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Columnista - 8 septiembre, 2014

Del ridículo al irrespeto

Dura polémica en Venezuela, asombro en muchos países y reacción en la Iglesia Católica ha causado el padre nuestro chavista. Así, desprevenidamente, causa risa, pero si se tiene en cuenta que se ha parafraseado la oración salida de boca del mismo Jesucristo, según la Biblia, hay que reconocer que es un irrespeto hacia una de […]

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Dura polémica en Venezuela, asombro en muchos países y reacción en la Iglesia Católica ha causado el padre nuestro chavista. Así, desprevenidamente, causa risa, pero si se tiene en cuenta que se ha parafraseado la oración salida de boca del mismo Jesucristo, según la Biblia, hay que reconocer que es un irrespeto hacia una de las religiones más importantes del mundo.

Maduro, con sus salidas de tono, la comparó con los poemas de Neruda y con Miguel Ángel Asturias, ¿los habrá leído? Y ha defendido a la humilde mujer que se atrevió a orarle al presidente fallecido, con una arremetida contra los obispos a los que dijo: “Señores inquisidores, exijo respeto al espíritu creativo, este es un país en donde hay libertad de creatividad”.

Esto recuerda la famosa frase de Gaspar Melchor de Jovellanos: “Los pueblos tienen los gobernantes que se merecen”.

Aunque no creo que Venezuela, el país querido, el que por años fue el sueño suramericano para los que iban a buscar mejor vida, merezca tantos desatinos de su gobernante, el que esta vez no habló de pajaritos mensajeros sino que se metió con el corazón sagrado de la Iglesia Católica, la que solo pide respeto, porque si se hubieran metido con otras religiones como el Islam, la situación se le habría complicado.

Recordemos a Salman Rushdie, escritor indio, de nacionalidad inglesa, cuando publicó ‘Los versos satánicos’ (1988), libro del realismo mágico en donde toma los suras del Corán y los mezcla con la historia de sus personajes; es la novela más célebre, iconoclasta y polémica de Rushdie, tanto que por ella fue condenado a muerte.

El ayatola Jomeini lanzó una Fetua, (pronunciamiento legal del Islam) en la que ordena que sean muertos el autor y todos los que intervinieron en la publicación del libro. Así, al traductor de la edición japonesa, lo mataron; a otros, los lograron atacar; al autor lo tomó bajo su protección el Reino Unido, lo cambia de escondite constantemente, la reina le concedió el título de Sir, mientras tanto sigue la orden de asesinarlo y una recompensa de tres millones de dólares para el que lo ejecute.

En el caso de Maduro no va a ocurrir eso, no se ha enfrentado a un fundamentalismo desmesurado, solo ha llegado a hacer un ridículo internacional y a ofender las mismas creencias de Chávez, las de sus últimos días cuando oraba en público por su salud y apretaba un Cristo entre sus manos.

En fin, parece que esa “oración” es producto de la desesperación de un pueblo que clama al presidente muerto que tanto les prometió. Es seguro que Venezuela volverá por sus fueros y será de nuevo esperanza de redención económica para muchos, en especial para numerosos colombianos.

Columnista
8 septiembre, 2014

Del ridículo al irrespeto

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Mary Daza Orozco

Dura polémica en Venezuela, asombro en muchos países y reacción en la Iglesia Católica ha causado el padre nuestro chavista. Así, desprevenidamente, causa risa, pero si se tiene en cuenta que se ha parafraseado la oración salida de boca del mismo Jesucristo, según la Biblia, hay que reconocer que es un irrespeto hacia una de […]


Dura polémica en Venezuela, asombro en muchos países y reacción en la Iglesia Católica ha causado el padre nuestro chavista. Así, desprevenidamente, causa risa, pero si se tiene en cuenta que se ha parafraseado la oración salida de boca del mismo Jesucristo, según la Biblia, hay que reconocer que es un irrespeto hacia una de las religiones más importantes del mundo.

Maduro, con sus salidas de tono, la comparó con los poemas de Neruda y con Miguel Ángel Asturias, ¿los habrá leído? Y ha defendido a la humilde mujer que se atrevió a orarle al presidente fallecido, con una arremetida contra los obispos a los que dijo: “Señores inquisidores, exijo respeto al espíritu creativo, este es un país en donde hay libertad de creatividad”.

Esto recuerda la famosa frase de Gaspar Melchor de Jovellanos: “Los pueblos tienen los gobernantes que se merecen”.

Aunque no creo que Venezuela, el país querido, el que por años fue el sueño suramericano para los que iban a buscar mejor vida, merezca tantos desatinos de su gobernante, el que esta vez no habló de pajaritos mensajeros sino que se metió con el corazón sagrado de la Iglesia Católica, la que solo pide respeto, porque si se hubieran metido con otras religiones como el Islam, la situación se le habría complicado.

Recordemos a Salman Rushdie, escritor indio, de nacionalidad inglesa, cuando publicó ‘Los versos satánicos’ (1988), libro del realismo mágico en donde toma los suras del Corán y los mezcla con la historia de sus personajes; es la novela más célebre, iconoclasta y polémica de Rushdie, tanto que por ella fue condenado a muerte.

El ayatola Jomeini lanzó una Fetua, (pronunciamiento legal del Islam) en la que ordena que sean muertos el autor y todos los que intervinieron en la publicación del libro. Así, al traductor de la edición japonesa, lo mataron; a otros, los lograron atacar; al autor lo tomó bajo su protección el Reino Unido, lo cambia de escondite constantemente, la reina le concedió el título de Sir, mientras tanto sigue la orden de asesinarlo y una recompensa de tres millones de dólares para el que lo ejecute.

En el caso de Maduro no va a ocurrir eso, no se ha enfrentado a un fundamentalismo desmesurado, solo ha llegado a hacer un ridículo internacional y a ofender las mismas creencias de Chávez, las de sus últimos días cuando oraba en público por su salud y apretaba un Cristo entre sus manos.

En fin, parece que esa “oración” es producto de la desesperación de un pueblo que clama al presidente muerto que tanto les prometió. Es seguro que Venezuela volverá por sus fueros y será de nuevo esperanza de redención económica para muchos, en especial para numerosos colombianos.