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Columnista - 16 diciembre, 2013

Carmen Díaz

Por Rosendo Romero Ospino La bella Carmen Díaz, la de cabellera larga y lacia, alta, elegante, de cuerpo esbelto y blanca, su caminar adornaba el empedrado de los callejones villanueveros, el patio de la casa de su señora madre María Francisca Díaz, colindaba con el de Petra Campo (Mi abuela). Antes los patios se travesaban […]

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Por Rosendo Romero Ospino

La bella Carmen Díaz, la de cabellera larga y lacia, alta, elegante, de cuerpo esbelto y blanca, su caminar adornaba el empedrado de los callejones villanueveros, el patio de la casa de su señora madre María Francisca Díaz, colindaba con el de Petra Campo (Mi abuela). Antes los patios se travesaban con absoluta confianza y la joven alegre se cruzaba para la casa de Petra a quien Carmen la llamaba “Campo” Petra la trataba como si fuera su hija y ella le contaba los chascarrillos de los enamorados que le surgían por todas partes con ofrecimientos ingenuos y a veces atrevidos; simplemente se burlaba de aquellos zopencos que pretendían a la estrella más alta del barrio el cafetal por su porte y belleza. Ante los regaños de petra siempre soltaba una carcajada que volaba por encima de los guanábanos, el totumo y los mangos del patio.

Emiliano vivía en El Plan y Petra Campo vendía queso, manteca, carne, tabaco, jabón de potasa, chirrinchi al por mayor. Emiliano venía de El Plan a surtirse y allí conoció a Carmen. La química funcionó desde el mundo material hacia los mundos electrónicos. Carmen le dijo a Petra: “Ahora si conocí al hombre que necesitaba” se casaron, el tiempo pasó y vinieron los cantos del juglar que definían perfectamente el carácter de Carmen:

“Me siento lo más contento

Por qué decidí casarme

Si me caso en otro tiempo

Me vuelvo a casar con Carmen”

La mujer ideal y la traga perfecta, un amor infinito sin tiempo y sin espacio.

Pero el gavilán pollero volvió a sus andanzas:

“Me le dice a Carmen Díaz

Que sufra y tenga paciencia

O es que ella no sabía

Que Emiliano es sinvergüenza”

Y Claro, apareció el tiempo como un moderador del poeta y determinante del carácter de una hembra que sabe lo que tiene y vale y decide cortar por lo sano y persuasivo.

“Mañana me voy pa’ el Jabo

Porque Carmen se me fue

Pa´ quitarme este guayabo

Ahora me pongo a bebé”.

Está claro que esta canción está compuesta en varios tiempos: tiempo de boda, tiempo de convivencia y tiempo de separación.

Luego viene el tiempo de la reflexión:

Las vacaciones de Emiliano

Por pelar con Carmen Díaz

Me conseguí un poco querías

Pero ninguna ha resultado.

Coro

Es la última vez

Que a Mile le pasa

Estribillo

Irse de su casa

Pa´ después volve’

En los primeros años Mile se llevó a la cafetalera para El Plan pero ella inteligentemente buscó la forma de llevarse a su hombre hacia su propio terreno, Villanueva (próxima entrega Carmen Díaz y la Cruz de Mayo)

Columnista
16 diciembre, 2013

Carmen Díaz

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rosendo Romero Ospino

Por Rosendo Romero Ospino La bella Carmen Díaz, la de cabellera larga y lacia, alta, elegante, de cuerpo esbelto y blanca, su caminar adornaba el empedrado de los callejones villanueveros, el patio de la casa de su señora madre María Francisca Díaz, colindaba con el de Petra Campo (Mi abuela). Antes los patios se travesaban […]


Por Rosendo Romero Ospino

La bella Carmen Díaz, la de cabellera larga y lacia, alta, elegante, de cuerpo esbelto y blanca, su caminar adornaba el empedrado de los callejones villanueveros, el patio de la casa de su señora madre María Francisca Díaz, colindaba con el de Petra Campo (Mi abuela). Antes los patios se travesaban con absoluta confianza y la joven alegre se cruzaba para la casa de Petra a quien Carmen la llamaba “Campo” Petra la trataba como si fuera su hija y ella le contaba los chascarrillos de los enamorados que le surgían por todas partes con ofrecimientos ingenuos y a veces atrevidos; simplemente se burlaba de aquellos zopencos que pretendían a la estrella más alta del barrio el cafetal por su porte y belleza. Ante los regaños de petra siempre soltaba una carcajada que volaba por encima de los guanábanos, el totumo y los mangos del patio.

Emiliano vivía en El Plan y Petra Campo vendía queso, manteca, carne, tabaco, jabón de potasa, chirrinchi al por mayor. Emiliano venía de El Plan a surtirse y allí conoció a Carmen. La química funcionó desde el mundo material hacia los mundos electrónicos. Carmen le dijo a Petra: “Ahora si conocí al hombre que necesitaba” se casaron, el tiempo pasó y vinieron los cantos del juglar que definían perfectamente el carácter de Carmen:

“Me siento lo más contento

Por qué decidí casarme

Si me caso en otro tiempo

Me vuelvo a casar con Carmen”

La mujer ideal y la traga perfecta, un amor infinito sin tiempo y sin espacio.

Pero el gavilán pollero volvió a sus andanzas:

“Me le dice a Carmen Díaz

Que sufra y tenga paciencia

O es que ella no sabía

Que Emiliano es sinvergüenza”

Y Claro, apareció el tiempo como un moderador del poeta y determinante del carácter de una hembra que sabe lo que tiene y vale y decide cortar por lo sano y persuasivo.

“Mañana me voy pa’ el Jabo

Porque Carmen se me fue

Pa´ quitarme este guayabo

Ahora me pongo a bebé”.

Está claro que esta canción está compuesta en varios tiempos: tiempo de boda, tiempo de convivencia y tiempo de separación.

Luego viene el tiempo de la reflexión:

Las vacaciones de Emiliano

Por pelar con Carmen Díaz

Me conseguí un poco querías

Pero ninguna ha resultado.

Coro

Es la última vez

Que a Mile le pasa

Estribillo

Irse de su casa

Pa´ después volve’

En los primeros años Mile se llevó a la cafetalera para El Plan pero ella inteligentemente buscó la forma de llevarse a su hombre hacia su propio terreno, Villanueva (próxima entrega Carmen Díaz y la Cruz de Mayo)