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Columnista - 9 junio, 2014

Mi voto

Llegó la hora de decidir por quien votar, es difícil, porque las dos opciones representan lo mismo, el apego al poder y la lucha de egos por demostrar quién tiene las mayorías. Ambos desperdiciaron el chance de cambiar al país, ninguno tiene autoridad para criticar al otro; Zuluaga, eliminó las horas extras y Santos, lideró […]

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Llegó la hora de decidir por quien votar, es difícil, porque las dos opciones representan lo mismo, el apego al poder y la lucha de egos por demostrar quién tiene las mayorías.

Ambos desperdiciaron el chance de cambiar al país, ninguno tiene autoridad para criticar al otro; Zuluaga, eliminó las horas extras y Santos, lideró el ministerio de los falsos positivos; uno y otro, hacen parte de la crisis de las dos últimas décadas. Hizo falta un candidato fresco, con carisma, sintonizado con el pueblo, con un discurso claro y convincente. No creo en ese cuento de que uno representa la guerra y el otro la paz, como superficialmente se quiere inducir al votante, incluso Timochenko en un comunicado dijo: «Es claro que cualquiera de los dos (Santos o Zuluaga) significará la guerra».

No creo ni que Santos va imponer un modelo castrochavista, ni que Zuluaga vaya a reformar la Constitución para que vuelva Uribe y prolongar la guerra; el proceso de paz llegó a un punto de no retorno y llegue quien llegue, le quedará muy difícil terminar con todo lo que se ha avanzado, el pueblo y la comunidad internacional lo exigen; y, eso, hay que abonárselo a Santos.

Sin embargo, me da pena decepcionar a los románticos, acabar el conflicto con las Farc, no es la paz, ¿Qué pasará con otros agentes generadores de violencia como la corrupción, el Eln, las bandas criminales y el narcotráfico que cada día se reinventan? Nuestra política actual, es el resultado de una crisis de liderazgo de mucho tiempo atrás, envuelta en nepotismo e incapacidad, liderada por expresidentes con mal desempeño y politiqueros como los Ñoños, Roys, Gerleins, Serpas. Pensé en la opción del voto en blanco, respetable, pero creo no le aportaría nada al debate; aunque el senador Jorge Enrique Robledo, con su decisión, es fiel y consecuente con sus ideales políticos, no como Clara López que pasó en un día a apoyar a Santos, luego de que en campaña, lo tildó de neoliberal y compra votos, quien sabe si hubo mermelada.

Está claro que en esta elección, el principal diferenciador para que la gente decida no es la guerra, ni la paz; mucho menos las propuestas; es el odio a Uribe y el odio a las Farc. Un país donde los llamados intelectuales, como Héctor Abad y Juan Gabriel Vásquez, se vuelven intolerantes y descalifican al otro por pensar distinto, es un país que esta jodido; alarmante que William Ospina, sea sometido a bulling, tachándolo de bruto y amigo de la motosierra, únicamente porque expresó su opinión, favorable por un candidato, ¡por favor!.

Ante el devastador panorama, me incliné por el voto castigo a un mal gobierno, que desaprovechó 4 años para hacer las grandes reformas que el país necesitaba, con un Presidente que únicamente habla de paz, poco propone y, mucho menos, reconoce errores. Mi voto es para Zuluaga, porque en medio del fango de los hackers, ha logrado mostrar propuestas, sobre todo en educación.

Para lograr la paz hay que involucrar también al uribismo; el mismo Humberto de Calle, opina que para que este país se reconcilie verdaderamente, hay que sentar a ese sector con las Farc.

De lo contrario, debemos estar preparados para la acción nefasta de la ultra derecha y revivir momentos como los del exterminio de la UP, lo que prolongaría la guerra. Amigo lector vote por quien le parezca pero respete al otro, no se deje intimidar, ni influenciar. El domingo hay que votar en paz y derrotar la abstención.

Columnista
9 junio, 2014

Mi voto

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jacobo Solano Cerchiaro

Llegó la hora de decidir por quien votar, es difícil, porque las dos opciones representan lo mismo, el apego al poder y la lucha de egos por demostrar quién tiene las mayorías. Ambos desperdiciaron el chance de cambiar al país, ninguno tiene autoridad para criticar al otro; Zuluaga, eliminó las horas extras y Santos, lideró […]


Llegó la hora de decidir por quien votar, es difícil, porque las dos opciones representan lo mismo, el apego al poder y la lucha de egos por demostrar quién tiene las mayorías.

Ambos desperdiciaron el chance de cambiar al país, ninguno tiene autoridad para criticar al otro; Zuluaga, eliminó las horas extras y Santos, lideró el ministerio de los falsos positivos; uno y otro, hacen parte de la crisis de las dos últimas décadas. Hizo falta un candidato fresco, con carisma, sintonizado con el pueblo, con un discurso claro y convincente. No creo en ese cuento de que uno representa la guerra y el otro la paz, como superficialmente se quiere inducir al votante, incluso Timochenko en un comunicado dijo: «Es claro que cualquiera de los dos (Santos o Zuluaga) significará la guerra».

No creo ni que Santos va imponer un modelo castrochavista, ni que Zuluaga vaya a reformar la Constitución para que vuelva Uribe y prolongar la guerra; el proceso de paz llegó a un punto de no retorno y llegue quien llegue, le quedará muy difícil terminar con todo lo que se ha avanzado, el pueblo y la comunidad internacional lo exigen; y, eso, hay que abonárselo a Santos.

Sin embargo, me da pena decepcionar a los románticos, acabar el conflicto con las Farc, no es la paz, ¿Qué pasará con otros agentes generadores de violencia como la corrupción, el Eln, las bandas criminales y el narcotráfico que cada día se reinventan? Nuestra política actual, es el resultado de una crisis de liderazgo de mucho tiempo atrás, envuelta en nepotismo e incapacidad, liderada por expresidentes con mal desempeño y politiqueros como los Ñoños, Roys, Gerleins, Serpas. Pensé en la opción del voto en blanco, respetable, pero creo no le aportaría nada al debate; aunque el senador Jorge Enrique Robledo, con su decisión, es fiel y consecuente con sus ideales políticos, no como Clara López que pasó en un día a apoyar a Santos, luego de que en campaña, lo tildó de neoliberal y compra votos, quien sabe si hubo mermelada.

Está claro que en esta elección, el principal diferenciador para que la gente decida no es la guerra, ni la paz; mucho menos las propuestas; es el odio a Uribe y el odio a las Farc. Un país donde los llamados intelectuales, como Héctor Abad y Juan Gabriel Vásquez, se vuelven intolerantes y descalifican al otro por pensar distinto, es un país que esta jodido; alarmante que William Ospina, sea sometido a bulling, tachándolo de bruto y amigo de la motosierra, únicamente porque expresó su opinión, favorable por un candidato, ¡por favor!.

Ante el devastador panorama, me incliné por el voto castigo a un mal gobierno, que desaprovechó 4 años para hacer las grandes reformas que el país necesitaba, con un Presidente que únicamente habla de paz, poco propone y, mucho menos, reconoce errores. Mi voto es para Zuluaga, porque en medio del fango de los hackers, ha logrado mostrar propuestas, sobre todo en educación.

Para lograr la paz hay que involucrar también al uribismo; el mismo Humberto de Calle, opina que para que este país se reconcilie verdaderamente, hay que sentar a ese sector con las Farc.

De lo contrario, debemos estar preparados para la acción nefasta de la ultra derecha y revivir momentos como los del exterminio de la UP, lo que prolongaría la guerra. Amigo lector vote por quien le parezca pero respete al otro, no se deje intimidar, ni influenciar. El domingo hay que votar en paz y derrotar la abstención.