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Columnista - 7 mayo, 2014

Una parranda en Manaure

Cada año, para la celebración de la Virgen del Carmen o para el Festival Vallenato, en Manaure (Cesar) hay parranda vallenata en casa del abogado manaurero Armando Luis Calle Calderón. Pero no es una parranda llena de globos ni flores ni piñatas ni mucho menos de juegos pirotécnicos, no. Es una parranda vallenata de amigos, […]

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Cada año, para la celebración de la Virgen del Carmen o para el Festival Vallenato, en Manaure (Cesar) hay parranda vallenata en casa del abogado manaurero Armando Luis Calle Calderón.

Pero no es una parranda llena de globos ni flores ni piñatas ni mucho menos de juegos pirotécnicos, no. Es una parranda vallenata de amigos, de esas que los médicos José Carreño, Toño Araque y Rafael Zabaleta envidiarían.

Son muchos los músicos que han estado en esa casa colonial mediterránea que construyó Armando Calle en medio de un paisaje que deja al descubierto la belleza exótica del lugar desde donde se puede observar embelesado el cerro El avión, el Hondo del Río, La punta del Cielo, Sabanas de León, El Pozo de la Danta, Sabana Rubia y, en fin, tanta hermosura natural que se conjuga con una temperatura de 16 grados centígrados.

Tal vez exageran mis consejeros periodísticos Tío Chiro y Tío Nan cuando afirman que medio Medellín ha estado en esa casa que parece más el albergue de monjes taoístas, que la casa veranera de una familia nacida y criada en este mismo lugar, en donde la hospitalidad es la exclusividad de la vivienda.

Cuentan mis consejeros periodísticos que son ya famosas las parrandas donde Armando Calle, un manaurero que partió hace más de tres décadas para Medellín y allí se formó como abogado, cursó estudios de doctorado en la Universidad de Girona España y está en el proceso de sustentación de su tesis doctoral; se especializó en la Universidad Nacional y hoy es también profesor de planta de la Universidad de Antioquia y un consumado investigador del Derecho.

El sábado anterior celebró con su esposa Bernardita, sus hijos, su amada madre Aurelina y familiares la tradicional parranda con un lleno a reventar de amigos suyos de Medellín, Cartagena, Valledupar y Manaure. Estuvieron presentes Emilianito Zuleta Díaz y su hijo “Coco” Zuleta, Álvaro López, Marciano Martínez, entre otros. Fue una parranda con mucha música vallenata, en donde afloró la nota cadenciosa y el verso costumbrista y la melodía de cada canción vernácula.

El furor de la parranda fue matizada por el encanto mágico de una tarde de esas manaureras en donde el sol se hace cómplice de lo maravilloso, porque se esconde detrás de los cerros y provoca una temperatura agradable, un clima que incita al bienestar, al regocijo y al amor. Al caer la tarde una tenue llovizna mezcló lo folclórico y musical con lo natural.

Juan Manuel Muegues, Toño Salas, “Poncho” Zuleta, “Chemita” Ramos, “El Cocha” Molina, entre otros, han hecho eco en las tradicionales parrandas de Armando y su esposa Bernardita y al final en horas de la madrugada afloran los versos repentinos de los cantores, cantándoles a cada paisaje de Manaure e invitando a todos a sentir y vivir la naturaleza tan espontanea que se respira y siente en esa población que acoge a tantos con tanta alegría, tranquilidad y hospitalidad. Hasta la próxima semana.

[email protected]

Columnista
7 mayo, 2014

Una parranda en Manaure

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Aquilino Cotes Zuleta

Cada año, para la celebración de la Virgen del Carmen o para el Festival Vallenato, en Manaure (Cesar) hay parranda vallenata en casa del abogado manaurero Armando Luis Calle Calderón. Pero no es una parranda llena de globos ni flores ni piñatas ni mucho menos de juegos pirotécnicos, no. Es una parranda vallenata de amigos, […]


Cada año, para la celebración de la Virgen del Carmen o para el Festival Vallenato, en Manaure (Cesar) hay parranda vallenata en casa del abogado manaurero Armando Luis Calle Calderón.

Pero no es una parranda llena de globos ni flores ni piñatas ni mucho menos de juegos pirotécnicos, no. Es una parranda vallenata de amigos, de esas que los médicos José Carreño, Toño Araque y Rafael Zabaleta envidiarían.

Son muchos los músicos que han estado en esa casa colonial mediterránea que construyó Armando Calle en medio de un paisaje que deja al descubierto la belleza exótica del lugar desde donde se puede observar embelesado el cerro El avión, el Hondo del Río, La punta del Cielo, Sabanas de León, El Pozo de la Danta, Sabana Rubia y, en fin, tanta hermosura natural que se conjuga con una temperatura de 16 grados centígrados.

Tal vez exageran mis consejeros periodísticos Tío Chiro y Tío Nan cuando afirman que medio Medellín ha estado en esa casa que parece más el albergue de monjes taoístas, que la casa veranera de una familia nacida y criada en este mismo lugar, en donde la hospitalidad es la exclusividad de la vivienda.

Cuentan mis consejeros periodísticos que son ya famosas las parrandas donde Armando Calle, un manaurero que partió hace más de tres décadas para Medellín y allí se formó como abogado, cursó estudios de doctorado en la Universidad de Girona España y está en el proceso de sustentación de su tesis doctoral; se especializó en la Universidad Nacional y hoy es también profesor de planta de la Universidad de Antioquia y un consumado investigador del Derecho.

El sábado anterior celebró con su esposa Bernardita, sus hijos, su amada madre Aurelina y familiares la tradicional parranda con un lleno a reventar de amigos suyos de Medellín, Cartagena, Valledupar y Manaure. Estuvieron presentes Emilianito Zuleta Díaz y su hijo “Coco” Zuleta, Álvaro López, Marciano Martínez, entre otros. Fue una parranda con mucha música vallenata, en donde afloró la nota cadenciosa y el verso costumbrista y la melodía de cada canción vernácula.

El furor de la parranda fue matizada por el encanto mágico de una tarde de esas manaureras en donde el sol se hace cómplice de lo maravilloso, porque se esconde detrás de los cerros y provoca una temperatura agradable, un clima que incita al bienestar, al regocijo y al amor. Al caer la tarde una tenue llovizna mezcló lo folclórico y musical con lo natural.

Juan Manuel Muegues, Toño Salas, “Poncho” Zuleta, “Chemita” Ramos, “El Cocha” Molina, entre otros, han hecho eco en las tradicionales parrandas de Armando y su esposa Bernardita y al final en horas de la madrugada afloran los versos repentinos de los cantores, cantándoles a cada paisaje de Manaure e invitando a todos a sentir y vivir la naturaleza tan espontanea que se respira y siente en esa población que acoge a tantos con tanta alegría, tranquilidad y hospitalidad. Hasta la próxima semana.

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