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Columnista - 4 mayo, 2015

El presidente en su laberinto

El momento político es complicado, según revela la reciente encuesta de Ipsos Napoleón Franco, solo un 23% de los colombianos cree que el país va por buen camino, con un presidente cada día más alejado de la realidad, que no logra enrumbar su gobernabilidad; en sus dos mandatos no ha podido sintonizarse con el electorado, y […]

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El momento político es complicado, según revela la reciente encuesta de Ipsos Napoleón Franco, solo un 23% de los colombianos cree que el país va por buen camino, con un presidente cada día más alejado de la realidad, que no logra enrumbar su gobernabilidad; en sus dos mandatos no ha podido sintonizarse con el electorado, y su popularidad sigue en una montaña rusa incontrolable, ahora se desplomó al 29%, algo similar a lo que ocurre con Maduro en Venezuela, que ronda el 22%. Nunca antes un presidente, ni siquiera Samper con el 8000, fue objeto de rechiflas; primero fueron los militares, luego en Medellín y no asistió a la inauguración del Festival Vallenato por temor al abucheo de 25.000 asistentes al Parque de la Leyenda en Valledupar. A pesar de algunos avances en infraestructura y vivienda, son más los desaciertos del gobierno en varios temas: han puesto en la palestra una torpeza indiscutible para resolver paros, esta vez le toco a la educación y siguen en cola camioneros y funcionarios judiciales; la politiquería de la mermelada, se tomó al Estado; la economía, atraviesa una coyuntura difícil por cuenta de la baja del petróleo y los pocos resultados en exploración; un 66% de los encuestados, desaprueba el manejo económico del gobierno; no obstante lo más alarmante es el proceso de paz, que vive su peor etapa, por cuenta del mal manejo y la excesiva laxitud del gobierno con las Farc, en aras de una paz con fines políticos, a cualquier precio y sacrificando la seguridad, hoy solo el 17% de los colombianos aprueba esta gestión. Se sabía y las advertencias sobraron, hoy las negociaciones de La Habana tienen un 69% de desaprobación, han caído en un oscuro túnel donde nadie sabe que va a pasar y los únicos que están bien son los terroristas, que siguen reclutando menores, minando, matando, extorsionando y con la aspiración de no pagar ni un solo día de cárcel, aunque solo los respalde un 8% de los colombianos en esa intención.

La estrategia de Santos siempre ha sido la misma, jugar con cartas marcadas, con tal de beneficiarse, es desleal y su prioridad es quedar bien con todos, como está haciendo con la reforma al equilibrio de poderes, que sigue su marcha en el congreso a cambio de dádivas e intercambio de favores entre magistrados, funcionarios del Estado y congresistas. A la relación con Álvaro Uribe, le dieron mal manejo desde el principio, ambientada por envidias y egos de poder y, ahora, afloran las consecuencias: el país polarizado como nunca antes; la afanosa búsqueda de Néstor Humberto Blair, perdón Martínez, al expresidente, expone la desesperación de Santos, parece que por fin entendió que es necesario un viraje, tiene que deponer odios y cesar persecuciones, además, ser más abierto a ese 64% del país que quiere que siga el proceso, pero con plazos y reglas claras. Santos, si tiene algo de estadista, debe demostrar que puede tomar el toro por los cuernos, todo se le sale de las manos y está en riesgo la estabilidad del país.
@JACOBOSOLANOC

Columnista
4 mayo, 2015

El presidente en su laberinto

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jacobo Solano Cerchiaro

El momento político es complicado, según revela la reciente encuesta de Ipsos Napoleón Franco, solo un 23% de los colombianos cree que el país va por buen camino, con un presidente cada día más alejado de la realidad, que no logra enrumbar su gobernabilidad; en sus dos mandatos no ha podido sintonizarse con el electorado, y […]


El momento político es complicado, según revela la reciente encuesta de Ipsos Napoleón Franco, solo un 23% de los colombianos cree que el país va por buen camino, con un presidente cada día más alejado de la realidad, que no logra enrumbar su gobernabilidad; en sus dos mandatos no ha podido sintonizarse con el electorado, y su popularidad sigue en una montaña rusa incontrolable, ahora se desplomó al 29%, algo similar a lo que ocurre con Maduro en Venezuela, que ronda el 22%. Nunca antes un presidente, ni siquiera Samper con el 8000, fue objeto de rechiflas; primero fueron los militares, luego en Medellín y no asistió a la inauguración del Festival Vallenato por temor al abucheo de 25.000 asistentes al Parque de la Leyenda en Valledupar. A pesar de algunos avances en infraestructura y vivienda, son más los desaciertos del gobierno en varios temas: han puesto en la palestra una torpeza indiscutible para resolver paros, esta vez le toco a la educación y siguen en cola camioneros y funcionarios judiciales; la politiquería de la mermelada, se tomó al Estado; la economía, atraviesa una coyuntura difícil por cuenta de la baja del petróleo y los pocos resultados en exploración; un 66% de los encuestados, desaprueba el manejo económico del gobierno; no obstante lo más alarmante es el proceso de paz, que vive su peor etapa, por cuenta del mal manejo y la excesiva laxitud del gobierno con las Farc, en aras de una paz con fines políticos, a cualquier precio y sacrificando la seguridad, hoy solo el 17% de los colombianos aprueba esta gestión. Se sabía y las advertencias sobraron, hoy las negociaciones de La Habana tienen un 69% de desaprobación, han caído en un oscuro túnel donde nadie sabe que va a pasar y los únicos que están bien son los terroristas, que siguen reclutando menores, minando, matando, extorsionando y con la aspiración de no pagar ni un solo día de cárcel, aunque solo los respalde un 8% de los colombianos en esa intención.

La estrategia de Santos siempre ha sido la misma, jugar con cartas marcadas, con tal de beneficiarse, es desleal y su prioridad es quedar bien con todos, como está haciendo con la reforma al equilibrio de poderes, que sigue su marcha en el congreso a cambio de dádivas e intercambio de favores entre magistrados, funcionarios del Estado y congresistas. A la relación con Álvaro Uribe, le dieron mal manejo desde el principio, ambientada por envidias y egos de poder y, ahora, afloran las consecuencias: el país polarizado como nunca antes; la afanosa búsqueda de Néstor Humberto Blair, perdón Martínez, al expresidente, expone la desesperación de Santos, parece que por fin entendió que es necesario un viraje, tiene que deponer odios y cesar persecuciones, además, ser más abierto a ese 64% del país que quiere que siga el proceso, pero con plazos y reglas claras. Santos, si tiene algo de estadista, debe demostrar que puede tomar el toro por los cuernos, todo se le sale de las manos y está en riesgo la estabilidad del país.
@JACOBOSOLANOC