Para empezar podíamos decir que el agua potable es la que se toma; la que no lo es, no se debe consumir; hace daño y para que otros la aprovechen déjala correr. El agua es un recurso de incalculable valor, que estamos obligados hoy más que nunca frente a esta calamitosa y angustiosa situación, no […]
Para empezar podíamos decir que el agua potable es la que se toma; la que no lo es, no se debe consumir; hace daño y para que otros la aprovechen déjala correr. El agua es un recurso de incalculable valor, que estamos obligados hoy más que nunca frente a esta calamitosa y angustiosa situación, no solo cuidar sino preservar y valorar para la presente y futuras generaciones. Ante este escenario funesto que vive Santa Marta y otras ciudades de la Costa Atlántica, enclavada en condiciones de elevada vulnerabilidad por la sequía, se requiere adoptar medidas estructurales que se constituyan en verdadero instrumento que articule esfuerzos hacia acciones reactivas dentro del desarrollo de un marco – plano de acción y contingencias focalizadas que permitan establecer líneas de ayuda mancomunadas entre todos los entes gubernamentales que enfrenten la necesaria exploración y busca de solución de esta emergencia sanitaria que está acabando con cultivos, animales y afectando la calidad de vida de muchos colombianos. Urge ya convocar y apostar opiniones constructivas en el marco de una estrategia de resultados proactivos, integrando aspectos técnicos, financieros, operativos, inversión y plan de contingencia. No debemos aun concebir que los problemas socio- económicos que padecen esta ciudad y Colombia fueron heredados de la corona española que envió a “conquistarnos” lo peor de lo peor: Ladrones, violadores, enfermos, gente sin educación ni valores, que no tenían otro interés que el de saquear y llevarse el oro.
Debe nacer cuanto antes en esta dificultad la idea inspiradora, sensibilizadora de crecer colectivamente con un sistema justo, equitativo, inclusivo que estimule a sus pobladores a tener una disciplina social desde el gobernante hasta el más sencillo ciudadano de a pie. ¿Por qué hemos llegado a esta crisis? ¿Cómo es posible que podamos seguir viviendo en este aturdimiento colectivo? ¿Podemos salir de él? Claro que es posible salir de él, con un comportamiento cívico, respetando lo que es de cada uno y si nos lo han puesto administrar con mayor razón. Es necesario también extirpar la conducta conformista de la comunidad que no exige lo que es constitucional y legal y con visión multidimensional e integral de solución participar real y efectivamente en el acceso, uso calidad y bienestar del agua.
Asombra que mucho antes de vislumbrase esta sequía, no se realizaron los ajustes necesarios por quienes estaban obligados a ejecutar tales funciones, se mantuvo la escasa e irregular prestación del servicio a una ciudad que viene creciendo; en síntesis esto sucedió ante la mirada de todos, como se dice se nos creció el enano.
En aras de coadyuvar a la solución de esta crítica situación, es fundamental abordar propuestas acertadas y reglas orientadas enfocadas a solucionar la prestación del servicio de acueducto de manera eficiente y continua sin el uso de albercas y motobombas; por eso se hace imperioso, necesario que un equipo consolidado, reconocido, probo y con experiencia en el ramo se involucre en la solución inmediata y definitiva que otros entes no han resuelto y que por el contrario se muestran reacios e incapaces.
Que no le echen la culpa a San Pedro o a San Pedro Alejandrino, el problema es de mala captación y poco almacenamiento de líquido; se le debe exigir al Estado y órganos de control información sobre los recursos que debieron ser invertidos. Hay que borrar lo malo que se ha escrito y no escribir en el mismo papel, pasar la página y ante esta descomunal crisis enfrentarla con una efectiva solucióny no con pañitos de agua tibia. [email protected]
PorJairo Franco Salas
Para empezar podíamos decir que el agua potable es la que se toma; la que no lo es, no se debe consumir; hace daño y para que otros la aprovechen déjala correr. El agua es un recurso de incalculable valor, que estamos obligados hoy más que nunca frente a esta calamitosa y angustiosa situación, no […]
Para empezar podíamos decir que el agua potable es la que se toma; la que no lo es, no se debe consumir; hace daño y para que otros la aprovechen déjala correr. El agua es un recurso de incalculable valor, que estamos obligados hoy más que nunca frente a esta calamitosa y angustiosa situación, no solo cuidar sino preservar y valorar para la presente y futuras generaciones. Ante este escenario funesto que vive Santa Marta y otras ciudades de la Costa Atlántica, enclavada en condiciones de elevada vulnerabilidad por la sequía, se requiere adoptar medidas estructurales que se constituyan en verdadero instrumento que articule esfuerzos hacia acciones reactivas dentro del desarrollo de un marco – plano de acción y contingencias focalizadas que permitan establecer líneas de ayuda mancomunadas entre todos los entes gubernamentales que enfrenten la necesaria exploración y busca de solución de esta emergencia sanitaria que está acabando con cultivos, animales y afectando la calidad de vida de muchos colombianos. Urge ya convocar y apostar opiniones constructivas en el marco de una estrategia de resultados proactivos, integrando aspectos técnicos, financieros, operativos, inversión y plan de contingencia. No debemos aun concebir que los problemas socio- económicos que padecen esta ciudad y Colombia fueron heredados de la corona española que envió a “conquistarnos” lo peor de lo peor: Ladrones, violadores, enfermos, gente sin educación ni valores, que no tenían otro interés que el de saquear y llevarse el oro.
Debe nacer cuanto antes en esta dificultad la idea inspiradora, sensibilizadora de crecer colectivamente con un sistema justo, equitativo, inclusivo que estimule a sus pobladores a tener una disciplina social desde el gobernante hasta el más sencillo ciudadano de a pie. ¿Por qué hemos llegado a esta crisis? ¿Cómo es posible que podamos seguir viviendo en este aturdimiento colectivo? ¿Podemos salir de él? Claro que es posible salir de él, con un comportamiento cívico, respetando lo que es de cada uno y si nos lo han puesto administrar con mayor razón. Es necesario también extirpar la conducta conformista de la comunidad que no exige lo que es constitucional y legal y con visión multidimensional e integral de solución participar real y efectivamente en el acceso, uso calidad y bienestar del agua.
Asombra que mucho antes de vislumbrase esta sequía, no se realizaron los ajustes necesarios por quienes estaban obligados a ejecutar tales funciones, se mantuvo la escasa e irregular prestación del servicio a una ciudad que viene creciendo; en síntesis esto sucedió ante la mirada de todos, como se dice se nos creció el enano.
En aras de coadyuvar a la solución de esta crítica situación, es fundamental abordar propuestas acertadas y reglas orientadas enfocadas a solucionar la prestación del servicio de acueducto de manera eficiente y continua sin el uso de albercas y motobombas; por eso se hace imperioso, necesario que un equipo consolidado, reconocido, probo y con experiencia en el ramo se involucre en la solución inmediata y definitiva que otros entes no han resuelto y que por el contrario se muestran reacios e incapaces.
Que no le echen la culpa a San Pedro o a San Pedro Alejandrino, el problema es de mala captación y poco almacenamiento de líquido; se le debe exigir al Estado y órganos de control información sobre los recursos que debieron ser invertidos. Hay que borrar lo malo que se ha escrito y no escribir en el mismo papel, pasar la página y ante esta descomunal crisis enfrentarla con una efectiva solucióny no con pañitos de agua tibia. [email protected]
PorJairo Franco Salas