Ha pasado mucho tiempo y aún el Sistema estratégico de transporte público para Valledupar no arranca, se hacen anuncios, pero no se ve avance alguno, lo que agudiza la crisis de movilidad.
Por: Óscar Ariza Daza
Ha pasado mucho tiempo y aún el Sistema estratégico de transporte público para Valledupar no arranca, se hacen anuncios, pero no se ve avance alguno, lo que agudiza la crisis de movilidad. Es vergonzoso ver cómo los ciudadanos se exponen a peligros y sufrimientos desde condiciones de transporte indignas, metidos en buses y busetas en precario estado, sometidos al hacinamiento y a las constantes fallas mecánicas de estos automotores.
La gente no tiene en qué transportarse y aun así, el gobierno municipal, apelando a una fallida medida de seguridad, viene prohibiendo el parrillero hombre para las motos, como si hubiese otras alternativas distintas a las moto taxis, para poder movilizarse en la ciudad, lo que da la sensación de que sus gobernantes no piensan en el ciudadano de a pie que necesita moverse, pues en lugar de facilitar su desplazamiento, se le generan dificultades como la ineficaz medida anteriormente mencionada.
Lamentablemente Valledupar es una ciudad sin fuentes de empleo, con altos índices de inseguridad, sumado al caos vehicular por el desorden de motos, bicicletas, carros de tracción animal, vehículos particulares y de servicio público; estos últimos, uno de los elementos que representan mayor peligro para los transeúntes, debido a los altos índices de accidentalidad que arrojan buses, busetas, taxis y en especial, las ahora denominadas moto taxis; una modalidad de transporte en la que muchos encuentran una oportunidad de trabajo, pero que ha agudizado el problema, dado que carecemos de una cultura ciudadana en la que el peatón tenga privilegio sobre la máquina, en la que las personas puedan caminar libres de amenazas, pues las calles se han convertido en territorio hostil en donde el afán y la intolerancia priman sobre el derecho a caminar tranquilos.
Nadie discute la irregularidad de las moto taxis y muchos quisieran ver las calles de la ciudad libres de ellas, pero al no haber otras alternativas, en lugar de censurarlos, habría que agradecerles el importante servicio que prestan frente a la inoperancia de un Estado que no puede garantizar que sus ciudadanos puedan desplazarse cómodamente y en condiciones dignas.
Así las cosas, debería permitirse que hombres y mujeres en igualdad de condiciones usen las moto taxis, eso redundaría en ahorro para los ciudadanos que no tienen carro, ni el suficiente dinero para tomar un taxi; al menos mientras se le puede ofrecer un sistema de transporte público que satisfaga en óptimas condiciones las necesidades de la población.
Ha pasado mucho tiempo y aún el Sistema estratégico de transporte público para Valledupar no arranca, se hacen anuncios, pero no se ve avance alguno, lo que agudiza la crisis de movilidad.
Por: Óscar Ariza Daza
Ha pasado mucho tiempo y aún el Sistema estratégico de transporte público para Valledupar no arranca, se hacen anuncios, pero no se ve avance alguno, lo que agudiza la crisis de movilidad. Es vergonzoso ver cómo los ciudadanos se exponen a peligros y sufrimientos desde condiciones de transporte indignas, metidos en buses y busetas en precario estado, sometidos al hacinamiento y a las constantes fallas mecánicas de estos automotores.
La gente no tiene en qué transportarse y aun así, el gobierno municipal, apelando a una fallida medida de seguridad, viene prohibiendo el parrillero hombre para las motos, como si hubiese otras alternativas distintas a las moto taxis, para poder movilizarse en la ciudad, lo que da la sensación de que sus gobernantes no piensan en el ciudadano de a pie que necesita moverse, pues en lugar de facilitar su desplazamiento, se le generan dificultades como la ineficaz medida anteriormente mencionada.
Lamentablemente Valledupar es una ciudad sin fuentes de empleo, con altos índices de inseguridad, sumado al caos vehicular por el desorden de motos, bicicletas, carros de tracción animal, vehículos particulares y de servicio público; estos últimos, uno de los elementos que representan mayor peligro para los transeúntes, debido a los altos índices de accidentalidad que arrojan buses, busetas, taxis y en especial, las ahora denominadas moto taxis; una modalidad de transporte en la que muchos encuentran una oportunidad de trabajo, pero que ha agudizado el problema, dado que carecemos de una cultura ciudadana en la que el peatón tenga privilegio sobre la máquina, en la que las personas puedan caminar libres de amenazas, pues las calles se han convertido en territorio hostil en donde el afán y la intolerancia priman sobre el derecho a caminar tranquilos.
Nadie discute la irregularidad de las moto taxis y muchos quisieran ver las calles de la ciudad libres de ellas, pero al no haber otras alternativas, en lugar de censurarlos, habría que agradecerles el importante servicio que prestan frente a la inoperancia de un Estado que no puede garantizar que sus ciudadanos puedan desplazarse cómodamente y en condiciones dignas.
Así las cosas, debería permitirse que hombres y mujeres en igualdad de condiciones usen las moto taxis, eso redundaría en ahorro para los ciudadanos que no tienen carro, ni el suficiente dinero para tomar un taxi; al menos mientras se le puede ofrecer un sistema de transporte público que satisfaga en óptimas condiciones las necesidades de la población.