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Columnista - 22 marzo, 2014

Alberto Fernández Mindiola

El primer cantante de música vallenata, de Atánquez, Cesar, que el mundo conoció, especializado en la modalidad, no necesitó el aprendizaje del acordeón o guitarra para imponer su calidad vocal, variante que muchísimos años después, terminaría por imponerse dentro del folclor vallenato, al implementarse, cantante y acordeonero por separado. Fernández, fue condiscípulo y amigo del […]

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El primer cantante de música vallenata, de Atánquez, Cesar, que el mundo conoció, especializado en la modalidad, no necesitó el aprendizaje del acordeón o guitarra para imponer su calidad vocal, variante que muchísimos años después, terminaría por imponerse dentro del folclor vallenato, al implementarse, cantante y acordeonero por separado.

Fernández, fue condiscípulo y amigo del maestro Rafael Escalona, que en el colegio Nacional Loperena, logra conocer y cantar la mayor parte de su repertorio que para la época permanecía inédito.

Su padre, vendedor de joyas, quería que siguiera sus pasos y siempre se hizo acompañar de él, por los distintos destinos costeños que visitó ofreciendo su valiosa mercancía, contenida en una maleta manual con frente transparente de vidrio.

Estas experiencias con su padre, fortalecieron su espíritu aventurero y emprende su camino a la fama y llega a Barranquilla donde se conoce con Julio Bovea Fandiño, quien ya se había separado de la agrupación de Guillermo Buitrago y era artista exclusivo de “La Voz de Barranquilla”, la contraparte de Buitrago, que se presentaba en “La Voz de la Patria”.

Allí, le muestra las canciones de Escalona a Bovea, quien tenía referencia del maestro ya que Buitrago le había grabado El Testamento, La Despedida, El Ermitaño y El Regalito.

Lógicamente que Julio Bovea Fandiño, muestra un gran entusiasmo al conocer todo ese potosí de canciones de Escalona, y muchas más interpretadas en el color de voz de Fernández a quien Bovea inmediatamente integra su grupo como cantante y guacharaquero.

El éxito llegó inmediatamente, no solo en las emisoras donde se presentaban, en la arenosa, si no a través del disco que lograron, en la casa barranquillera, Discos Tropical. Grabaron un primer álbum: “Cantos Vallenatos de Escalona”, fue todo un acontecimiento, en ventas en el interior del país.

“Más Cantos Vallenatos”, fue el disco que le siguió, con la colaboración del acordeón de “Colacho”, el cual hoy es una verdadera joya musical.

Fernández fue y sigue siendo el gran difusor no solo de la obra de Escalona, sino de otros legendarios músicos, a los cuales también dio a conocer en todo el cono sur del continente, por el cual se desplazó junto a Bovea, tenían como sede a Argentina.

En 1953 grabó junto a la Sonora Curro, el tema “Te Olvidé” que el maestro Antonio María Peñalosa tenía reservado para Tito Cortés quien estaba muy de moda, pero ese día, al no encontrase en condiciones óptimas para la grabación, fue llamado Alberto Fernández, quien lo convirtió en el himno de siempre, de los carnavales de Barranquilla. Por esta canción, fue homenajeado en el pasado carnaval de las artes de Barranquilla, que dirige Heriberto Fiorillo.

Los Barranquilleros nos han dado una gran lección de agradecimiento, por la alegría que les ha dado Alberto Fernández, a través de esta canción legendaria, “Te Olvidé”, ahora, ¿cuándo Valledupar y la región saldarán la deuda moral, que tienen con este gran cantor, difusor de la obra del maestro Rafael Escalona y 86 álbumes más?

Columnista
22 marzo, 2014

Alberto Fernández Mindiola

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Celso Guerra Gutiérrez

El primer cantante de música vallenata, de Atánquez, Cesar, que el mundo conoció, especializado en la modalidad, no necesitó el aprendizaje del acordeón o guitarra para imponer su calidad vocal, variante que muchísimos años después, terminaría por imponerse dentro del folclor vallenato, al implementarse, cantante y acordeonero por separado. Fernández, fue condiscípulo y amigo del […]


El primer cantante de música vallenata, de Atánquez, Cesar, que el mundo conoció, especializado en la modalidad, no necesitó el aprendizaje del acordeón o guitarra para imponer su calidad vocal, variante que muchísimos años después, terminaría por imponerse dentro del folclor vallenato, al implementarse, cantante y acordeonero por separado.

Fernández, fue condiscípulo y amigo del maestro Rafael Escalona, que en el colegio Nacional Loperena, logra conocer y cantar la mayor parte de su repertorio que para la época permanecía inédito.

Su padre, vendedor de joyas, quería que siguiera sus pasos y siempre se hizo acompañar de él, por los distintos destinos costeños que visitó ofreciendo su valiosa mercancía, contenida en una maleta manual con frente transparente de vidrio.

Estas experiencias con su padre, fortalecieron su espíritu aventurero y emprende su camino a la fama y llega a Barranquilla donde se conoce con Julio Bovea Fandiño, quien ya se había separado de la agrupación de Guillermo Buitrago y era artista exclusivo de “La Voz de Barranquilla”, la contraparte de Buitrago, que se presentaba en “La Voz de la Patria”.

Allí, le muestra las canciones de Escalona a Bovea, quien tenía referencia del maestro ya que Buitrago le había grabado El Testamento, La Despedida, El Ermitaño y El Regalito.

Lógicamente que Julio Bovea Fandiño, muestra un gran entusiasmo al conocer todo ese potosí de canciones de Escalona, y muchas más interpretadas en el color de voz de Fernández a quien Bovea inmediatamente integra su grupo como cantante y guacharaquero.

El éxito llegó inmediatamente, no solo en las emisoras donde se presentaban, en la arenosa, si no a través del disco que lograron, en la casa barranquillera, Discos Tropical. Grabaron un primer álbum: “Cantos Vallenatos de Escalona”, fue todo un acontecimiento, en ventas en el interior del país.

“Más Cantos Vallenatos”, fue el disco que le siguió, con la colaboración del acordeón de “Colacho”, el cual hoy es una verdadera joya musical.

Fernández fue y sigue siendo el gran difusor no solo de la obra de Escalona, sino de otros legendarios músicos, a los cuales también dio a conocer en todo el cono sur del continente, por el cual se desplazó junto a Bovea, tenían como sede a Argentina.

En 1953 grabó junto a la Sonora Curro, el tema “Te Olvidé” que el maestro Antonio María Peñalosa tenía reservado para Tito Cortés quien estaba muy de moda, pero ese día, al no encontrase en condiciones óptimas para la grabación, fue llamado Alberto Fernández, quien lo convirtió en el himno de siempre, de los carnavales de Barranquilla. Por esta canción, fue homenajeado en el pasado carnaval de las artes de Barranquilla, que dirige Heriberto Fiorillo.

Los Barranquilleros nos han dado una gran lección de agradecimiento, por la alegría que les ha dado Alberto Fernández, a través de esta canción legendaria, “Te Olvidé”, ahora, ¿cuándo Valledupar y la región saldarán la deuda moral, que tienen con este gran cantor, difusor de la obra del maestro Rafael Escalona y 86 álbumes más?