Atroz, cruel e inhumano el hecho notorio y evidente que se registró ante las miradas estupefactas de un sinnúmero de personas en pleno Centro Histórico de Santa Marta, exactamente en las instalaciones del Banco Agrario, donde se materializó este episodio verdaderamente dramático, que pareciese ser extraído de un escenario macondiano, pero lo que se vio […]
Atroz, cruel e inhumano el hecho notorio y evidente que se registró ante las miradas estupefactas de un sinnúmero de personas en pleno Centro Histórico de Santa Marta, exactamente en las instalaciones del Banco Agrario, donde se materializó este episodio verdaderamente dramático, que pareciese ser extraído de un escenario macondiano, pero lo que se vio fue producto de la auténtica realidad, realidad que vive Colombia donde la crudeza despiadada cobra cada día mayor fuerza, sin que al parecer nada ni alguien pudiere controlarla.
Lo más cruel de la escenificación de este drama de la vida real es que el suceso involucra a una instancia del Gobierno Colombiano, que debiese como su razón social lo enfoca velar, salvaguardar, proteger y lo más importante dignificar la condición humana del adulto mayor, los cuales están bajo un frío, paupérrimo y desalentador panorama, donde la miseria, hambre, desnutrición y pobreza extrema reina por doquier.
El hecho reprochable ocurrido ilustrado a manera de nota periodística se puede circunscribir de la siguiente forma: una abuela de estrato 1,la señora Ana María Martínez, le tocó hacer presencia acostada en una camilla y asistida con oxígeno, para demostrar que estaba viva y poder cobrar la indemnización por desaparición forzada de un hijo (que no fue pagada en ese momento), cuando existe procedimiento establecido en la legislación civil que pudo evitar este desplazamiento forzado y no poner en peligro la vida de la señora; desgarrador, espeluznante por culpa de la desidia e incapacidad del Estado en solucionar con eficacia y prontitud los problemas álgidos del diario vivir de nuestra sociedad. ¿Cuándo aparecerá el respeto a la dignidad humana en Colombia?
Estas situaciones nefastas, preocupantes y desestabilizadoras no deben repetirse; se requiere que los seres humanos logremos una trasformación íntegra, profunda en nuestro ser interior, para que aflore un mayor grado de conciencia, despierte el autoestima, se incremente el sentido de pertenencia por valores éticos, morales y sociales como la dignidad y el respeto; compromiso social que tiene hoy el Estado por los adultos mayores, protagonistas sin desearlo de la más abominable manifestación de la cruda realidad que hoy vive Colombia.
Y este es solo un hecho de los tantos que en el trascurrir de los días se originan en el país, siendo la más afectada por desgracia la población desposeída, desplazada y vulnerada que hoy erige el mundo sólido de la indiferencia e incapacidad en la resolución de tantos problemas que agobian a Colombia.
Es urgente, prioritario e inmediato el accionar de instancias nacionales de protección de derechos que tienen presencia en lo local y que están obligadas a aportar buena parte de la solución de esto que deja huellas, tales como la Defensoría del Pueblo, la Procuraduría y también la Personería Distrital, para eso están, para que defiendan los derechos a quienes se les quiere perturbar, violar o desconocer. El llamado de atención en especial va dirigido al organigrama directriz para que se humanice al personal adscrito de la estructura estatal.
Hoy los indignados rechazamos lo sucedido; demuestra lo anterior que ciudadanos han movilizado resortes sicológicos, creando expectativas alrededor de estos hechos inusuales como los registrados, que se están volviendo el pan de cada día.
Atroz, cruel e inhumano el hecho notorio y evidente que se registró ante las miradas estupefactas de un sinnúmero de personas en pleno Centro Histórico de Santa Marta, exactamente en las instalaciones del Banco Agrario, donde se materializó este episodio verdaderamente dramático, que pareciese ser extraído de un escenario macondiano, pero lo que se vio […]
Atroz, cruel e inhumano el hecho notorio y evidente que se registró ante las miradas estupefactas de un sinnúmero de personas en pleno Centro Histórico de Santa Marta, exactamente en las instalaciones del Banco Agrario, donde se materializó este episodio verdaderamente dramático, que pareciese ser extraído de un escenario macondiano, pero lo que se vio fue producto de la auténtica realidad, realidad que vive Colombia donde la crudeza despiadada cobra cada día mayor fuerza, sin que al parecer nada ni alguien pudiere controlarla.
Lo más cruel de la escenificación de este drama de la vida real es que el suceso involucra a una instancia del Gobierno Colombiano, que debiese como su razón social lo enfoca velar, salvaguardar, proteger y lo más importante dignificar la condición humana del adulto mayor, los cuales están bajo un frío, paupérrimo y desalentador panorama, donde la miseria, hambre, desnutrición y pobreza extrema reina por doquier.
El hecho reprochable ocurrido ilustrado a manera de nota periodística se puede circunscribir de la siguiente forma: una abuela de estrato 1,la señora Ana María Martínez, le tocó hacer presencia acostada en una camilla y asistida con oxígeno, para demostrar que estaba viva y poder cobrar la indemnización por desaparición forzada de un hijo (que no fue pagada en ese momento), cuando existe procedimiento establecido en la legislación civil que pudo evitar este desplazamiento forzado y no poner en peligro la vida de la señora; desgarrador, espeluznante por culpa de la desidia e incapacidad del Estado en solucionar con eficacia y prontitud los problemas álgidos del diario vivir de nuestra sociedad. ¿Cuándo aparecerá el respeto a la dignidad humana en Colombia?
Estas situaciones nefastas, preocupantes y desestabilizadoras no deben repetirse; se requiere que los seres humanos logremos una trasformación íntegra, profunda en nuestro ser interior, para que aflore un mayor grado de conciencia, despierte el autoestima, se incremente el sentido de pertenencia por valores éticos, morales y sociales como la dignidad y el respeto; compromiso social que tiene hoy el Estado por los adultos mayores, protagonistas sin desearlo de la más abominable manifestación de la cruda realidad que hoy vive Colombia.
Y este es solo un hecho de los tantos que en el trascurrir de los días se originan en el país, siendo la más afectada por desgracia la población desposeída, desplazada y vulnerada que hoy erige el mundo sólido de la indiferencia e incapacidad en la resolución de tantos problemas que agobian a Colombia.
Es urgente, prioritario e inmediato el accionar de instancias nacionales de protección de derechos que tienen presencia en lo local y que están obligadas a aportar buena parte de la solución de esto que deja huellas, tales como la Defensoría del Pueblo, la Procuraduría y también la Personería Distrital, para eso están, para que defiendan los derechos a quienes se les quiere perturbar, violar o desconocer. El llamado de atención en especial va dirigido al organigrama directriz para que se humanice al personal adscrito de la estructura estatal.
Hoy los indignados rechazamos lo sucedido; demuestra lo anterior que ciudadanos han movilizado resortes sicológicos, creando expectativas alrededor de estos hechos inusuales como los registrados, que se están volviendo el pan de cada día.