“Efectivamente, Jesús, “Ecce Homo”, Dios hecho hombre, asumió en todo nuestra humanidad. Fue, en expresión del siervo de Dios Juan Pablo II, el “rostro humano de Dios y el rostro Divino del hombre”. En su humanidad asumió la condición humana en su máximo esplendor. Fue la plenitud de lo humano; la imagen perfecta de lo […]
“Efectivamente, Jesús, “Ecce Homo”, Dios hecho hombre, asumió en todo nuestra humanidad. Fue, en expresión del siervo de Dios Juan Pablo II, el “rostro humano de Dios y el rostro Divino del hombre”.
En su humanidad asumió la condición humana en su máximo esplendor. Fue la plenitud de lo humano; la imagen perfecta de lo que estamos llamados a ser”, dijo en la homilía de la eucaristía del Lunes Santo, el obispo de Valledupar, monseñor Oscar José Vélez.
“Efectivamente, Jesús, “Ecce Homo”, Dios hecho hombre, asumió en todo nuestra humanidad. Fue, en expresión del siervo de Dios Juan Pablo II, el “rostro humano de Dios y el rostro Divino del hombre”. En su humanidad asumió la condición humana en su máximo esplendor. Fue la plenitud de lo humano; la imagen perfecta de lo […]
“Efectivamente, Jesús, “Ecce Homo”, Dios hecho hombre, asumió en todo nuestra humanidad. Fue, en expresión del siervo de Dios Juan Pablo II, el “rostro humano de Dios y el rostro Divino del hombre”.
En su humanidad asumió la condición humana en su máximo esplendor. Fue la plenitud de lo humano; la imagen perfecta de lo que estamos llamados a ser”, dijo en la homilía de la eucaristía del Lunes Santo, el obispo de Valledupar, monseñor Oscar José Vélez.