al Señor. Los colombianos de mi edad, tengo ochenta años, igual que yo, saben que el magnicidio cometido contra el doctor Jorge […]
Que bella, noble, dulce y mágica palabra. Ilusión, sueño y ensueño de toda Colombia, que con cristiana fe, desvelada paciencia y esperanza sin límites, busca y espera confiada en sus rezos y plegarias al Señor.
Los colombianos de mi edad, tengo ochenta años, igual que yo, saben que el magnicidio cometido contra el doctor Jorge Eliecer Gaitán el 9 de abril de 1948 en Bogotá, convulsionó en ese entonces la paz en Colombia, sigue convulsionada y quizás hasta cuando lo estará.
Han pasado tantos años, con ellos muchos presidentes y gobiernos de distintas fases: golpe de Estado, junta de gobierno militar, frente nacional alternado entre los partidos tradicionales: Liberal y Conservador. Por último el peor de todos, el que tenemos.
Dentro de todo esto, los gobernantes de turno, siempre enfrentados a los subversivos, infructuosamente algunos intentaron por la paz. Convinieron tregua, amnistía, despeje con silla vacía, cese al fuego unilateral y bilateral, diálogos, no sé qué más tonterías y ahora la fachada más costosa de todas. Turismo internacional en el comunista país de Cuba, al que Colombia como sus insignes hospedados debe tantos beneficios.
Por ello, el señor presidente Juan Manuel Santos, muy agradecido, patrióticamente les paga con creces sus estadías en Cuba, hasta ha viajado a Europa pidiendo limosna para el sostenimiento de tan ilustres turistas, a quienes hay que suavizar y complacer para que no sigan haciéndole daño al país. Qué ironía, que indolencia, que falta de respeto, de amor patrio, de seriedad, que burla y engaño al país por parte de un gobernante disfrazado en busca del Nobel de la Paz, so pretexto del mañoso diálogo por la paz.
De niño en una escuela parroquial gratuita, aprendí que como país libre, independiente y soberano, nos rige una Constitución Nacional, leyes, Código Penal y de Procedimiento Penal, que conjuntamente regulan el comportamiento y conducta de todos los colombianos, para quienes hay castigos penales y cárceles sin excepción alguna cuando incurran o cometan cualquier clase de delito contra sus congéneres, los pueblos o contra quien fuere y lógicamente contra la Madre Patria.
Así era antes, pero como los tiempos cambian, ahora parece ser que hay quienes no están obligados a pagar condena o prisión alguna, aun[ibc1][ibc2] siendo culpables de tantos delitos, que no vale la pena señalar por qué los han cometido todos, desde violación de Derechos Humanos, hasta crímenes de Lesa Humanidad contra el Ejército Nacional y contra quien menos les importa al señor Presidente Santos, el pueblo. Entonces en mi ignorancia yo pregunto. ¿Constitución, Leyes y Códigos para qué?
Por Desiderio Manrique Barros Oñate
Que bella, noble, dulce y mágica palabra. Ilusión, sueño y ensueño de toda Colombia, que con cristiana fe, desvelada paciencia y esperanza sin límites, busca y espera confiada en sus rezos y plegarias al Señor. Los colombianos de mi edad, tengo ochenta años, igual que yo, saben que el magnicidio cometido contra el doctor Jorge […]
Que bella, noble, dulce y mágica palabra. Ilusión, sueño y ensueño de toda Colombia, que con cristiana fe, desvelada paciencia y esperanza sin límites, busca y espera confiada en sus rezos y plegarias al Señor.
Los colombianos de mi edad, tengo ochenta años, igual que yo, saben que el magnicidio cometido contra el doctor Jorge Eliecer Gaitán el 9 de abril de 1948 en Bogotá, convulsionó en ese entonces la paz en Colombia, sigue convulsionada y quizás hasta cuando lo estará.
Han pasado tantos años, con ellos muchos presidentes y gobiernos de distintas fases: golpe de Estado, junta de gobierno militar, frente nacional alternado entre los partidos tradicionales: Liberal y Conservador. Por último el peor de todos, el que tenemos.
Dentro de todo esto, los gobernantes de turno, siempre enfrentados a los subversivos, infructuosamente algunos intentaron por la paz. Convinieron tregua, amnistía, despeje con silla vacía, cese al fuego unilateral y bilateral, diálogos, no sé qué más tonterías y ahora la fachada más costosa de todas. Turismo internacional en el comunista país de Cuba, al que Colombia como sus insignes hospedados debe tantos beneficios.
Por ello, el señor presidente Juan Manuel Santos, muy agradecido, patrióticamente les paga con creces sus estadías en Cuba, hasta ha viajado a Europa pidiendo limosna para el sostenimiento de tan ilustres turistas, a quienes hay que suavizar y complacer para que no sigan haciéndole daño al país. Qué ironía, que indolencia, que falta de respeto, de amor patrio, de seriedad, que burla y engaño al país por parte de un gobernante disfrazado en busca del Nobel de la Paz, so pretexto del mañoso diálogo por la paz.
De niño en una escuela parroquial gratuita, aprendí que como país libre, independiente y soberano, nos rige una Constitución Nacional, leyes, Código Penal y de Procedimiento Penal, que conjuntamente regulan el comportamiento y conducta de todos los colombianos, para quienes hay castigos penales y cárceles sin excepción alguna cuando incurran o cometan cualquier clase de delito contra sus congéneres, los pueblos o contra quien fuere y lógicamente contra la Madre Patria.
Así era antes, pero como los tiempos cambian, ahora parece ser que hay quienes no están obligados a pagar condena o prisión alguna, aun[ibc1][ibc2] siendo culpables de tantos delitos, que no vale la pena señalar por qué los han cometido todos, desde violación de Derechos Humanos, hasta crímenes de Lesa Humanidad contra el Ejército Nacional y contra quien menos les importa al señor Presidente Santos, el pueblo. Entonces en mi ignorancia yo pregunto. ¿Constitución, Leyes y Códigos para qué?
Por Desiderio Manrique Barros Oñate