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Columnista - 10 junio, 2014

Ese autogol en las urnas

Durante el sorteo de los bombos para la conformación de los grupos para la Copa del Mundo, Colombia tenía un 12,5% de probabilidades de quedar ubicado en alguno de los ocho lotes que componen la competición y por azares del destino su nombre fue pronunciado cuando se decidía la suerte del grupo C. En ese […]

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Durante el sorteo de los bombos para la conformación de los grupos para la Copa del Mundo, Colombia tenía un 12,5% de probabilidades de quedar ubicado en alguno de los ocho lotes que componen la competición y por azares del destino su nombre fue pronunciado cuando se decidía la suerte del grupo C. En ese momento los medios enfocaron su atenciónsobre los rivales y contendores que disputarían un cupo a octavos contra nuestro país, pero en aquel instante prácticamente nadie notó que el debut de nuestro equipo tras 16 años de sequía futbolística sería justamente la mañana previa a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.

Esta contingencia de eventos cósmicos podrá tener una influencia decisiva en lo que suceda este domingo cuando se avista el final de esta frenética y emocionante carrera hacia la Casa de Nariño.

Partamos por el hecho básico que no es mentira para nadie: A Colombia le gusta más el fútbol que la política y tiene todo el sentido que sea así, pues es más divertido ver a Teo o Bacca anotando goles que a Santos y Zuluaga debatiendo.Teniendo en cuenta esta predilección natural a sintonizar el partido contra Grecia, sumado a la celebración previa, concomitante y posterior al resultado, sea cual sea, y multiplicándolo por una ley seca que, de conservar los parámetros vistos en la primera vuelta, comenzará a las 6 pm de ese día, estaremos ante varios escenarios.

El primero es que de ganar la Selección se desatará una oleada de éxtasis colectivo que comenzará hacia el mediodía en las calles y se extenderá de noche en las casas de cada cual. Muy seguramente familiares y amigos no dejarán escapar la oportunidad de brindar por el éxito del equipo, y más con Águila como patrocinador oficial, lo que inevitablemente significará una baja muy considerable en la asistencia a las mesas de votación al día siguiente, alimentando considerablemente el fantasma de la abstención. El segundo es que de resultar apaleado Ospina esa mañana en Belo Horizonte, sucederá exactamente lo mismo, pues ya se consolidó la ocasión que hacía falta para salir de la rutina.

Cualquiera que diga que el partido de este sábado no tendrá ninguna influencia en la jornada electoral demuestra que nunca ha vibrado con un partido de nuestra Selección o no comprende la importancia de este deporte como elemento de unión en la cohesión social de nuestro país.

Pero si desde diciembre teníamos claro cómo iba a ser el calendario mundialista, ¿no habría sido posible para la Registraduría modificar la fecha de la segunda vuelta, por ejemplo para el fin de semana posterior cuando Colombia jugaba su tercer partido hasta el martes y así ahorrarse la especulación sobre la asistencia de sufragantes? Ese autogol en las urnas podríamos habérnoslo ahorrado yendo a la fija haciendocálculos con calendario en mano.

El fútbol y la política son dos arterias que alimentan el corazón de nuestra nación. Pero en un ambiente de fatiga electoral como el que vivimos, de ponerlos a competir Pékerman ganará y por goleada.

Columnista
10 junio, 2014

Ese autogol en las urnas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Fuad Gonzalo Chacon

Durante el sorteo de los bombos para la conformación de los grupos para la Copa del Mundo, Colombia tenía un 12,5% de probabilidades de quedar ubicado en alguno de los ocho lotes que componen la competición y por azares del destino su nombre fue pronunciado cuando se decidía la suerte del grupo C. En ese […]


Durante el sorteo de los bombos para la conformación de los grupos para la Copa del Mundo, Colombia tenía un 12,5% de probabilidades de quedar ubicado en alguno de los ocho lotes que componen la competición y por azares del destino su nombre fue pronunciado cuando se decidía la suerte del grupo C. En ese momento los medios enfocaron su atenciónsobre los rivales y contendores que disputarían un cupo a octavos contra nuestro país, pero en aquel instante prácticamente nadie notó que el debut de nuestro equipo tras 16 años de sequía futbolística sería justamente la mañana previa a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.

Esta contingencia de eventos cósmicos podrá tener una influencia decisiva en lo que suceda este domingo cuando se avista el final de esta frenética y emocionante carrera hacia la Casa de Nariño.

Partamos por el hecho básico que no es mentira para nadie: A Colombia le gusta más el fútbol que la política y tiene todo el sentido que sea así, pues es más divertido ver a Teo o Bacca anotando goles que a Santos y Zuluaga debatiendo.Teniendo en cuenta esta predilección natural a sintonizar el partido contra Grecia, sumado a la celebración previa, concomitante y posterior al resultado, sea cual sea, y multiplicándolo por una ley seca que, de conservar los parámetros vistos en la primera vuelta, comenzará a las 6 pm de ese día, estaremos ante varios escenarios.

El primero es que de ganar la Selección se desatará una oleada de éxtasis colectivo que comenzará hacia el mediodía en las calles y se extenderá de noche en las casas de cada cual. Muy seguramente familiares y amigos no dejarán escapar la oportunidad de brindar por el éxito del equipo, y más con Águila como patrocinador oficial, lo que inevitablemente significará una baja muy considerable en la asistencia a las mesas de votación al día siguiente, alimentando considerablemente el fantasma de la abstención. El segundo es que de resultar apaleado Ospina esa mañana en Belo Horizonte, sucederá exactamente lo mismo, pues ya se consolidó la ocasión que hacía falta para salir de la rutina.

Cualquiera que diga que el partido de este sábado no tendrá ninguna influencia en la jornada electoral demuestra que nunca ha vibrado con un partido de nuestra Selección o no comprende la importancia de este deporte como elemento de unión en la cohesión social de nuestro país.

Pero si desde diciembre teníamos claro cómo iba a ser el calendario mundialista, ¿no habría sido posible para la Registraduría modificar la fecha de la segunda vuelta, por ejemplo para el fin de semana posterior cuando Colombia jugaba su tercer partido hasta el martes y así ahorrarse la especulación sobre la asistencia de sufragantes? Ese autogol en las urnas podríamos habérnoslo ahorrado yendo a la fija haciendocálculos con calendario en mano.

El fútbol y la política son dos arterias que alimentan el corazón de nuestra nación. Pero en un ambiente de fatiga electoral como el que vivimos, de ponerlos a competir Pékerman ganará y por goleada.