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Editorial - 5 enero, 2014

Guatapurí, lejos de ser una joya turística

Indudablemente el balneario Hurtado en el río Guatapurí y todos sus puntos claves a lo largo y ancho de todo el afluente se han convertido en sitios obligados para el turismo. Según la encuesta de percepción ciudadana del Programa ‘Valledupar Cómo Vamos’, el Guatapurí es el primer lugar al que acuden los habitantes de la […]

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Indudablemente el balneario Hurtado en el río Guatapurí y todos sus puntos claves a lo largo y ancho de todo el afluente se han convertido en sitios obligados para el turismo. Según la encuesta de percepción ciudadana del Programa ‘Valledupar Cómo Vamos’, el Guatapurí es el primer lugar al que acuden los habitantes de la ciudad en busca de diversión o recreación, seguido de centros comerciales.

Ante esta escasez de sitios para recrearse, las administraciones municipales de los últimos doce años han anunciado diversos programas para convertir al río Guatapurí en el potencial turístico por excelencia, que reúna todas las condiciones tanto para los nativos como para los turistas, siendo estos últimos los más sorprendidos por las precarias situaciones que existen alrededor de este potencial mercado.

En esta última década los problemas son los mismos. No han podido controlar el ruido en un sitio ambiental como es el Guatapurí, las basuras ni se diga, los vendedores ambulantes aun cuando han hecho toda clase de intentos para organizarse no lo logran, la movilidad y el transporte –en especial el público- no se ha resuelto.

La actual administración del alcalde Freddy Socarrás no se ha quedado atrás y con el comienzo de año anunció que consolidará el desarrollo de la ciudad entorno al río Guatapurí, como una de las grandes apuestas de su Gobierno de la Transformación. Es una propuesta desgastada, que no ha visto hasta ahora luz verde.

Para comenzar deben pensar en grande. En un sitio turístico por excelencia que acabe con el espectáculo permanente de licor que se respira, en el caos que generan los kioscos con su música descontrolada que junto con la escasa cultura ciudadana de las personas que los administran no aportan nada, que entre otras cosas deberían ser capacitados como guías turísticos; así como en las zonas verdes y en las orillas del río convertidas en un desierto a pesar de que en el río el afluente permanece, el parque de El Helado abandonado y el puente colgante junto con el monumento de la Sirena convertido en el sitio predilecto de los delincuentes.

Es oportuno mirar experiencias nacionales e internacionales. Montería es un buen ejemplo para emular, pero existen otros como el río de la Plata en Buenos Aires, Argentina; en París con el río Sena, en Londres con el Tamesi, y en Roma con el río Tiber, que han hecho de los ríos citadinos unas verdaderas joyas turísticas. El Guatapurí nos necesita a todos, su flora y fauna también, pero urge que los gobiernos piensen en grande y concreten proyectos.

Editorial
5 enero, 2014

Guatapurí, lejos de ser una joya turística

Indudablemente el balneario Hurtado en el río Guatapurí y todos sus puntos claves a lo largo y ancho de todo el afluente se han convertido en sitios obligados para el turismo. Según la encuesta de percepción ciudadana del Programa ‘Valledupar Cómo Vamos’, el Guatapurí es el primer lugar al que acuden los habitantes de la […]


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Indudablemente el balneario Hurtado en el río Guatapurí y todos sus puntos claves a lo largo y ancho de todo el afluente se han convertido en sitios obligados para el turismo. Según la encuesta de percepción ciudadana del Programa ‘Valledupar Cómo Vamos’, el Guatapurí es el primer lugar al que acuden los habitantes de la ciudad en busca de diversión o recreación, seguido de centros comerciales.

Ante esta escasez de sitios para recrearse, las administraciones municipales de los últimos doce años han anunciado diversos programas para convertir al río Guatapurí en el potencial turístico por excelencia, que reúna todas las condiciones tanto para los nativos como para los turistas, siendo estos últimos los más sorprendidos por las precarias situaciones que existen alrededor de este potencial mercado.

En esta última década los problemas son los mismos. No han podido controlar el ruido en un sitio ambiental como es el Guatapurí, las basuras ni se diga, los vendedores ambulantes aun cuando han hecho toda clase de intentos para organizarse no lo logran, la movilidad y el transporte –en especial el público- no se ha resuelto.

La actual administración del alcalde Freddy Socarrás no se ha quedado atrás y con el comienzo de año anunció que consolidará el desarrollo de la ciudad entorno al río Guatapurí, como una de las grandes apuestas de su Gobierno de la Transformación. Es una propuesta desgastada, que no ha visto hasta ahora luz verde.

Para comenzar deben pensar en grande. En un sitio turístico por excelencia que acabe con el espectáculo permanente de licor que se respira, en el caos que generan los kioscos con su música descontrolada que junto con la escasa cultura ciudadana de las personas que los administran no aportan nada, que entre otras cosas deberían ser capacitados como guías turísticos; así como en las zonas verdes y en las orillas del río convertidas en un desierto a pesar de que en el río el afluente permanece, el parque de El Helado abandonado y el puente colgante junto con el monumento de la Sirena convertido en el sitio predilecto de los delincuentes.

Es oportuno mirar experiencias nacionales e internacionales. Montería es un buen ejemplo para emular, pero existen otros como el río de la Plata en Buenos Aires, Argentina; en París con el río Sena, en Londres con el Tamesi, y en Roma con el río Tiber, que han hecho de los ríos citadinos unas verdaderas joyas turísticas. El Guatapurí nos necesita a todos, su flora y fauna también, pero urge que los gobiernos piensen en grande y concreten proyectos.