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Columnista - 6 enero, 2014

mensajero inmortal

La vida de los grandes personajes del tercer mundo, que han marcado a sus habitantes, por su labor terrenal, en su mayoría, han tenido una niñez y adolescencia de escaseces y estrecheces y en algunos casos de rechazo, por los habitantes del entorno que lo vio nacer.

Boton Wpp

Por Celso Guerra

La vida de los grandes personajes del tercer mundo, que han marcado a sus habitantes, por su labor terrenal, en su mayoría, han tenido una niñez y adolescencia de escaseces y estrecheces y en algunos casos de rechazo, por los habitantes del entorno que lo vio nacer.

Esto sucedió con Diomedes Díaz, conocido en sus inicios en La Junta, como “La Voz del Chivato”, por lo desentonado de su canto y su osadía, de colarse en cuanta parranda se generaba en la comarca, en su ambición de dejar la labor de espantapájaros, oficio que ejercía, por su origen campesino y después como vendedor de “chucherías”, recolector de algodón, frutas, actividad , que le costó la pérdida de uno, de sus ojos, al recibir una pedrada, de un compañero, cuando estaba arriba de en un palo de mango, Díaz, también fue, hilador de mochilas, que luego vendía.

Quería, Diomedes, mostrar su talento, que años después el mundo consagraría, como el mejor cantautor de música vallenata.

En este proceso, tuvo responsabilidad su tío Martín Maestre, acordeonero y compositor, lo indujo en la magia de la música, lo hizo su compañero como guacharaquero.

A pesar de las vicisitudes, Diomedes continúa sus estudios primarios, llega a Villanueva, allí conoce a Israel Romero, quien años después sería un fuerte rival musical. “El Cacique” fue guacharaquero y cantante de Israel, con quien se presentó al festival vallenato como aficionado.

En búsqueda de la gloria musical, Diomedes Díaz vino a estudiar a Valledupar en 1974, se presenta a la semana cultural del Colegio Loperena, compite con cantantes de la talla de Rafael Orozco, Adalberto Ariño, entre otros, se relaciona con el acordeonero Luciano Poveda, quien oficiaba como conjunto de planta del concurso.

Luciano Poveda es llamado por la disquera Fuentes para hacer un disco y se hace acompañar del cantante Jorge Quiroz: graban el álbum “Estampas Vallenata”, incluyen un par de canciones de Diomedes: “La Negra” y “El Campesino cantor”, con esta última, Diomedes había participado en el festival del Fique en su pueblo.

Esta situación obliga a Díaz a implementar una nueva estrategia de promoción de su nombre como compositor, su paisano, “Geño” López, quien oficiaba como mensajero de Radio Guatapurí, se vio obligado a renunciar del cargo y se lo ofrece a Diomedes Díaz, que merodeaba por la emisora en búsqueda que sus primeras canciones fueran sonadas.

Diomedes aceptó el cargo, más con la misión de entablar amistad con los controles y locutores de esa época para que hicieran popular sus cantos, que para hacer mandados, ni siquiera, sabía manejar bicicleta, elemento propio de esos menesteres –me caía de los burros, ahora de una cicla, dijo alguna vez- siempre la dejaba guardada, en casa del locutor, Emilio Arias, padrino de matrimonio, del “Cacique” con Patricia.

Fue Radio Guatapurí, la primera rampa de lanzamiento del nombre de Diomedes Díaz, hacia la inmortalidad, allí conoció su primer reconocimiento como compositor, siendo aún, mensajero, en búsqueda de la gloria, que su fama y su canto conquistaron.

Columnista
6 enero, 2014

mensajero inmortal

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Celso Guerra Gutiérrez

La vida de los grandes personajes del tercer mundo, que han marcado a sus habitantes, por su labor terrenal, en su mayoría, han tenido una niñez y adolescencia de escaseces y estrecheces y en algunos casos de rechazo, por los habitantes del entorno que lo vio nacer.


Por Celso Guerra

La vida de los grandes personajes del tercer mundo, que han marcado a sus habitantes, por su labor terrenal, en su mayoría, han tenido una niñez y adolescencia de escaseces y estrecheces y en algunos casos de rechazo, por los habitantes del entorno que lo vio nacer.

Esto sucedió con Diomedes Díaz, conocido en sus inicios en La Junta, como “La Voz del Chivato”, por lo desentonado de su canto y su osadía, de colarse en cuanta parranda se generaba en la comarca, en su ambición de dejar la labor de espantapájaros, oficio que ejercía, por su origen campesino y después como vendedor de “chucherías”, recolector de algodón, frutas, actividad , que le costó la pérdida de uno, de sus ojos, al recibir una pedrada, de un compañero, cuando estaba arriba de en un palo de mango, Díaz, también fue, hilador de mochilas, que luego vendía.

Quería, Diomedes, mostrar su talento, que años después el mundo consagraría, como el mejor cantautor de música vallenata.

En este proceso, tuvo responsabilidad su tío Martín Maestre, acordeonero y compositor, lo indujo en la magia de la música, lo hizo su compañero como guacharaquero.

A pesar de las vicisitudes, Diomedes continúa sus estudios primarios, llega a Villanueva, allí conoce a Israel Romero, quien años después sería un fuerte rival musical. “El Cacique” fue guacharaquero y cantante de Israel, con quien se presentó al festival vallenato como aficionado.

En búsqueda de la gloria musical, Diomedes Díaz vino a estudiar a Valledupar en 1974, se presenta a la semana cultural del Colegio Loperena, compite con cantantes de la talla de Rafael Orozco, Adalberto Ariño, entre otros, se relaciona con el acordeonero Luciano Poveda, quien oficiaba como conjunto de planta del concurso.

Luciano Poveda es llamado por la disquera Fuentes para hacer un disco y se hace acompañar del cantante Jorge Quiroz: graban el álbum “Estampas Vallenata”, incluyen un par de canciones de Diomedes: “La Negra” y “El Campesino cantor”, con esta última, Diomedes había participado en el festival del Fique en su pueblo.

Esta situación obliga a Díaz a implementar una nueva estrategia de promoción de su nombre como compositor, su paisano, “Geño” López, quien oficiaba como mensajero de Radio Guatapurí, se vio obligado a renunciar del cargo y se lo ofrece a Diomedes Díaz, que merodeaba por la emisora en búsqueda que sus primeras canciones fueran sonadas.

Diomedes aceptó el cargo, más con la misión de entablar amistad con los controles y locutores de esa época para que hicieran popular sus cantos, que para hacer mandados, ni siquiera, sabía manejar bicicleta, elemento propio de esos menesteres –me caía de los burros, ahora de una cicla, dijo alguna vez- siempre la dejaba guardada, en casa del locutor, Emilio Arias, padrino de matrimonio, del “Cacique” con Patricia.

Fue Radio Guatapurí, la primera rampa de lanzamiento del nombre de Diomedes Díaz, hacia la inmortalidad, allí conoció su primer reconocimiento como compositor, siendo aún, mensajero, en búsqueda de la gloria, que su fama y su canto conquistaron.