Publicidad
Categorías
Categorías
Editorial - 9 febrero, 2014

La hora del periodismo

“Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala”. Esta recordada y contundente frase de Albert Camus, periodista francés, premio Nobel de Literatura en 1957, recrea perfectamente la realidad del periodismo colombiano, que ha pasado por momentos difíciles que no permiten la libre expresión y […]

Boton Wpp

“Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala”. Esta recordada y contundente frase de Albert Camus, periodista francés, premio Nobel de Literatura en 1957, recrea perfectamente la realidad del periodismo colombiano, que ha pasado por momentos difíciles que no permiten la libre expresión y por momentos buenos que lo convierten en la única esperanza de la sociedad.

El cuarto poder como se le conoce al periodismo, tiene la responsabilidad de hacer visible lo invisible, de manera veraz y objetiva, para que exista una ciudadanía conocedora de sus realidades, con unos claros propósitos, como son informar, educar, entretener y el más importante orientar.

Hoy cuando se celebra el Día del Periodista, aunque legalmente en Colombia, según la Ley 918 de 2004, el día oficial es el cuatro de agosto, es oportuno recordar que Colombia es uno de los países con más riesgos en el mundo para ejercer el periodismo, especialmente en sus regiones. Una cosa muy distinta es ejercer el periodismo en las grandes ciudades que en las pequeñas capitales y municipios, donde el poder político, de funcionarios públicos, de grupos armados ilegales, de la corrupción y de los delincuentes, afectan el desarrollo de un mejor trabajo.

El Cesar no es ajeno a la situación nacional y en las dos últimas décadas ha estado en el ojo del huracán. La Fundación para la Libertad de Prensa –FLIP- tiene documentados los asesinatos de 140 periodistas, desde 1979 hasta el 2012, de estos, 59 han prescrito y otros más están a punto de prescribir porque ya se cumple el tiempo de 20 años que el Estado tiene para investigar el crimen. El Cesar padeció en carne propia el temor y el dolor por la muerte de dos periodistas a finales de la década de los 90 –Amparo Jiménez y Guzmán Quintero, este último jefe de redacción de este Diario-. Y de ahí en adelante las amenazas, intimidaciones y persecuciones han estado a la orden del día.

La amenaza de los grupos guerrilleros y paramilitares en su momento, sumados a las presiones políticas y económicas hace que el periodismo se haya desarrollado en medio de un panorama oscuro, que obliga a la autocensura. Hoy cuando se creían superados algunos problemas, el fin noble del periodismo se distorsiona y se enfrenta a nuevos desafíos que ponen a prueba el oficio del periodista.

EL PILÓN y equipo de periodistas obedece a unas políticas editoriales que promueven buenas prácticas periodísticas, claras y transparentes en cumplimiento del deber-ser de los medios de comunicación, que deben contar con periodistas, columnistas y colaboradores creativos, críticos y con valores firmes, que comprendan la gran responsabilidad que tienen en sus manos, especialmente porque los medios son los encargados de jerarquizar las noticias, y a través de ellas, la población toma o excluye los temas que los medios le proporcionen mayor o menor relevancia.

Por eso es sumamente importante que este día, más que una celebración -en medio de una campaña política en la que abundan los agasajos y las tentaciones con el dinero-, sea un momento para reflexionar a dónde va el periodismo, que tan lejos está de su papel original, que tanto ha cambiado su rol frente a las nuevas tendencias digitales (redes sociales) y que tanto –mucho, poco- le interesa al periodista ser generar de cambio. El periodismo, el oficio más bello del mundo, como lo dijo Gabriel García Márquez, no merece sucumbir a las tentaciones, ni rendirse a los pies del dios dinero, atropellando lo que encuentre a su paso.

Editorial
9 febrero, 2014

La hora del periodismo

“Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala”. Esta recordada y contundente frase de Albert Camus, periodista francés, premio Nobel de Literatura en 1957, recrea perfectamente la realidad del periodismo colombiano, que ha pasado por momentos difíciles que no permiten la libre expresión y […]


Boton Wpp

“Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala”. Esta recordada y contundente frase de Albert Camus, periodista francés, premio Nobel de Literatura en 1957, recrea perfectamente la realidad del periodismo colombiano, que ha pasado por momentos difíciles que no permiten la libre expresión y por momentos buenos que lo convierten en la única esperanza de la sociedad.

El cuarto poder como se le conoce al periodismo, tiene la responsabilidad de hacer visible lo invisible, de manera veraz y objetiva, para que exista una ciudadanía conocedora de sus realidades, con unos claros propósitos, como son informar, educar, entretener y el más importante orientar.

Hoy cuando se celebra el Día del Periodista, aunque legalmente en Colombia, según la Ley 918 de 2004, el día oficial es el cuatro de agosto, es oportuno recordar que Colombia es uno de los países con más riesgos en el mundo para ejercer el periodismo, especialmente en sus regiones. Una cosa muy distinta es ejercer el periodismo en las grandes ciudades que en las pequeñas capitales y municipios, donde el poder político, de funcionarios públicos, de grupos armados ilegales, de la corrupción y de los delincuentes, afectan el desarrollo de un mejor trabajo.

El Cesar no es ajeno a la situación nacional y en las dos últimas décadas ha estado en el ojo del huracán. La Fundación para la Libertad de Prensa –FLIP- tiene documentados los asesinatos de 140 periodistas, desde 1979 hasta el 2012, de estos, 59 han prescrito y otros más están a punto de prescribir porque ya se cumple el tiempo de 20 años que el Estado tiene para investigar el crimen. El Cesar padeció en carne propia el temor y el dolor por la muerte de dos periodistas a finales de la década de los 90 –Amparo Jiménez y Guzmán Quintero, este último jefe de redacción de este Diario-. Y de ahí en adelante las amenazas, intimidaciones y persecuciones han estado a la orden del día.

La amenaza de los grupos guerrilleros y paramilitares en su momento, sumados a las presiones políticas y económicas hace que el periodismo se haya desarrollado en medio de un panorama oscuro, que obliga a la autocensura. Hoy cuando se creían superados algunos problemas, el fin noble del periodismo se distorsiona y se enfrenta a nuevos desafíos que ponen a prueba el oficio del periodista.

EL PILÓN y equipo de periodistas obedece a unas políticas editoriales que promueven buenas prácticas periodísticas, claras y transparentes en cumplimiento del deber-ser de los medios de comunicación, que deben contar con periodistas, columnistas y colaboradores creativos, críticos y con valores firmes, que comprendan la gran responsabilidad que tienen en sus manos, especialmente porque los medios son los encargados de jerarquizar las noticias, y a través de ellas, la población toma o excluye los temas que los medios le proporcionen mayor o menor relevancia.

Por eso es sumamente importante que este día, más que una celebración -en medio de una campaña política en la que abundan los agasajos y las tentaciones con el dinero-, sea un momento para reflexionar a dónde va el periodismo, que tan lejos está de su papel original, que tanto ha cambiado su rol frente a las nuevas tendencias digitales (redes sociales) y que tanto –mucho, poco- le interesa al periodista ser generar de cambio. El periodismo, el oficio más bello del mundo, como lo dijo Gabriel García Márquez, no merece sucumbir a las tentaciones, ni rendirse a los pies del dios dinero, atropellando lo que encuentre a su paso.