Ya va a ser un año, en que un medio día recibo una llamada, donde el interlocutor me daba una dolorosa noticia: “alista la guayabera blanca que a Orto le están esperando el momento” yo tragué en seco un nudo que se me hizo en la garganta; entonces pregunté ¿Qué tan grave está? “ya no conoce, está tendido en la cama, y “Yola” (su mujer) ya mandó a hacer la ropa de luto”.
Por: José Gregorio Guerrero
Ya va a ser un año, en que un medio día recibo una llamada, donde el interlocutor me daba una dolorosa noticia: “alista la guayabera blanca que a Orto le están esperando el momento” yo tragué en seco un nudo que se me hizo en la garganta; entonces pregunté ¿Qué tan grave está? “ya no conoce, está tendido en la cama, y “Yola” (su mujer) ya mandó a hacer la ropa de luto”.
No había nada que hacer, en las próximas horas partiría mi padrino al cielo. Enseguida fui a verlo morir, y al llegar vieran ustedes el estado indefenso en que lo encontré, ¡pobre mi padrino!: estaba sentado en la cama comiéndose unos patacones fritos bien crocantes con queso rayado, con su pierna cruzada, moviendo la patica como la sabe mover cuando está disfrutando algo; sabroso morirse así- le dije- .
En la sala había encontrado sentado a un cachaquito empleado de una funeraria reconocida de la ciudad, que creo ya tubo que haber retoñado. En ese momento recordé los episodios vividos, y los que me habían contado. Me contaba el negrito Verdecia, el socio de Sanín Murcia que en sus años mozos mi padrino enamoraba, mirando a la presa fijamente hasta cegarla, y con la yema del índice derecho se sobaba un pobre mostacho hitleriano que conquistó a más de una, y a “yola” cuando quiso reaccionar ya le había encasquetó cuatro muchachos-me dijo verdecía-.recuerdo terminando la década del setenta cuando vieron su volteo Ford 600 de color rojo transitando territorios prohibidos, y por el tamaño del camión no lo pudo meter al garajes clandestino y un día La Negra su hija menor le vio la llanta de repuesto sobre la cachucha del vagón tras una paredilla, y hasta ese día dijo que así como los humanos los carros también penan.
Sin olvidar la apuesta que hizo con tres amigos que conquistaría a tres mujeres llamadas María en una semana y lo logró sobrado de lote; creo a estás también les dejó retoños.
Pero su verdadero amor fue una joven muy bien parecida. Cuando la conoció ella solo tenía 17 años recién cumplidos, él se enloqueció por completo; en ese momento vivía con sus padres y hermanos en todo el frente del teatro Victoria de Jaime Molina. Cuando los amigos querían beber y no tenían plata, lo invitaban y le decían: Orto, la hija más hermosa de Adela es Yolanda, entonces él emocionado se levantaba y le gritaba al mesero: cuatro más bien frías. Y en ese son lo hacían parar toda una noche completa.
Ya va a ser un año, en que un medio día recibo una llamada, donde el interlocutor me daba una dolorosa noticia: “alista la guayabera blanca que a Orto le están esperando el momento” yo tragué en seco un nudo que se me hizo en la garganta; entonces pregunté ¿Qué tan grave está? “ya no conoce, está tendido en la cama, y “Yola” (su mujer) ya mandó a hacer la ropa de luto”.
Por: José Gregorio Guerrero
Ya va a ser un año, en que un medio día recibo una llamada, donde el interlocutor me daba una dolorosa noticia: “alista la guayabera blanca que a Orto le están esperando el momento” yo tragué en seco un nudo que se me hizo en la garganta; entonces pregunté ¿Qué tan grave está? “ya no conoce, está tendido en la cama, y “Yola” (su mujer) ya mandó a hacer la ropa de luto”.
No había nada que hacer, en las próximas horas partiría mi padrino al cielo. Enseguida fui a verlo morir, y al llegar vieran ustedes el estado indefenso en que lo encontré, ¡pobre mi padrino!: estaba sentado en la cama comiéndose unos patacones fritos bien crocantes con queso rayado, con su pierna cruzada, moviendo la patica como la sabe mover cuando está disfrutando algo; sabroso morirse así- le dije- .
En la sala había encontrado sentado a un cachaquito empleado de una funeraria reconocida de la ciudad, que creo ya tubo que haber retoñado. En ese momento recordé los episodios vividos, y los que me habían contado. Me contaba el negrito Verdecia, el socio de Sanín Murcia que en sus años mozos mi padrino enamoraba, mirando a la presa fijamente hasta cegarla, y con la yema del índice derecho se sobaba un pobre mostacho hitleriano que conquistó a más de una, y a “yola” cuando quiso reaccionar ya le había encasquetó cuatro muchachos-me dijo verdecía-.recuerdo terminando la década del setenta cuando vieron su volteo Ford 600 de color rojo transitando territorios prohibidos, y por el tamaño del camión no lo pudo meter al garajes clandestino y un día La Negra su hija menor le vio la llanta de repuesto sobre la cachucha del vagón tras una paredilla, y hasta ese día dijo que así como los humanos los carros también penan.
Sin olvidar la apuesta que hizo con tres amigos que conquistaría a tres mujeres llamadas María en una semana y lo logró sobrado de lote; creo a estás también les dejó retoños.
Pero su verdadero amor fue una joven muy bien parecida. Cuando la conoció ella solo tenía 17 años recién cumplidos, él se enloqueció por completo; en ese momento vivía con sus padres y hermanos en todo el frente del teatro Victoria de Jaime Molina. Cuando los amigos querían beber y no tenían plata, lo invitaban y le decían: Orto, la hija más hermosa de Adela es Yolanda, entonces él emocionado se levantaba y le gritaba al mesero: cuatro más bien frías. Y en ese son lo hacían parar toda una noche completa.