Por Jarol Ferreira Acosta 10. “Llegó el mejicano”… “el crítico…” dice un maicaero que toma fotografías mientras el resto se dedica a la oratoria en el salón dispuesto para el encuentro. Nadie pensaba que el curador, crítico y promotor de residencias artísticas, fuera una persona sencilla que llegó a su ponencia relajado. El mejicano caminó […]
Por Jarol Ferreira Acosta
10. “Llegó el mejicano”… “el crítico…” dice un maicaero que toma fotografías mientras el resto se dedica a la oratoria en el salón dispuesto para el encuentro. Nadie pensaba que el curador, crítico y promotor de residencias artísticas, fuera una persona sencilla que llegó a su ponencia relajado. El mejicano caminó desde el malecón hasta el salón Sierra Nevada, vestido con bluyín gastado, camisa de cuadros y botas viejas. El lugar estaba listo. Temperatura baja a pesar del calor del medio ambiente exterior. Treintaicuatro grados a la sombra. Nueve treinta de la mañana. Inicia con una dinámica que pretende concientizar sobre un hecho fundamental de la humanidad: el otro. “Todo empieza con un encuentro, una mirada”. Después nos pide hacer dos filas de sillas:“una frente a la otra”, e irnos rotando de silla en silla, mirando de frente al compañero de turno; tratando de no reírnos como cuando éramos niños. Cada cara diferente, cada mirada mostrando una cosa y otra. Adornada con un bigotillo y chivera, la cara del mejicano parece la de un personaje de cómic; pero el tipo es buena gente. Unas sillas a la derecha, un sanjuanero se ríe incontrolablemente al mirar fijo los ojos de un riohachero.
11. Después de la dinámica unos conceptos sobre cooperativismo, unos diagramas como telarañas y otra dinámica: esta vez la de las sillas que se van quitando hasta quedar solo una, pero en esta oportunidad el mejicano plantea una variación importante: “nadie se puede quedar de pie y nadie sale”. Al final del juego somos un collage de gente sobre la pobre sillita.
12. No me sorprendió que chivo guisado con arroz achiotado, tajadas de plátano maduro fritas y frijoles rojos con gaseosa, fuera la opción de almuerzo. Sin embargo, la mayoría limpiamos el plato. Esparcidos por el suelo, algunos con la espalda apoyada a la pared, aspirantes y artistas provenientes de la Alta, Media y Baja Guajira: un guayú de no sé dónde, una muchacha de Riohacha, el mejicano, un vallenato, un maicaero, villanueveros… Para terminar la dinámica de las calorías una señora de Fonseca reparte confites. Luego una siesta, aprovechando un rinconcito frente a los mosaicos de una obra de la cartagenera Ruby Rumié.
13. Al final los caminos se bifurcan: unos se van para su casa en la ciudad, otros caminan por La Primera antes de tomar los taxis que los llevarán a la estación de transporte al sur del departamento, otros a Santa Marta… y así todo queda nuevamente a merced del tiempo: “polvos de una relación”, como dijo Federico Moura. Cuatro treinta de la tarde. Rayitos de un sol moribundo alargan sombras sobre la acera. Nuevamente a jugar la lotería de encontrar un buen sitio en el ‘carrito’ de vuelta al hogar.
Por Jarol Ferreira Acosta 10. “Llegó el mejicano”… “el crítico…” dice un maicaero que toma fotografías mientras el resto se dedica a la oratoria en el salón dispuesto para el encuentro. Nadie pensaba que el curador, crítico y promotor de residencias artísticas, fuera una persona sencilla que llegó a su ponencia relajado. El mejicano caminó […]
Por Jarol Ferreira Acosta
10. “Llegó el mejicano”… “el crítico…” dice un maicaero que toma fotografías mientras el resto se dedica a la oratoria en el salón dispuesto para el encuentro. Nadie pensaba que el curador, crítico y promotor de residencias artísticas, fuera una persona sencilla que llegó a su ponencia relajado. El mejicano caminó desde el malecón hasta el salón Sierra Nevada, vestido con bluyín gastado, camisa de cuadros y botas viejas. El lugar estaba listo. Temperatura baja a pesar del calor del medio ambiente exterior. Treintaicuatro grados a la sombra. Nueve treinta de la mañana. Inicia con una dinámica que pretende concientizar sobre un hecho fundamental de la humanidad: el otro. “Todo empieza con un encuentro, una mirada”. Después nos pide hacer dos filas de sillas:“una frente a la otra”, e irnos rotando de silla en silla, mirando de frente al compañero de turno; tratando de no reírnos como cuando éramos niños. Cada cara diferente, cada mirada mostrando una cosa y otra. Adornada con un bigotillo y chivera, la cara del mejicano parece la de un personaje de cómic; pero el tipo es buena gente. Unas sillas a la derecha, un sanjuanero se ríe incontrolablemente al mirar fijo los ojos de un riohachero.
11. Después de la dinámica unos conceptos sobre cooperativismo, unos diagramas como telarañas y otra dinámica: esta vez la de las sillas que se van quitando hasta quedar solo una, pero en esta oportunidad el mejicano plantea una variación importante: “nadie se puede quedar de pie y nadie sale”. Al final del juego somos un collage de gente sobre la pobre sillita.
12. No me sorprendió que chivo guisado con arroz achiotado, tajadas de plátano maduro fritas y frijoles rojos con gaseosa, fuera la opción de almuerzo. Sin embargo, la mayoría limpiamos el plato. Esparcidos por el suelo, algunos con la espalda apoyada a la pared, aspirantes y artistas provenientes de la Alta, Media y Baja Guajira: un guayú de no sé dónde, una muchacha de Riohacha, el mejicano, un vallenato, un maicaero, villanueveros… Para terminar la dinámica de las calorías una señora de Fonseca reparte confites. Luego una siesta, aprovechando un rinconcito frente a los mosaicos de una obra de la cartagenera Ruby Rumié.
13. Al final los caminos se bifurcan: unos se van para su casa en la ciudad, otros caminan por La Primera antes de tomar los taxis que los llevarán a la estación de transporte al sur del departamento, otros a Santa Marta… y así todo queda nuevamente a merced del tiempo: “polvos de una relación”, como dijo Federico Moura. Cuatro treinta de la tarde. Rayitos de un sol moribundo alargan sombras sobre la acera. Nuevamente a jugar la lotería de encontrar un buen sitio en el ‘carrito’ de vuelta al hogar.