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Columnista - 15 mayo, 2015

Diez años, mi sueño en la infamia

“Pueblo mío por qué te quieres acabar, porque eres ciego no te das cuenta, por qué no tratas de recapacitar, te está acabando tanta violencia”. ‘Mi proclama’ es la canción de la autoría de Romualdo Brito López incluida por Héctor Zuleta y Adanies Díaz en el LP titulado ‘Pico y espuela’, prensado para el sello […]

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“Pueblo mío por qué te quieres acabar, porque eres ciego no te das cuenta, por qué no tratas de recapacitar, te está acabando tanta violencia”.

‘Mi proclama’ es la canción de la autoría de Romualdo Brito López incluida por Héctor Zuleta y Adanies Díaz en el LP titulado ‘Pico y espuela’, prensado para el sello Phillips en el año 1981, fue la segunda de sus tres producciones discográficas antes del desenlace fatal de sus vidas, en la que el connotado compositor treintero hizo su desesperado llamado a la reflexión ante la barbarie imperante en aquellos tiempos, en postrimerías de la bonanza marimbera, tema musical del cual transcribimos el aparte que antecede a propósito de los diez años que se acaban de cumplir de la infamia cometida en mi pueblo por gente sin temor de Dios.

El nueve de mayo reciente pasado se cumplieron los primeros diez años de la noche del terror cuando un grupo paramilitar llegó con sus criminales propósitos a Monguí, causando la muerte a Elida Brito, una gran mujer en condiciones de indefensión cuyas únicas armas eran sus dos manos laceradas por más de cuarenta años de trabajo, el caldero y la paleta con los que hacia sus deliciosos dulces de leche, también asesinaron al primo Cristian Acosta, su hijo ingeniero, quien empezaba a hacer su empresa de construcción y con muy pocos años de casado, dos niños pequeños y uno en gestación al que no pudo conocer; también descargaron sus balas asesinas contra un muchacho que le colaboraba en las obras civiles y se encontraba coincidencialmente por el sector.

Un sueño que tuve impidió que me encontrara en el pueblo en aquellos momentos, sucedió que dos días antes soñé que mi tío Moisés nos había invitado a mis hermanos y a mí a una cena en la casa de mi abuela en Monguí, y cuando allí estábamos la luz se fue e inmediatamente se escucharon varios disparos de armas de fuego cerca del lugar, y mi tío presuroso nos dijo que nos fuéramos de inmediato y así salimos de prisa del pueblo mientras escuchábamos más disparos, desperté desesperado pues parecía que me iba a dar una pesadilla; al día siguiente le conté a mis primas Dubis y Nancy Acosta que me preocupaba lo que soñé con su padre ya fallecido, que tocaba tomar precauciones.

Un día después, viajé con mi esposa y las niñas a Fonseca y emprendimos el viaje de regreso en la noche, pues me fascinaba viajar tarde hasta cuando me di un tamacazo en un accidente, teníamos previsto entrar a Monguí para visitar a mis tías y cuando íbamos llegando recordé el sueño y coincidimos en que era lo prudente seguir el viaje sin entrar allí porque ya era tarde; cuando entramos a la población de Cerrillo, más delante de Monguí, donde está un resalto, se me ordenó por parte de unos soldados en un retén detener la marcha, cuando bajé los vidrios, uno bastante grosero que se acercó, nos preguntó de dónde veníamos, mientras otro atrevido puso la luz de un foco de mano sobre el rostro de mis hijas que venían durmiendo en la silla de atrás, y cuando les dio la gana nos permitieron seguir, una hora después, recibí la llamada para informarme de la masacre, sentí miedo, impotencia y dolor, porque nada de eso hubiera sucedido si el Gobierno Nacional de entonces no nos hubiera dejado a merced de los bandidos.

Cinco años después, con perplejidad, escuché durante una audiencia a un miembro de las autodefensas que participó en semejante crueldad, cuando dijo que esos soldados a los que yo vi, los escoltaron después de cometer esos crímenes hasta el Ebanal para que pudieran escapar con suficiente seguridad.
@Nene_AcostaM

Columnista
15 mayo, 2015

Diez años, mi sueño en la infamia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Eduardo Acosta Medina

“Pueblo mío por qué te quieres acabar, porque eres ciego no te das cuenta, por qué no tratas de recapacitar, te está acabando tanta violencia”. ‘Mi proclama’ es la canción de la autoría de Romualdo Brito López incluida por Héctor Zuleta y Adanies Díaz en el LP titulado ‘Pico y espuela’, prensado para el sello […]


“Pueblo mío por qué te quieres acabar, porque eres ciego no te das cuenta, por qué no tratas de recapacitar, te está acabando tanta violencia”.

‘Mi proclama’ es la canción de la autoría de Romualdo Brito López incluida por Héctor Zuleta y Adanies Díaz en el LP titulado ‘Pico y espuela’, prensado para el sello Phillips en el año 1981, fue la segunda de sus tres producciones discográficas antes del desenlace fatal de sus vidas, en la que el connotado compositor treintero hizo su desesperado llamado a la reflexión ante la barbarie imperante en aquellos tiempos, en postrimerías de la bonanza marimbera, tema musical del cual transcribimos el aparte que antecede a propósito de los diez años que se acaban de cumplir de la infamia cometida en mi pueblo por gente sin temor de Dios.

El nueve de mayo reciente pasado se cumplieron los primeros diez años de la noche del terror cuando un grupo paramilitar llegó con sus criminales propósitos a Monguí, causando la muerte a Elida Brito, una gran mujer en condiciones de indefensión cuyas únicas armas eran sus dos manos laceradas por más de cuarenta años de trabajo, el caldero y la paleta con los que hacia sus deliciosos dulces de leche, también asesinaron al primo Cristian Acosta, su hijo ingeniero, quien empezaba a hacer su empresa de construcción y con muy pocos años de casado, dos niños pequeños y uno en gestación al que no pudo conocer; también descargaron sus balas asesinas contra un muchacho que le colaboraba en las obras civiles y se encontraba coincidencialmente por el sector.

Un sueño que tuve impidió que me encontrara en el pueblo en aquellos momentos, sucedió que dos días antes soñé que mi tío Moisés nos había invitado a mis hermanos y a mí a una cena en la casa de mi abuela en Monguí, y cuando allí estábamos la luz se fue e inmediatamente se escucharon varios disparos de armas de fuego cerca del lugar, y mi tío presuroso nos dijo que nos fuéramos de inmediato y así salimos de prisa del pueblo mientras escuchábamos más disparos, desperté desesperado pues parecía que me iba a dar una pesadilla; al día siguiente le conté a mis primas Dubis y Nancy Acosta que me preocupaba lo que soñé con su padre ya fallecido, que tocaba tomar precauciones.

Un día después, viajé con mi esposa y las niñas a Fonseca y emprendimos el viaje de regreso en la noche, pues me fascinaba viajar tarde hasta cuando me di un tamacazo en un accidente, teníamos previsto entrar a Monguí para visitar a mis tías y cuando íbamos llegando recordé el sueño y coincidimos en que era lo prudente seguir el viaje sin entrar allí porque ya era tarde; cuando entramos a la población de Cerrillo, más delante de Monguí, donde está un resalto, se me ordenó por parte de unos soldados en un retén detener la marcha, cuando bajé los vidrios, uno bastante grosero que se acercó, nos preguntó de dónde veníamos, mientras otro atrevido puso la luz de un foco de mano sobre el rostro de mis hijas que venían durmiendo en la silla de atrás, y cuando les dio la gana nos permitieron seguir, una hora después, recibí la llamada para informarme de la masacre, sentí miedo, impotencia y dolor, porque nada de eso hubiera sucedido si el Gobierno Nacional de entonces no nos hubiera dejado a merced de los bandidos.

Cinco años después, con perplejidad, escuché durante una audiencia a un miembro de las autodefensas que participó en semejante crueldad, cuando dijo que esos soldados a los que yo vi, los escoltaron después de cometer esos crímenes hasta el Ebanal para que pudieran escapar con suficiente seguridad.
@Nene_AcostaM