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Columnista - 29 abril, 2014

Buenos días festival

“Buenos días festival fiesta tradicional folclórico concurso te vine a visitar viejo Valledupar te saludo con gusto…Vengo por saborear un poco de acordeón al valle de los reyes, a escuchar la canción que en pro de un galardón elogia tus mujeres” Como el tiempo es inexorable, se nos vino encima el Festival Vallenato el cual […]

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“Buenos días festival fiesta tradicional folclórico concurso te vine a visitar viejo Valledupar te saludo con gusto…Vengo por saborear un poco de acordeón al valle de los reyes, a escuchar la canción que en pro de un galardón elogia tus mujeres”

Como el tiempo es inexorable, se nos vino encima el Festival Vallenato el cual dejó de ser patrimonio exclusivo de los raizales nacidos en el Valle del Cacique Upar y ya le pertenece a toda la humanidad por sobradas razones todas ellas intangibles pero sentimentalmente poderosas e indiscutibles.

Con razón ha llegado a nuestra mente la canción “Abrazo Guajiro” de Carlos Huertas Gómez, quien describe ese sentimiento especial que sentimos los Guajiros al llegar a esa ciudad y a su fiesta a donde no solo hay música y reñidas competencias folclóricas, sino reencuentro de afectos y de sinceros amigos tema musical que en buena hora incluyeron Jorge Oñate y Colacho Mendoza en el LP “Únicos” en el año 1977.

Imposible describir como se quiere la importancia espiritual de ese bellísimo certamen, pues las palabras resultan insuficientes para describir lo que allí se vive cada año, es un festival grandioso, una fiesta colectiva, con la sabrosura de los festejos de pueblo, el entusiasmo es contagioso, y no es fácil encontrar barreras entre ciudadanos de primera y de segunda durante la realización de los más importantes eventos estrictamente festivaleros, allí, el pobre y el rico disfrutan a plenitud y por igual, la gente vallenata que es muy parecida a los Barranquilleros, a los Maicaeros y los Fonsequeros, por que hacen lo que toque para que uno se sienta bien en su tierra, durante esos días son todavía mas cálidos y atentos circunstancias que justifican afirmar, que a ese evento hay que asistir, y los Guajiros tenemos que ser los primeros chicharrones en caer al caldero.

Igual que Carlos Huertas, encontramos justo para sentirnos mejor, estar allí, para “saborear un poco de acordeón” y regresar a nuestra actividad con el caudal de anergia que sus calles y callejones nos transmiten matizados con los merengues, sones y puyas que se escuchan en la plaza Alfonso López, en el Coliseo y en los patios mientras hierven los sancochos, se escuchan anécdotas y se mueven caprichosas las hojas de los cañaguates y los palos de mango.

Son los concursos que se realizan en esa ciudad dueña de mi imperecedera gratitud por los años maravillosos que me permitió disfrutar, la cantera, la fuente inagotable de talento y de genialidad popular que nos permite reencontrarnos con la esperanza de que el verdadero vallenato está lejos de desaparecer así los mercaderes de la mala hora sigan pensando con los deseos, es allí donde nos enteramos que hay un semillero de muchachos que con su briosa digitación y su clásica ejecución silenciaran a quienes tienen mucho ruido y menos talento para interpretar la música más representativa de Colombia duélale a quien le duela.

Su gente hospitalaria, sus bellísimas mujeres y la más bella música inventada por Dios un día de Inspiración nos están esperando para disfrutar a plenitud, este año no he recibido la invitación pero tampoco me han dicho que no puedo asistir.

“Valledupar prócer ciudad, desde esa tierra que yo adoro tanto te traigo un abrazo de paz y de amor, símbolo de confraternidad entre los guajiros y vallenatos que viven el canto de un mismo folclor” (Marciano Martínez – Con el alma en la mano Poncho Zuleta y Beto Villa 1988)

Columnista
29 abril, 2014

Buenos días festival

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Eduardo Acosta Medina

“Buenos días festival fiesta tradicional folclórico concurso te vine a visitar viejo Valledupar te saludo con gusto…Vengo por saborear un poco de acordeón al valle de los reyes, a escuchar la canción que en pro de un galardón elogia tus mujeres” Como el tiempo es inexorable, se nos vino encima el Festival Vallenato el cual […]


“Buenos días festival fiesta tradicional folclórico concurso te vine a visitar viejo Valledupar te saludo con gusto…Vengo por saborear un poco de acordeón al valle de los reyes, a escuchar la canción que en pro de un galardón elogia tus mujeres”

Como el tiempo es inexorable, se nos vino encima el Festival Vallenato el cual dejó de ser patrimonio exclusivo de los raizales nacidos en el Valle del Cacique Upar y ya le pertenece a toda la humanidad por sobradas razones todas ellas intangibles pero sentimentalmente poderosas e indiscutibles.

Con razón ha llegado a nuestra mente la canción “Abrazo Guajiro” de Carlos Huertas Gómez, quien describe ese sentimiento especial que sentimos los Guajiros al llegar a esa ciudad y a su fiesta a donde no solo hay música y reñidas competencias folclóricas, sino reencuentro de afectos y de sinceros amigos tema musical que en buena hora incluyeron Jorge Oñate y Colacho Mendoza en el LP “Únicos” en el año 1977.

Imposible describir como se quiere la importancia espiritual de ese bellísimo certamen, pues las palabras resultan insuficientes para describir lo que allí se vive cada año, es un festival grandioso, una fiesta colectiva, con la sabrosura de los festejos de pueblo, el entusiasmo es contagioso, y no es fácil encontrar barreras entre ciudadanos de primera y de segunda durante la realización de los más importantes eventos estrictamente festivaleros, allí, el pobre y el rico disfrutan a plenitud y por igual, la gente vallenata que es muy parecida a los Barranquilleros, a los Maicaeros y los Fonsequeros, por que hacen lo que toque para que uno se sienta bien en su tierra, durante esos días son todavía mas cálidos y atentos circunstancias que justifican afirmar, que a ese evento hay que asistir, y los Guajiros tenemos que ser los primeros chicharrones en caer al caldero.

Igual que Carlos Huertas, encontramos justo para sentirnos mejor, estar allí, para “saborear un poco de acordeón” y regresar a nuestra actividad con el caudal de anergia que sus calles y callejones nos transmiten matizados con los merengues, sones y puyas que se escuchan en la plaza Alfonso López, en el Coliseo y en los patios mientras hierven los sancochos, se escuchan anécdotas y se mueven caprichosas las hojas de los cañaguates y los palos de mango.

Son los concursos que se realizan en esa ciudad dueña de mi imperecedera gratitud por los años maravillosos que me permitió disfrutar, la cantera, la fuente inagotable de talento y de genialidad popular que nos permite reencontrarnos con la esperanza de que el verdadero vallenato está lejos de desaparecer así los mercaderes de la mala hora sigan pensando con los deseos, es allí donde nos enteramos que hay un semillero de muchachos que con su briosa digitación y su clásica ejecución silenciaran a quienes tienen mucho ruido y menos talento para interpretar la música más representativa de Colombia duélale a quien le duela.

Su gente hospitalaria, sus bellísimas mujeres y la más bella música inventada por Dios un día de Inspiración nos están esperando para disfrutar a plenitud, este año no he recibido la invitación pero tampoco me han dicho que no puedo asistir.

“Valledupar prócer ciudad, desde esa tierra que yo adoro tanto te traigo un abrazo de paz y de amor, símbolo de confraternidad entre los guajiros y vallenatos que viven el canto de un mismo folclor” (Marciano Martínez – Con el alma en la mano Poncho Zuleta y Beto Villa 1988)