Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 18 enero, 2014

La leyenda del Cacique

1. El día que Diomedes hizo ganar dos mil millones de pesos a fervientes miembros de su fanaticada, uno de ellos, creyente del artista, aseguró haber soñado con él la noche antes de ganarse el chance que jugó con el número de su tumba.

Boton Wpp

Por Jarol Ferreira Acosta

1. El día que Diomedes hizo ganar dos mil millones de pesos a fervientes miembros de su fanaticada, uno de ellos, creyente del artista, aseguró haber soñado con él la noche antes de ganarse el chance que jugó con el número de su tumba. Lo vio vestido como un cacique sonriente, fumando una pipa larga y cantando pero en un idioma extraño, irreconocible, tal vez un vallenato.

2. El cacique cruzó la cebra en Cinco Esquinas, subió por La Calle del Cesar y caminó hasta llegar cerca a la casa donde vivía Diomedes. El cacique miró hacia la luz de una ventana encendida y luego regresó a pie hasta La Galería, donde se evaporó entre el calor de enero.

3. Algunos seguidores ebrios, admiradores de Diomedes, por quien se toman sus tragos cada vez que se puede, dicen haber visto la madrugada anterior al día de su muerte a un cacique caminando por la plaza Alfonso López, acompañado por Diomedes, pero que él no los volteó a mirar, a pesar de que le gritaban que se tomara un trago con ellos. Esa noche jugaron dominó, siguieron bebiendo y comentaron lo sucedido, pero finalmente el episodio se tomó como una anécdota. Sin embargo, al día siguiente, cuando se levantaron casi al mediodía se enteraron de su deceso, lo que significó que esa había sido la última vez que lo verían y por eso algunos aún hoy no han podido del guayabo. Los tienen que ir a recoger sus mujeres a las esquinas, tiendas y billares en donde todavía se le rinde homenaje al Cacique poniendo a sonar su música para quienes llegan a consolarse.

4. Para llegar a la tumba de Diomedes hay que embarcarse en un transporte que lo lleve a uno porque a pie es solo para peregrinos extremos, después se debe avanzar por el corredor asfaltado que conduce a las afueras del norte de Valledupar y luego entrar al parque cementerio Jardines del Ecce-Homo. Apenas se acerca uno al lugar la tranquilidad que se respira hace sentir un poco más cerca el más allá.

5. Otros devotos han recibido la gracia del Cacique también con el chance, pero con otro número, el de su fecha de defunción. Hombres y mujeres van a ver la tumba de Diomedes; las visitas llegan de diferentes partes del mundo, desde temprano; algunas con el único propósito de hacerle una ofrenda, otros van a visitar a un familiar o aunque parezca extraño a un amigo, y aprovechan la ocasión para pasar por el lugar donde yace el ídolo, hacerle una petición y dedicarle una plegaria.

Columnista
18 enero, 2014

La leyenda del Cacique

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jarol Ferreira

1. El día que Diomedes hizo ganar dos mil millones de pesos a fervientes miembros de su fanaticada, uno de ellos, creyente del artista, aseguró haber soñado con él la noche antes de ganarse el chance que jugó con el número de su tumba.


Por Jarol Ferreira Acosta

1. El día que Diomedes hizo ganar dos mil millones de pesos a fervientes miembros de su fanaticada, uno de ellos, creyente del artista, aseguró haber soñado con él la noche antes de ganarse el chance que jugó con el número de su tumba. Lo vio vestido como un cacique sonriente, fumando una pipa larga y cantando pero en un idioma extraño, irreconocible, tal vez un vallenato.

2. El cacique cruzó la cebra en Cinco Esquinas, subió por La Calle del Cesar y caminó hasta llegar cerca a la casa donde vivía Diomedes. El cacique miró hacia la luz de una ventana encendida y luego regresó a pie hasta La Galería, donde se evaporó entre el calor de enero.

3. Algunos seguidores ebrios, admiradores de Diomedes, por quien se toman sus tragos cada vez que se puede, dicen haber visto la madrugada anterior al día de su muerte a un cacique caminando por la plaza Alfonso López, acompañado por Diomedes, pero que él no los volteó a mirar, a pesar de que le gritaban que se tomara un trago con ellos. Esa noche jugaron dominó, siguieron bebiendo y comentaron lo sucedido, pero finalmente el episodio se tomó como una anécdota. Sin embargo, al día siguiente, cuando se levantaron casi al mediodía se enteraron de su deceso, lo que significó que esa había sido la última vez que lo verían y por eso algunos aún hoy no han podido del guayabo. Los tienen que ir a recoger sus mujeres a las esquinas, tiendas y billares en donde todavía se le rinde homenaje al Cacique poniendo a sonar su música para quienes llegan a consolarse.

4. Para llegar a la tumba de Diomedes hay que embarcarse en un transporte que lo lleve a uno porque a pie es solo para peregrinos extremos, después se debe avanzar por el corredor asfaltado que conduce a las afueras del norte de Valledupar y luego entrar al parque cementerio Jardines del Ecce-Homo. Apenas se acerca uno al lugar la tranquilidad que se respira hace sentir un poco más cerca el más allá.

5. Otros devotos han recibido la gracia del Cacique también con el chance, pero con otro número, el de su fecha de defunción. Hombres y mujeres van a ver la tumba de Diomedes; las visitas llegan de diferentes partes del mundo, desde temprano; algunas con el único propósito de hacerle una ofrenda, otros van a visitar a un familiar o aunque parezca extraño a un amigo, y aprovechan la ocasión para pasar por el lugar donde yace el ídolo, hacerle una petición y dedicarle una plegaria.