Ha llegado el fin de año y los balances y las planificaciones se ponen a la orden del día; es la oportunidad perfecta para hacer reflexiones de todo tipo, personales, profesionales, políticas, etc,. Así pues, se considera que un año es un ciclo que se cierra el 31 de diciembre cuando el reloj marca la […]
Ha llegado el fin de año y los balances y las planificaciones se ponen a la orden del día; es la oportunidad perfecta para hacer reflexiones de todo tipo, personales, profesionales, políticas, etc,. Así pues, se considera que un año es un ciclo que se cierra el 31 de diciembre cuando el reloj marca la medianoche, pero al tiempo comprende el inicio de otro y así continúa la vida. Esta vigencia que termina, sin dudas, fue un año de gran expectativa frente al proceso de paz que se adelanta en nuestro país, lo cual resaltamos como la noticia más positiva; de igual manera este año Colombia sobresale como el país de América Latina que puede generar más oportunidades de negocios en este momento, gracias a las buenas perspectivas de crecimiento.
Así mismo, hubo importantes reconocimientos para nuestros deportistas en las diferentes disciplinas que nos representaron (Fútbol, ciclismo, atletismo etc). Pero lo más preocupante es que mientras todo esto sucedía, la crisis institucional, la corrupción estatal y la inseguridad ciudadana se han ido elevando por encima de cualquier conflicto social nunca antes vivido.
En cuanto a la crisis institucional un país poralizado y dividido entre santistas y uribistas, un Procurador cuestionado en su elección, un Contralor prófugo de la justicia, Magistrados de las altas cortes involucrados en escándalos públicos, un paro judicial por más de 60 días, un Congreso de la República ausente, 302 alcaldes destituidos e inhabilitados y 29 gobernadores con la misma medida, es decir, la situación de la corrupción en Colombia es crítica porque implica a todas las ramas del poder público, a nivel nacional, departamental y municipal. Por su parte el incremento de la inseguridad ciudadana; es alarmante hoy cada dos minutos se roban un celular, con el agravante que buena parte de estos robos son precedidos de homicidios.
En Valledupar, tampoco somos ajenos a estas estadísticas. Sin ahondar mucho encontramos, un sistema de seguridad totalmente inseguro; los atracos a mano armada, las extorsiones, los homicidios y los fleteos han ido en aumento, hoy no hay un lugar seguro en nuestra ciudad. En cuanto al tema de movilidad; el tráfico vehicular es todo un caos, trancones en calles y avenidas, un sistema de transporte público que aún no se ha podido articular, aumento de la contaminación ambiental, (alto nivel de los ruidos y concentración de gases tóxicos). Todo esto nos permite concluir sin incurrir en exageraciones dos cosas: la primera que se ha fallado en los planes de seguridad y convivencia ciudadana y dos, que ha existido una precaria planeación y una débil proyección urbanística. No se ha tenido una cultura de la planeación ni de la proyección de la ciudad.
Por ello, si en estos tiempos de reflexión se pretende marcar un hito significativo en este asunto, cualquier plan (de desarrollo, urbanístico, de ordenamiento territorial, vial, etc.) que se proponga tiene que formularse, más allá de sus obligaciones funcionales, normativas, procedimentales y materiales.
Todo esto nos lleva a pensar desde ya en sentar una posición reflexiva y analítica para el año 2015 que nos permita elegir un buen alcalde para nuestra ciudad, un gobernante local, más comprometido con su ciudad.
Ha llegado el fin de año y los balances y las planificaciones se ponen a la orden del día; es la oportunidad perfecta para hacer reflexiones de todo tipo, personales, profesionales, políticas, etc,. Así pues, se considera que un año es un ciclo que se cierra el 31 de diciembre cuando el reloj marca la […]
Ha llegado el fin de año y los balances y las planificaciones se ponen a la orden del día; es la oportunidad perfecta para hacer reflexiones de todo tipo, personales, profesionales, políticas, etc,. Así pues, se considera que un año es un ciclo que se cierra el 31 de diciembre cuando el reloj marca la medianoche, pero al tiempo comprende el inicio de otro y así continúa la vida. Esta vigencia que termina, sin dudas, fue un año de gran expectativa frente al proceso de paz que se adelanta en nuestro país, lo cual resaltamos como la noticia más positiva; de igual manera este año Colombia sobresale como el país de América Latina que puede generar más oportunidades de negocios en este momento, gracias a las buenas perspectivas de crecimiento.
Así mismo, hubo importantes reconocimientos para nuestros deportistas en las diferentes disciplinas que nos representaron (Fútbol, ciclismo, atletismo etc). Pero lo más preocupante es que mientras todo esto sucedía, la crisis institucional, la corrupción estatal y la inseguridad ciudadana se han ido elevando por encima de cualquier conflicto social nunca antes vivido.
En cuanto a la crisis institucional un país poralizado y dividido entre santistas y uribistas, un Procurador cuestionado en su elección, un Contralor prófugo de la justicia, Magistrados de las altas cortes involucrados en escándalos públicos, un paro judicial por más de 60 días, un Congreso de la República ausente, 302 alcaldes destituidos e inhabilitados y 29 gobernadores con la misma medida, es decir, la situación de la corrupción en Colombia es crítica porque implica a todas las ramas del poder público, a nivel nacional, departamental y municipal. Por su parte el incremento de la inseguridad ciudadana; es alarmante hoy cada dos minutos se roban un celular, con el agravante que buena parte de estos robos son precedidos de homicidios.
En Valledupar, tampoco somos ajenos a estas estadísticas. Sin ahondar mucho encontramos, un sistema de seguridad totalmente inseguro; los atracos a mano armada, las extorsiones, los homicidios y los fleteos han ido en aumento, hoy no hay un lugar seguro en nuestra ciudad. En cuanto al tema de movilidad; el tráfico vehicular es todo un caos, trancones en calles y avenidas, un sistema de transporte público que aún no se ha podido articular, aumento de la contaminación ambiental, (alto nivel de los ruidos y concentración de gases tóxicos). Todo esto nos permite concluir sin incurrir en exageraciones dos cosas: la primera que se ha fallado en los planes de seguridad y convivencia ciudadana y dos, que ha existido una precaria planeación y una débil proyección urbanística. No se ha tenido una cultura de la planeación ni de la proyección de la ciudad.
Por ello, si en estos tiempos de reflexión se pretende marcar un hito significativo en este asunto, cualquier plan (de desarrollo, urbanístico, de ordenamiento territorial, vial, etc.) que se proponga tiene que formularse, más allá de sus obligaciones funcionales, normativas, procedimentales y materiales.
Todo esto nos lleva a pensar desde ya en sentar una posición reflexiva y analítica para el año 2015 que nos permita elegir un buen alcalde para nuestra ciudad, un gobernante local, más comprometido con su ciudad.