El artista sufrió enfermedades de consideración pero siempre las superó, razón por la cual en el entorno musical le decían que tenía más vidas que el gato.
Diomedes Díaz siempre caminó por el borde del abismo. De hecho era señalado de tener las siete vidas del gato por los innumerables episodios que vivió, en los que allegados a él perdieron la vida o incluso él salió lastimado.
No obstante y más allá de esa suerte que parecía ser divina, hubo episodios que quedaron tatuados en su mente y de los cuales hablaba con frecuencia con sus familiares y amigos más cercanos.
Joaquín Guillén -inmortalizado por el saludo “como Joaquín Guillén siempre ahí, ahí”- fue, quizás, la persona que más conoció la intimidad del artista y quien lidió uno a uno los tropiezos y fracasos de Diomedes.
Guillén, empresario y mánager recuerda que el episodio más fuerte en la vida del intérprete fue cuando sufrió el Síndrome de Guillain-Barré, un trastorno del sistema nervioso que en su tiempo lo ayudó a recibir la casa por cárcel.
“Hubo momentos complicados: la cárcel, culparlo de un asesinato y sobre todo el Síndrome de Guillain-Barré. Fue difícil, porque aunque él se acostumbraba a las cosas, era muy penoso, por eso era a mí a quien me tocaba llevarlo al baño, porque no permitía que ni siquiera la mujer lo viera”, dijo Guillén.
El mánager agregó que “yo a Diomedes lo llegué a bañar muchas veces; ‘que venga mi compadre Joaco, que venga mi compadre Joaco’, decía porque me tenía mucha confianza”.
Este tipo de situaciones siempre lo tuvieron en el centro de la tormenta en todo el territorio nacional.
Hoy, en especial su fanaticada, conoce que en noviembre de 1994, Diomedes llegó tarde al Aeropuerto de Maiquetía, en Caracas, Venezuela, y su acordeonero Juancho Rois y tres de sus músicos murieron en un accidente aéreo ocurrido en la población de El tigre.
Luego, en 1997, el país se sacudió por la muerte de Doris Adriana Niño, lo que lo llevó a estar fugitivo y a esconderse en fincas.
Diomedes también sobrevivió a un accidente de tránsito que acabó con la vida de su tío Martín Maestre, el compositor que le enseñó la rima y la métrica.
Diomedes, sufrió en 2005 un infarto en Valledupar. Le hicieron un cateterismo, porque tenía obstruidas las venas del corazón.
El martes 30 de octubre, a los 4:15 de la mañana, iba a desayunar a su finca Las Nubes, en la vía entre Valledupar y el corregimiento de Badillo. Su conductor, Luis Carlos Hinojosa Meza, vio un semoviente en la vía y cuando trató de esquivarlo, la llanta de su Toyota Prado Sahara se estalló en la curva, el carro se volcó de medio lado, dieron vueltas y se chocaron contra varios árboles.
Díaz sufrió una fractura en el séptimo arco costal interno, politraumatismo, trauma craneoencefálico, de tórax y de abdomen.
A mediados de este año el artista fue sometido a una operación por causa de una hernia discal que le fue detectada en la columna vertebral.
“Diomedes Díaz tuvo una vida de clínica en clínica, prácticamente tenía las siete vidas. Fue un hombre al que lo operaron de la columna, de la clavícula, de la vesícula, tuvo el Guillain-Barré, operación de corazón abierto y ahora pues un paro se lo llevó”, explicó el periodista Paul Bolaños.
El comunicador sostiene que “Diomedes era una pasión y eso generó muchas cosas. Con el solo hecho de estar encerrado es un gran sufrimiento, de todas maneras la gente siempre fue solidaria”.
“Siempre le tuvo miedo a la muerte”
Uno de los periodistas que más trató a Diomedes Díaz fue Joaquín Emilio Bulding.
Bulding era el jefe de prensa de la Cárcel Judicial cuando el artista pagó la pena por la muerte de Doris Adriana Niño.
“Diomedes Díaz se levantaba todos los días tarde. Siempre hablaba con él, le compartía la palabra de Dios y siempre decía que iba a cambiar, pero no fue así”, manifiesto el periodista.
Bulding señaló que el comportamiento de Diomedes dentro del penal fue normal; “regalaba plata, vacas, todo lo que tenía”.
Eso sí, el periodista indica que el artista “era desconfiando, porque siempre le tuvo miedo a la muerte. Él pensaba que lo querían envenenar, por eso la comida que le daban pocas veces la probaba. Una señora le regaló unos dulces y no se los comió, porque no conocía la procedencia”.
Bulding sostiene que a Diomedes le daban crisis de nervios, cada vez que recordaba lo sucedido con Niño.
“Diomedes hablaba muy poco de música, cada vez que nos reuníamos hablábamos de Dios. A veces le daban unas crisis y me decía ‘no la maté Bulding, no la maté, no la maté; se enojaba, la mirada le cambiaba y se sentía desesperado”, agregó el periodista.
Por Arnol Murillo Rincón
El artista sufrió enfermedades de consideración pero siempre las superó, razón por la cual en el entorno musical le decían que tenía más vidas que el gato.
Diomedes Díaz siempre caminó por el borde del abismo. De hecho era señalado de tener las siete vidas del gato por los innumerables episodios que vivió, en los que allegados a él perdieron la vida o incluso él salió lastimado.
No obstante y más allá de esa suerte que parecía ser divina, hubo episodios que quedaron tatuados en su mente y de los cuales hablaba con frecuencia con sus familiares y amigos más cercanos.
Joaquín Guillén -inmortalizado por el saludo “como Joaquín Guillén siempre ahí, ahí”- fue, quizás, la persona que más conoció la intimidad del artista y quien lidió uno a uno los tropiezos y fracasos de Diomedes.
Guillén, empresario y mánager recuerda que el episodio más fuerte en la vida del intérprete fue cuando sufrió el Síndrome de Guillain-Barré, un trastorno del sistema nervioso que en su tiempo lo ayudó a recibir la casa por cárcel.
“Hubo momentos complicados: la cárcel, culparlo de un asesinato y sobre todo el Síndrome de Guillain-Barré. Fue difícil, porque aunque él se acostumbraba a las cosas, era muy penoso, por eso era a mí a quien me tocaba llevarlo al baño, porque no permitía que ni siquiera la mujer lo viera”, dijo Guillén.
El mánager agregó que “yo a Diomedes lo llegué a bañar muchas veces; ‘que venga mi compadre Joaco, que venga mi compadre Joaco’, decía porque me tenía mucha confianza”.
Este tipo de situaciones siempre lo tuvieron en el centro de la tormenta en todo el territorio nacional.
Hoy, en especial su fanaticada, conoce que en noviembre de 1994, Diomedes llegó tarde al Aeropuerto de Maiquetía, en Caracas, Venezuela, y su acordeonero Juancho Rois y tres de sus músicos murieron en un accidente aéreo ocurrido en la población de El tigre.
Luego, en 1997, el país se sacudió por la muerte de Doris Adriana Niño, lo que lo llevó a estar fugitivo y a esconderse en fincas.
Diomedes también sobrevivió a un accidente de tránsito que acabó con la vida de su tío Martín Maestre, el compositor que le enseñó la rima y la métrica.
Diomedes, sufrió en 2005 un infarto en Valledupar. Le hicieron un cateterismo, porque tenía obstruidas las venas del corazón.
El martes 30 de octubre, a los 4:15 de la mañana, iba a desayunar a su finca Las Nubes, en la vía entre Valledupar y el corregimiento de Badillo. Su conductor, Luis Carlos Hinojosa Meza, vio un semoviente en la vía y cuando trató de esquivarlo, la llanta de su Toyota Prado Sahara se estalló en la curva, el carro se volcó de medio lado, dieron vueltas y se chocaron contra varios árboles.
Díaz sufrió una fractura en el séptimo arco costal interno, politraumatismo, trauma craneoencefálico, de tórax y de abdomen.
A mediados de este año el artista fue sometido a una operación por causa de una hernia discal que le fue detectada en la columna vertebral.
“Diomedes Díaz tuvo una vida de clínica en clínica, prácticamente tenía las siete vidas. Fue un hombre al que lo operaron de la columna, de la clavícula, de la vesícula, tuvo el Guillain-Barré, operación de corazón abierto y ahora pues un paro se lo llevó”, explicó el periodista Paul Bolaños.
El comunicador sostiene que “Diomedes era una pasión y eso generó muchas cosas. Con el solo hecho de estar encerrado es un gran sufrimiento, de todas maneras la gente siempre fue solidaria”.
“Siempre le tuvo miedo a la muerte”
Uno de los periodistas que más trató a Diomedes Díaz fue Joaquín Emilio Bulding.
Bulding era el jefe de prensa de la Cárcel Judicial cuando el artista pagó la pena por la muerte de Doris Adriana Niño.
“Diomedes Díaz se levantaba todos los días tarde. Siempre hablaba con él, le compartía la palabra de Dios y siempre decía que iba a cambiar, pero no fue así”, manifiesto el periodista.
Bulding señaló que el comportamiento de Diomedes dentro del penal fue normal; “regalaba plata, vacas, todo lo que tenía”.
Eso sí, el periodista indica que el artista “era desconfiando, porque siempre le tuvo miedo a la muerte. Él pensaba que lo querían envenenar, por eso la comida que le daban pocas veces la probaba. Una señora le regaló unos dulces y no se los comió, porque no conocía la procedencia”.
Bulding sostiene que a Diomedes le daban crisis de nervios, cada vez que recordaba lo sucedido con Niño.
“Diomedes hablaba muy poco de música, cada vez que nos reuníamos hablábamos de Dios. A veces le daban unas crisis y me decía ‘no la maté Bulding, no la maté, no la maté; se enojaba, la mirada le cambiaba y se sentía desesperado”, agregó el periodista.
Por Arnol Murillo Rincón