Tomo de un artículo sobre el perdón titulado Autenticidad del Perdón (Autenticitá del Perdono) de un Profesor amigo, Doctor Aureliano Pacciolla, consultor psicológico, docente de psicología de la personalidad (LUMSA) y Psicotherapia;del que me permito traducir, los siguientes conceptos, ahora muy a punto de la vida nacional colombiana.
Rodrigo López Barros
Tomo de un artículo sobre el perdón titulado Autenticidad del Perdón (Autenticitá del Perdono) de un Profesor amigo, Doctor Aureliano Pacciolla, consultor psicológico, docente de psicología de la personalidad (LUMSA) y Psicotherapia;del que me permito traducir, los siguientes conceptos, ahora muy a punto de la vida nacional colombiana.
El perdón para ser auténtico no solo debe estar precedido de un reconocimiento del propio error y de una admisión de la propia responsabilidad sino que debe ir acompañado de un arrepentimiento que comprometa una perspectiva futura.Si no existe una real cualificación equilibrada de la ofensa, aun la reparación es de por sí un derecho de aquel que ha recibido la ofensa.
El perdón es auténtico cuando es dirigido al bien total de quien lo da y de quien lo recibe. Por ejemplo, si mi perdón ha de servir a estimular el egoísmo del otro no es propiamente un bien. El perdón es por tanto “un medio” para hacer el bien y no “un fin”: perdonar por perdonar. El perdón para ser auténtico debe pues ser un medio educativo, pedagógico y rehabilitante. En este contexto es importante afirmar la estricta conexión entre perdón y justicia. Perdonar a un violador o a un vendedor de drogas no significa no denunciarlo o no colaborar con los órganos de justicia.
Otra característica de la autenticidad psicológica del perdón es la “no instrumentalización del perdón”. Este último punto ha sido un serio problema ético-social en Italia a propósito del así dicho “fenómeno del arrepentimiento”. Algunos terroristas podrían usufructuar del “perdón” de la sociedad si colaboran con la justicia. El perdón ha sido un intercambio con “un cierto” arrepentimiento. En este “trueque” no se excluye que el Estado y algunos terroristas logren instrumentalizarse recíprocamente.
El perdón auténtico no es un chantaje: “te perdono, pero desde este momento en adelante me debes…”.
Tampoco impone ritmos de crecimiento: “por ahora te perdono, pero está atento porque la próxima vez…”. O bien: “Esta es la última vez que te perdono”.Es más bien un acto de confianza y de optimismo; es un reto al dicho: “el lobo cambia la piel pero no el vicio”. No es sólo un acto sino también una actitud estable. El perdón es parte integrante de una cultura, de una mentalidad y de una educación personal y colectiva, civil y religiosa.
Por último el perdón auténtico es un proceso de desarrollo lento, largo y a menudo difícil en un individuo, en un grupo o en una sociedad.
Rechazar el perdón es a menudo un recurso del débil.
Tomo de un artículo sobre el perdón titulado Autenticidad del Perdón (Autenticitá del Perdono) de un Profesor amigo, Doctor Aureliano Pacciolla, consultor psicológico, docente de psicología de la personalidad (LUMSA) y Psicotherapia;del que me permito traducir, los siguientes conceptos, ahora muy a punto de la vida nacional colombiana.
Rodrigo López Barros
Tomo de un artículo sobre el perdón titulado Autenticidad del Perdón (Autenticitá del Perdono) de un Profesor amigo, Doctor Aureliano Pacciolla, consultor psicológico, docente de psicología de la personalidad (LUMSA) y Psicotherapia;del que me permito traducir, los siguientes conceptos, ahora muy a punto de la vida nacional colombiana.
El perdón para ser auténtico no solo debe estar precedido de un reconocimiento del propio error y de una admisión de la propia responsabilidad sino que debe ir acompañado de un arrepentimiento que comprometa una perspectiva futura.Si no existe una real cualificación equilibrada de la ofensa, aun la reparación es de por sí un derecho de aquel que ha recibido la ofensa.
El perdón es auténtico cuando es dirigido al bien total de quien lo da y de quien lo recibe. Por ejemplo, si mi perdón ha de servir a estimular el egoísmo del otro no es propiamente un bien. El perdón es por tanto “un medio” para hacer el bien y no “un fin”: perdonar por perdonar. El perdón para ser auténtico debe pues ser un medio educativo, pedagógico y rehabilitante. En este contexto es importante afirmar la estricta conexión entre perdón y justicia. Perdonar a un violador o a un vendedor de drogas no significa no denunciarlo o no colaborar con los órganos de justicia.
Otra característica de la autenticidad psicológica del perdón es la “no instrumentalización del perdón”. Este último punto ha sido un serio problema ético-social en Italia a propósito del así dicho “fenómeno del arrepentimiento”. Algunos terroristas podrían usufructuar del “perdón” de la sociedad si colaboran con la justicia. El perdón ha sido un intercambio con “un cierto” arrepentimiento. En este “trueque” no se excluye que el Estado y algunos terroristas logren instrumentalizarse recíprocamente.
El perdón auténtico no es un chantaje: “te perdono, pero desde este momento en adelante me debes…”.
Tampoco impone ritmos de crecimiento: “por ahora te perdono, pero está atento porque la próxima vez…”. O bien: “Esta es la última vez que te perdono”.Es más bien un acto de confianza y de optimismo; es un reto al dicho: “el lobo cambia la piel pero no el vicio”. No es sólo un acto sino también una actitud estable. El perdón es parte integrante de una cultura, de una mentalidad y de una educación personal y colectiva, civil y religiosa.
Por último el perdón auténtico es un proceso de desarrollo lento, largo y a menudo difícil en un individuo, en un grupo o en una sociedad.
Rechazar el perdón es a menudo un recurso del débil.