Los míticos compositores e intérpretes de la música vallenata Alfonso Cotes Querúz y Emiliano Zuleta Baquero, formaron con versos y melodías una cultura musical que se ha irrigado en todos los continentes. Seguramente estos queridos compadres, a punta de versos y notas de acordeón dieron muchas alegrías y felicidad a la gente de la provincia, […]
Los míticos compositores e intérpretes de la música vallenata Alfonso Cotes Querúz y Emiliano Zuleta Baquero, formaron con versos y melodías una cultura musical que se ha irrigado en todos los continentes.
Seguramente estos queridos compadres, a punta de versos y notas de acordeón dieron muchas alegrías y felicidad a la gente de la provincia, hay innumerables anécdotas de sus parrandas en los pueblos de El Plan, Villanueva, Manaure, Valledupar, La Paz, San Juan, Urumita, etc…
Inclusive, muchos otros legendarios músicos de la región también tienen leyendas, pero hoy mis consejeros periodísticos Tío Chiro y Tío Nan se referirán solo a Poncho Cotes y a Emiliano Zuleta, ambos fallecidos.
“Poncho” era 6 años menor que Emilianito, pero ambos vivieron con intensidad cientos de parrandas. Muchos de sus amigos que aún viven cuentan sus historias, sus hazañas y sus vivencias. Mi papá Aquilino Cotes Calderón, contemporáneo con ellos (nació 1921) guarda muchos recuerdos de sus parrandas por las frías calles destapadas de Manaure, bebiendo ron “Andino” que costaba 20 centavos.
“Emiliano siempre tenía el acordeón en el hombro, en su época de juventud”, recuerda mi papá.
De tantas anécdotas precisa la ocurrida en la casa de Rosario Ramírez Mieles, matrona manaurera oriunda de La Paz, hasta donde llegaban todos a comer, porque tenía un don especial para cocinar y allí se armaban parrandas.
Cuenta mi papá que en una de esas parrandas a Rosario Ramírez se le perdió una servilleta (un trapo blanco) y Rosario señaló a Emiliano de ser el autor del “robo”.
“Emiliano era muy juguetón y le gustaba hacer muchas bromas, entonces Rosario lo señaló a él. Ahí estaba también Rudecindo Daza, “Juancho” Molina, un hermano mío de nombre Eduardo Cotes, quien es el abuelo de los hermanos Carrascal, y otras personas”, dijo.
Inclusive, Rosario nos advirtió que si la servilleta no aparecía nos echaba de su casa, entonces surgió la genialidad de Emiliano y tocando el acordeón cantó: “Yo tengo una servilleta que es de Rosario Ramírez, Poncho Cotes dice que yo la tengo, pero la tiene es Rudecindo Daza debajo del taburete”.
La servilleta apareció y los versos de Emiliano salvaron la parranda, porque Rosario Ramírez sonrió y se fue a acostar.
Días después aconteció un hecho que marcaría historia en Manaure. “Poncho” Cotes uno de los jóvenes más brillantes de la región, estudioso y parrandero, fue invitado a una fiesta de la alta sociedad manaurera.
Allí se presentó una discusión y “Poncho” Cotes saltó de conciliador, pero uno de los contrincantes le dio una trompada y se formó la pelea.
Durante la riña Lino Dan le pegó un mordisco y le arrancó un pedazo de una oreja. “Es que Poncho Cotes es muy grande y yo tenía que defenderme, yo soy muy chiquito, por eso lo mordí”, recuerda mi papá que dijo Lino Dan, era un hombre muy brioso y buena gente.
“Fue la única vez y la última que vi pelear a Poncho Cotes, él era un hombre muy cabal, un caballero y silencioso, nunca discutía con nadie y fue un gran amigo, un gran hombre. Esa noche quiso evitar que pelearan y fíjate que él fue quien sufrió las consecuencias”, concluyó mi papá. Hasta la próxima semana. [email protected]
Los míticos compositores e intérpretes de la música vallenata Alfonso Cotes Querúz y Emiliano Zuleta Baquero, formaron con versos y melodías una cultura musical que se ha irrigado en todos los continentes. Seguramente estos queridos compadres, a punta de versos y notas de acordeón dieron muchas alegrías y felicidad a la gente de la provincia, […]
Los míticos compositores e intérpretes de la música vallenata Alfonso Cotes Querúz y Emiliano Zuleta Baquero, formaron con versos y melodías una cultura musical que se ha irrigado en todos los continentes.
Seguramente estos queridos compadres, a punta de versos y notas de acordeón dieron muchas alegrías y felicidad a la gente de la provincia, hay innumerables anécdotas de sus parrandas en los pueblos de El Plan, Villanueva, Manaure, Valledupar, La Paz, San Juan, Urumita, etc…
Inclusive, muchos otros legendarios músicos de la región también tienen leyendas, pero hoy mis consejeros periodísticos Tío Chiro y Tío Nan se referirán solo a Poncho Cotes y a Emiliano Zuleta, ambos fallecidos.
“Poncho” era 6 años menor que Emilianito, pero ambos vivieron con intensidad cientos de parrandas. Muchos de sus amigos que aún viven cuentan sus historias, sus hazañas y sus vivencias. Mi papá Aquilino Cotes Calderón, contemporáneo con ellos (nació 1921) guarda muchos recuerdos de sus parrandas por las frías calles destapadas de Manaure, bebiendo ron “Andino” que costaba 20 centavos.
“Emiliano siempre tenía el acordeón en el hombro, en su época de juventud”, recuerda mi papá.
De tantas anécdotas precisa la ocurrida en la casa de Rosario Ramírez Mieles, matrona manaurera oriunda de La Paz, hasta donde llegaban todos a comer, porque tenía un don especial para cocinar y allí se armaban parrandas.
Cuenta mi papá que en una de esas parrandas a Rosario Ramírez se le perdió una servilleta (un trapo blanco) y Rosario señaló a Emiliano de ser el autor del “robo”.
“Emiliano era muy juguetón y le gustaba hacer muchas bromas, entonces Rosario lo señaló a él. Ahí estaba también Rudecindo Daza, “Juancho” Molina, un hermano mío de nombre Eduardo Cotes, quien es el abuelo de los hermanos Carrascal, y otras personas”, dijo.
Inclusive, Rosario nos advirtió que si la servilleta no aparecía nos echaba de su casa, entonces surgió la genialidad de Emiliano y tocando el acordeón cantó: “Yo tengo una servilleta que es de Rosario Ramírez, Poncho Cotes dice que yo la tengo, pero la tiene es Rudecindo Daza debajo del taburete”.
La servilleta apareció y los versos de Emiliano salvaron la parranda, porque Rosario Ramírez sonrió y se fue a acostar.
Días después aconteció un hecho que marcaría historia en Manaure. “Poncho” Cotes uno de los jóvenes más brillantes de la región, estudioso y parrandero, fue invitado a una fiesta de la alta sociedad manaurera.
Allí se presentó una discusión y “Poncho” Cotes saltó de conciliador, pero uno de los contrincantes le dio una trompada y se formó la pelea.
Durante la riña Lino Dan le pegó un mordisco y le arrancó un pedazo de una oreja. “Es que Poncho Cotes es muy grande y yo tenía que defenderme, yo soy muy chiquito, por eso lo mordí”, recuerda mi papá que dijo Lino Dan, era un hombre muy brioso y buena gente.
“Fue la única vez y la última que vi pelear a Poncho Cotes, él era un hombre muy cabal, un caballero y silencioso, nunca discutía con nadie y fue un gran amigo, un gran hombre. Esa noche quiso evitar que pelearan y fíjate que él fue quien sufrió las consecuencias”, concluyó mi papá. Hasta la próxima semana. [email protected]