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Columnista - 25 junio, 2013

El Perdón Cristiano (III)

La personalidad psíquicamente equilibrada y moralmente madura no se disminuye por la renuncia a la violencia y al rencor. Sabe distinguir el perdón que es animado por el egoísmo y la injusticia del perdón personal y socialmente rehabilitante.

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Rodrigo López Barros

La personalidad psíquicamente equilibrada y moralmente madura no se disminuye por la renuncia a la violencia y al rencor. Sabe distinguir el perdón que es animado por el egoísmo y la injusticia del perdón personal y socialmente rehabilitante.

El cristiano responde con el perdón a la ofensa para bloquear un proceso maléfico y perverso y para iniciar uno benéfico y recto; esto, sólo raramente puede ser fruto de una decisión inmediata. Muchas veces, el perdón es la concretización de una actitud moral resultante de la formación de la propia conciencia de los valores morales. La formación del perdón implica una cierta conciencia y voluntad que interiorice principios y valores morales a menudo no fáciles de aceptar. Sin embargo, no todo lo que se desea es realmente posible.

Por ejemplo, se puede olvidar una ofensa?.  Olvidar el mal recibido no es cuestión de voluntad ni de conciencia. No se puede imponer “no ser conscientes” del mal recibido; ni se puede “encomendar” a la propia memoria olvidar una injusticia pronta e inocentemente.

En este contexto es legítimo plantear un interrogante: se puede perdonar sin olvidar?

Perdonar no es sinónimo de “olvidar”. A la persona humana se le puede pedir perdonar, más no olvidar. Sin embargo, se debe aclarar que olvidar o recordar no depende de la voluntad consciente; perdonar, en cambio – presupone una cierta formación de la sensibilidad y de ciertos valores morales- puede depender en buena parte de la propia voluntad.

En este contexto lo que depende específicamente de la propia voluntad no es tanto el alcanzar la meta, en la forma que Cristo perdona, sino el predisponerse a lograrlo, a no cerrar la posibilidad de poder un día llegar a la meta, el ponerse en el camino del Padre. Esta apertura revela la verdadera naturaleza de la culpa: “esta apertura” a Dios no es genérica, es Dios que salva. Sólo en el momento en que el hombre se adhiere a Dios puede comprender el significado religioso de sus extravíos; de otra parte, es en el acto mismo del perdón y de la reconciliación que la culpa manifiesta su verdadera naturaleza.

Cuál es el objeto del perdón?. El perdón tiene por objeto a la persona y no a la acción. Por tanto, el perdón se dirige al pecador,  la acción malvada continúa siéndolotambién después del perdón, y en general, nada podrá restituir el bien que ha estado suprimido por la acción. Continuará

* Traduzco del Italiano. Doctor Aureliano Pacciolla, consultor psicológico, docente en Roma de psicología de la personalidad (LUMSA) y Psicoterapia).

 

Columnista
25 junio, 2013

El Perdón Cristiano (III)

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodrigo López Barros

La personalidad psíquicamente equilibrada y moralmente madura no se disminuye por la renuncia a la violencia y al rencor. Sabe distinguir el perdón que es animado por el egoísmo y la injusticia del perdón personal y socialmente rehabilitante.


Rodrigo López Barros

La personalidad psíquicamente equilibrada y moralmente madura no se disminuye por la renuncia a la violencia y al rencor. Sabe distinguir el perdón que es animado por el egoísmo y la injusticia del perdón personal y socialmente rehabilitante.

El cristiano responde con el perdón a la ofensa para bloquear un proceso maléfico y perverso y para iniciar uno benéfico y recto; esto, sólo raramente puede ser fruto de una decisión inmediata. Muchas veces, el perdón es la concretización de una actitud moral resultante de la formación de la propia conciencia de los valores morales. La formación del perdón implica una cierta conciencia y voluntad que interiorice principios y valores morales a menudo no fáciles de aceptar. Sin embargo, no todo lo que se desea es realmente posible.

Por ejemplo, se puede olvidar una ofensa?.  Olvidar el mal recibido no es cuestión de voluntad ni de conciencia. No se puede imponer “no ser conscientes” del mal recibido; ni se puede “encomendar” a la propia memoria olvidar una injusticia pronta e inocentemente.

En este contexto es legítimo plantear un interrogante: se puede perdonar sin olvidar?

Perdonar no es sinónimo de “olvidar”. A la persona humana se le puede pedir perdonar, más no olvidar. Sin embargo, se debe aclarar que olvidar o recordar no depende de la voluntad consciente; perdonar, en cambio – presupone una cierta formación de la sensibilidad y de ciertos valores morales- puede depender en buena parte de la propia voluntad.

En este contexto lo que depende específicamente de la propia voluntad no es tanto el alcanzar la meta, en la forma que Cristo perdona, sino el predisponerse a lograrlo, a no cerrar la posibilidad de poder un día llegar a la meta, el ponerse en el camino del Padre. Esta apertura revela la verdadera naturaleza de la culpa: “esta apertura” a Dios no es genérica, es Dios que salva. Sólo en el momento en que el hombre se adhiere a Dios puede comprender el significado religioso de sus extravíos; de otra parte, es en el acto mismo del perdón y de la reconciliación que la culpa manifiesta su verdadera naturaleza.

Cuál es el objeto del perdón?. El perdón tiene por objeto a la persona y no a la acción. Por tanto, el perdón se dirige al pecador,  la acción malvada continúa siéndolotambién después del perdón, y en general, nada podrá restituir el bien que ha estado suprimido por la acción. Continuará

* Traduzco del Italiano. Doctor Aureliano Pacciolla, consultor psicológico, docente en Roma de psicología de la personalidad (LUMSA) y Psicoterapia).