Los tres años de trabajo con el Ministerio de la Cultura para la elaboración del Plan de Salvaguardia de la Música Vallenata me enseñaron demasiadas cosas importantes para comprender mejor nuestro patrimonio musical. Una de las enseñanzas que saqué por mi propia experiencia, independientemente de lo que todo el grupo estaba recibiendo y desarrollando fue […]
Los tres años de trabajo con el Ministerio de la Cultura para la elaboración del Plan de Salvaguardia de la Música Vallenata me enseñaron demasiadas cosas importantes para comprender mejor nuestro patrimonio musical.
Una de las enseñanzas que saqué por mi propia experiencia, independientemente de lo que todo el grupo estaba recibiendo y desarrollando fue que los gestores culturales no están para entrar en polémicas, su misión es generar cultura.
En la actualidad en el Festival Cuna de Acordeones hay parte y contraparte. No voy hablar de algo que no sea conocido ya, escribiré sin darle la razón a nadie.
A la contraparte se le olvidó los más de ocho festivales que fueron super exitazos con vicepresidentes a bordo y artistas de la calidad de Joe Arroyo, Alfredo Gutiérrez, Silvestre Dangond, entre otros. Y a la parte se les olvidó que el Festival es un bien común en el que cabe la posibilidad del concurso de más personas.
Lo más conveniente para las dos partes en el Cuna de Acordeones es realizar una gran plenaria que permita reconciliar y apuntar todos hacía una misma dirección, es un contra sentido que hoy cuando las redes de comunicaciones nos ponen al alcance de todo el mundo, choquemos en un pueblo tan pequeño como Villanueva, donde la mayoría de los gestores culturales han sido amigos de parrandas durante tantos años y ahora son parte y contraparte.
El peor error que han cometido los festivales es perder el rumbo de su verdadero objetivo, que es reconocer el profesionalismo de sus mejores exponentes y darle el impulso al semillero juvenil e infantil.
¿Pero qué es lo que están haciendo? presentan un racimo de artistas costosos que cobran como anticipo el cincuenta por ciento de su valor y antes de subir a la tarima ya tienen el otro cincuenta por ciento en el bolsillo, en estos conjuntos sus líderes ya están multimillonarios, los padres de familia de los chicos concursantes gastan mucho dinero para crear condiciones favorables para sus pupilos, incluso pagan cajeros y guacharaqueros expertos en el ‘festivaleo’. Los premios se entregan después, cuando lo que obligatoriamente lo que debería estar seguro era el premio de los concursantes.
Naín Ruiz hizo un magnifico análisis de esta modificación problemática que se le ha hecho a los festivales, de la cual no se salva ninguno, decía: “La gente ya no pregunta quién va a concursar, sino qué artista viene”.
Obviamente la falta de equidad ha conducido insalvablemente a la mayoría de estos eventos a la quiebra pues no falta el artista “paquete” que rompe el saco de los recursos del festival.
Los tres años de trabajo con el Ministerio de la Cultura para la elaboración del Plan de Salvaguardia de la Música Vallenata me enseñaron demasiadas cosas importantes para comprender mejor nuestro patrimonio musical. Una de las enseñanzas que saqué por mi propia experiencia, independientemente de lo que todo el grupo estaba recibiendo y desarrollando fue […]
Los tres años de trabajo con el Ministerio de la Cultura para la elaboración del Plan de Salvaguardia de la Música Vallenata me enseñaron demasiadas cosas importantes para comprender mejor nuestro patrimonio musical.
Una de las enseñanzas que saqué por mi propia experiencia, independientemente de lo que todo el grupo estaba recibiendo y desarrollando fue que los gestores culturales no están para entrar en polémicas, su misión es generar cultura.
En la actualidad en el Festival Cuna de Acordeones hay parte y contraparte. No voy hablar de algo que no sea conocido ya, escribiré sin darle la razón a nadie.
A la contraparte se le olvidó los más de ocho festivales que fueron super exitazos con vicepresidentes a bordo y artistas de la calidad de Joe Arroyo, Alfredo Gutiérrez, Silvestre Dangond, entre otros. Y a la parte se les olvidó que el Festival es un bien común en el que cabe la posibilidad del concurso de más personas.
Lo más conveniente para las dos partes en el Cuna de Acordeones es realizar una gran plenaria que permita reconciliar y apuntar todos hacía una misma dirección, es un contra sentido que hoy cuando las redes de comunicaciones nos ponen al alcance de todo el mundo, choquemos en un pueblo tan pequeño como Villanueva, donde la mayoría de los gestores culturales han sido amigos de parrandas durante tantos años y ahora son parte y contraparte.
El peor error que han cometido los festivales es perder el rumbo de su verdadero objetivo, que es reconocer el profesionalismo de sus mejores exponentes y darle el impulso al semillero juvenil e infantil.
¿Pero qué es lo que están haciendo? presentan un racimo de artistas costosos que cobran como anticipo el cincuenta por ciento de su valor y antes de subir a la tarima ya tienen el otro cincuenta por ciento en el bolsillo, en estos conjuntos sus líderes ya están multimillonarios, los padres de familia de los chicos concursantes gastan mucho dinero para crear condiciones favorables para sus pupilos, incluso pagan cajeros y guacharaqueros expertos en el ‘festivaleo’. Los premios se entregan después, cuando lo que obligatoriamente lo que debería estar seguro era el premio de los concursantes.
Naín Ruiz hizo un magnifico análisis de esta modificación problemática que se le ha hecho a los festivales, de la cual no se salva ninguno, decía: “La gente ya no pregunta quién va a concursar, sino qué artista viene”.
Obviamente la falta de equidad ha conducido insalvablemente a la mayoría de estos eventos a la quiebra pues no falta el artista “paquete” que rompe el saco de los recursos del festival.