Ha presentado en la feria del Libro de Bogotá su libro ‘La guerra y La Paz’ el escritor Santiago Gamboa y en entrevista dice cosas como que “la guerra tiene un componente instintivo y natural y la paz es una construcción de la razón”. “No hay que tenerle miedo a las guerras sino a las […]
Ha presentado en la feria del Libro de Bogotá su libro ‘La guerra y La Paz’ el escritor Santiago Gamboa y en entrevista dice cosas como que “la guerra tiene un componente instintivo y natural y la paz es una construcción de la razón”. “No hay que tenerle miedo a las guerras sino a las guerras inútiles y en Colombia se volvió inútil hace tiempo, entre otras cosas porque se convirtió en un fin en sí mismo. Estamos patinando en una guerra que nos impide comprender los problemas de la sociedad y saber cómo tratarlos. La verdadera guerra de la sociedad colombiana es acabar con esa guerra” (entrevista La República 10 de mayo).
El país tiene a las puertas una posibilidad real de paz y de correlativo progreso social y económico, que daría un salto histórico para superar un conflicto de 50 años, esa sí la gran revolución de Colombia en el presente siglo, la paz y su construcción, no puede caer, en medio de la confusión, la manipulación y la denuncia temeraria, en la tentación del caudillismo para darla al traste.
Es inevitable que salgan contradictores a un proceso que puede acabar con el ‘negocio’ de la guerra. En estos momentos no es el caudillismo el que orienta los pueblos al progreso sino por el contrario, al fracaso. Lo importante ahora es la verdadera, consciente y coherente reflexión que debe llevar a los colombianos a tomar el camino que más le conviene al país, indudablemente el de la paz, una apuesta del gobierno del presidente Juan Manuel Santos, que bien dice que “…sin el conflicto armado, Colombia despegaría con una contundencia jamás soñada”.
Cuando hay candidatos que solo ofrecen cuatro años de una fórmula comprobada de más muerte y luto, se hace necesario reflexionar si esa es la única receta que seguiremos aplicando o si podemos lanzarnos sin temor a una paz que no hemos probado y a la que muchos tienen miedo.
Los cesarenses, así como el resto de colombianos, deben tener claro sus derechos y deberes como ciudadanos. Es la hora de pensar bien el voto, es la oportunidad, tal vez la única en las últimas tres décadas, de elegir la paz y no la guerra.
Ha presentado en la feria del Libro de Bogotá su libro ‘La guerra y La Paz’ el escritor Santiago Gamboa y en entrevista dice cosas como que “la guerra tiene un componente instintivo y natural y la paz es una construcción de la razón”. “No hay que tenerle miedo a las guerras sino a las […]
Ha presentado en la feria del Libro de Bogotá su libro ‘La guerra y La Paz’ el escritor Santiago Gamboa y en entrevista dice cosas como que “la guerra tiene un componente instintivo y natural y la paz es una construcción de la razón”. “No hay que tenerle miedo a las guerras sino a las guerras inútiles y en Colombia se volvió inútil hace tiempo, entre otras cosas porque se convirtió en un fin en sí mismo. Estamos patinando en una guerra que nos impide comprender los problemas de la sociedad y saber cómo tratarlos. La verdadera guerra de la sociedad colombiana es acabar con esa guerra” (entrevista La República 10 de mayo).
El país tiene a las puertas una posibilidad real de paz y de correlativo progreso social y económico, que daría un salto histórico para superar un conflicto de 50 años, esa sí la gran revolución de Colombia en el presente siglo, la paz y su construcción, no puede caer, en medio de la confusión, la manipulación y la denuncia temeraria, en la tentación del caudillismo para darla al traste.
Es inevitable que salgan contradictores a un proceso que puede acabar con el ‘negocio’ de la guerra. En estos momentos no es el caudillismo el que orienta los pueblos al progreso sino por el contrario, al fracaso. Lo importante ahora es la verdadera, consciente y coherente reflexión que debe llevar a los colombianos a tomar el camino que más le conviene al país, indudablemente el de la paz, una apuesta del gobierno del presidente Juan Manuel Santos, que bien dice que “…sin el conflicto armado, Colombia despegaría con una contundencia jamás soñada”.
Cuando hay candidatos que solo ofrecen cuatro años de una fórmula comprobada de más muerte y luto, se hace necesario reflexionar si esa es la única receta que seguiremos aplicando o si podemos lanzarnos sin temor a una paz que no hemos probado y a la que muchos tienen miedo.
Los cesarenses, así como el resto de colombianos, deben tener claro sus derechos y deberes como ciudadanos. Es la hora de pensar bien el voto, es la oportunidad, tal vez la única en las últimas tres décadas, de elegir la paz y no la guerra.