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Columnista - 6 abril, 2015

El Compae Chipuco

Antonio Guerra Bullones nació en el caserío Las Palomas del municipio de San Juan (Guajira), en la década de 1870 y murió en Valledupar en 1962. Sus padres eran Ana Gertrudis Guerra y Juan de Dios Bullones; muy joven llega a Valledupar a trabajar donde la familia Castro. El apodo de chipuco corresponde a la […]

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Antonio Guerra Bullones nació en el caserío Las Palomas del municipio de San Juan (Guajira), en la década de 1870 y murió en Valledupar en 1962. Sus padres eran Ana Gertrudis Guerra y Juan de Dios Bullones; muy joven llega a Valledupar a trabajar donde la familia Castro. El apodo de chipuco corresponde a la onomatopeya o sonido que hacia el agua que trasportaba en dos calambucos en un burro del río a la casa. Él como tenía afición por el canto, imitaba ese sonido: chipu…, chipu…, chipu…. Y por eso lo llamaron ‘Compae Chipuco’.

Cuando adquiere la edad de ciudadano se casa con Carmen Arzuaga. Ella pone una fonda de comida. Él en el día permanece en una parcela a orillas del río Guatapurí y por la noche se dedica a sacar notas de su acordeón y cantar algunos versos con poca entonación. La familia empieza a crecer, ya era seis hijos y la situación económica se torna precaria; el negocio de la comida no era suficiente y lo que sembraba en la parcela era yuca y guineo, pero esos productos nadie los compraba, la costumbre era que se regalaban. Entonces decide buscar nuevos horizontes y motivado por la bonanza bananera se va en 1920 con su numerosa familia para El Retén (Magdalena). Allí su mujer instala su negocio de venta de comida. Él continúa con su afición por el acordeón, y su nombre de Compae Chipuco, vallenato pata pintá, se populariza en su clientela y se fue regando por la región de la Zona Bananera: El Retén, Aracataca, Sevilla, Ciénaga y Santa Marta.

Diez años después, comienza a decaer la bonanza bananera y regresa a su tierra vallenata con ocho hijos. Carmen, su esposa, tuvo la suerte de ganarse dos fracciones del billete de la lotería Libertador, que le ayuda para reorganizar su vida. A Valledupar retorna con la venta de comida y posteriormente en la Calle del Cesar pone un salón de baile los fines de semana, que fue bautizado con el nombre de ‘La Academia’ (hoy, queda la Farmacia Mundial N° 1). Mientras tanto Compae Chipuco sigue con su apego por el acordeón, y en el día se recrea trabajando en su parcela.

Carmen ‘La Mella’ Guerra Arzuaga, su hija, la dueña del hotel Los Cardones, en el 1998 nos ayudó a reconstruir esta breve reseña, y también nos habló de la canción que hizo famoso a su padre. José María ‘Chema’ Gómez Daza, era odontólogo y poco conocido en la música, vivía en Santa Marta y en ocasiones se trasladaba a Fonseca, su tierra nativa, y pernoctaba en Valledupar. En uno de esos viajes, en Valledupar se encuentra con su amigo Neys Daza, le manifiesta el deseo de conocer a Compae Chipuco, y en la parcela a orillas del Guatapurí lo conoce y comparten algunos minutos. El personaje impresionó tanto a Chema Gómez, que lo motivó a componer la canción: “Me llaman Compae Chipuco/ y vivo a orillas del rio Cesar/ soy vallenato de verdá/ tengo la pata bien pinta/ con mi sombrero bien alón/ y pa’ remate me gusta el ron”

Columnista
6 abril, 2015

El Compae Chipuco

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Atuesta Mindiola

Antonio Guerra Bullones nació en el caserío Las Palomas del municipio de San Juan (Guajira), en la década de 1870 y murió en Valledupar en 1962. Sus padres eran Ana Gertrudis Guerra y Juan de Dios Bullones; muy joven llega a Valledupar a trabajar donde la familia Castro. El apodo de chipuco corresponde a la […]


Antonio Guerra Bullones nació en el caserío Las Palomas del municipio de San Juan (Guajira), en la década de 1870 y murió en Valledupar en 1962. Sus padres eran Ana Gertrudis Guerra y Juan de Dios Bullones; muy joven llega a Valledupar a trabajar donde la familia Castro. El apodo de chipuco corresponde a la onomatopeya o sonido que hacia el agua que trasportaba en dos calambucos en un burro del río a la casa. Él como tenía afición por el canto, imitaba ese sonido: chipu…, chipu…, chipu…. Y por eso lo llamaron ‘Compae Chipuco’.

Cuando adquiere la edad de ciudadano se casa con Carmen Arzuaga. Ella pone una fonda de comida. Él en el día permanece en una parcela a orillas del río Guatapurí y por la noche se dedica a sacar notas de su acordeón y cantar algunos versos con poca entonación. La familia empieza a crecer, ya era seis hijos y la situación económica se torna precaria; el negocio de la comida no era suficiente y lo que sembraba en la parcela era yuca y guineo, pero esos productos nadie los compraba, la costumbre era que se regalaban. Entonces decide buscar nuevos horizontes y motivado por la bonanza bananera se va en 1920 con su numerosa familia para El Retén (Magdalena). Allí su mujer instala su negocio de venta de comida. Él continúa con su afición por el acordeón, y su nombre de Compae Chipuco, vallenato pata pintá, se populariza en su clientela y se fue regando por la región de la Zona Bananera: El Retén, Aracataca, Sevilla, Ciénaga y Santa Marta.

Diez años después, comienza a decaer la bonanza bananera y regresa a su tierra vallenata con ocho hijos. Carmen, su esposa, tuvo la suerte de ganarse dos fracciones del billete de la lotería Libertador, que le ayuda para reorganizar su vida. A Valledupar retorna con la venta de comida y posteriormente en la Calle del Cesar pone un salón de baile los fines de semana, que fue bautizado con el nombre de ‘La Academia’ (hoy, queda la Farmacia Mundial N° 1). Mientras tanto Compae Chipuco sigue con su apego por el acordeón, y en el día se recrea trabajando en su parcela.

Carmen ‘La Mella’ Guerra Arzuaga, su hija, la dueña del hotel Los Cardones, en el 1998 nos ayudó a reconstruir esta breve reseña, y también nos habló de la canción que hizo famoso a su padre. José María ‘Chema’ Gómez Daza, era odontólogo y poco conocido en la música, vivía en Santa Marta y en ocasiones se trasladaba a Fonseca, su tierra nativa, y pernoctaba en Valledupar. En uno de esos viajes, en Valledupar se encuentra con su amigo Neys Daza, le manifiesta el deseo de conocer a Compae Chipuco, y en la parcela a orillas del Guatapurí lo conoce y comparten algunos minutos. El personaje impresionó tanto a Chema Gómez, que lo motivó a componer la canción: “Me llaman Compae Chipuco/ y vivo a orillas del rio Cesar/ soy vallenato de verdá/ tengo la pata bien pinta/ con mi sombrero bien alón/ y pa’ remate me gusta el ron”