José Romero Churio A los colombianos que trabajan honradamente para un mejor vivir -que en realidad son pocos-, les preocupa que fracase el actual diálogo entre representantes del gobierno y de las Farc en busca de acuerdo de paz, porque como los anteriores procesos, también tiene fuerte oposición con diversos francotiradores y saboteadores que entorpecen […]
A los colombianos que trabajan honradamente para un mejor vivir -que en realidad son pocos-, les preocupa que fracase el actual diálogo entre representantes del gobierno y de las Farc en busca de acuerdo de paz, porque como los anteriores procesos, también tiene fuerte oposición con diversos francotiradores y saboteadores que entorpecen el ambiente pacificador, con el interés de perpetuar el conflicto armado interno del cual obtienen múltiples beneficios especialmente económico.
Aunque las FARC-EP se convirtieron en un grupo terrorista financiado con narcotráfico, cuyos frentes armados, asiduamente cometen crímenes de lesa humanidad, no se debe ignorar que su origen deriva de la desigualdad política, social y económica imperante en el régimen gubernativo colombiano, acaparado por una élite pudiente, insensible al sufrimiento de los pobres.
Es oportuno recordar que las Farc fue fundada en abril de 1964 por el campesino liberal Pedro Antonio Marín Bernal, oriundo de Génova, municipio del departamento del Quindío, más conocido por sus alias de comandante guerrillero ‘Manuel Marulanda Vélez’ o ‘Tirofijo’, quien era partidario de las ideas de gran contenido social del caudillo popular, el abogado y ex alcalde de Bogotá, Jorge Eliecer Gaitán Ayala, asesinado el 9 de abril de 1948 en dicha ciudad.
Tal como está el país, la negociación política es la solución más viable del conflicto armado interno. Y un pacto de paz con las Farc la facción guerrillera más grande y poderosa, sin duda alguna, sería un logro importantísimo, al cual todos los colombianos deberíamos apoyar sin tantos cuestionamientos ni tantas suspicacias, condicionantes de posiciones adversas que llevan al traste cualquier intento de llegar a un convenio de paz.
Es de sentido común que para acabar el conflicto armado interno, es indispensable otorgarle amnistía total a la subversión guerrillera, pensionando a su vieja comandancia con un estipendio decoroso; es decir, que les permita vivir dignamente afuera o dentro del país. Ofrecerles la seguridad pertinente a los que quieran participar en política. No garantía, porque en nuestro territorio donde hay tantas arbitrariedades nadie puede garantizar algo. Esto es entendible y, por tanto, no debe ser inconveniente para el reintegro de los guerrilleros a la vida civil con el compromiso pleno y convicción de no volver a la ilegalidad, para lo cual, el gobierno y la sociedad deben aportar la cuota correspondiente.
Si bien es cierto que la terminación del conflicto armado interno no asegura que vivamos tranquilos, no se puede negar que sería un avance necesario para un mejor futuro, ya que disminuiría considerablemente el alto gasto militar, que podría utilizarse en la ayuda para el cambio de actitud que nos lleve a convertirnos en mejores ciudadanos. En fin, esto apenas es un esbozo de una propuesta para acabar el conflicto armado interno en nuestro país.
PD 1: bonita está quedando la avenida Simón Bolívar en el norte de Valledupar, con el adorno de las jardineras de los árboles de caucho. Sería bueno cambiar las jardineras desde el colegio INSTPECAM hasta la glorieta María Mulata, porque de ahí hacia la glorieta del Terminal de Transporte el bulevar es muy angosto, sin embargo, no es óbice, para el embellecimiento de toda la avenida.
PD 2: señor Alcalde y honorables concejales del municipio de Valledupar, la gente se está quejando por el incremento exagerado del impuesto predial. Lo más pronto posible se debe revisar, para ver qué pasa y hacer las correcciones si hay algún error, y si no dar las explicaciones respectivas.
José Romero Churio A los colombianos que trabajan honradamente para un mejor vivir -que en realidad son pocos-, les preocupa que fracase el actual diálogo entre representantes del gobierno y de las Farc en busca de acuerdo de paz, porque como los anteriores procesos, también tiene fuerte oposición con diversos francotiradores y saboteadores que entorpecen […]
A los colombianos que trabajan honradamente para un mejor vivir -que en realidad son pocos-, les preocupa que fracase el actual diálogo entre representantes del gobierno y de las Farc en busca de acuerdo de paz, porque como los anteriores procesos, también tiene fuerte oposición con diversos francotiradores y saboteadores que entorpecen el ambiente pacificador, con el interés de perpetuar el conflicto armado interno del cual obtienen múltiples beneficios especialmente económico.
Aunque las FARC-EP se convirtieron en un grupo terrorista financiado con narcotráfico, cuyos frentes armados, asiduamente cometen crímenes de lesa humanidad, no se debe ignorar que su origen deriva de la desigualdad política, social y económica imperante en el régimen gubernativo colombiano, acaparado por una élite pudiente, insensible al sufrimiento de los pobres.
Es oportuno recordar que las Farc fue fundada en abril de 1964 por el campesino liberal Pedro Antonio Marín Bernal, oriundo de Génova, municipio del departamento del Quindío, más conocido por sus alias de comandante guerrillero ‘Manuel Marulanda Vélez’ o ‘Tirofijo’, quien era partidario de las ideas de gran contenido social del caudillo popular, el abogado y ex alcalde de Bogotá, Jorge Eliecer Gaitán Ayala, asesinado el 9 de abril de 1948 en dicha ciudad.
Tal como está el país, la negociación política es la solución más viable del conflicto armado interno. Y un pacto de paz con las Farc la facción guerrillera más grande y poderosa, sin duda alguna, sería un logro importantísimo, al cual todos los colombianos deberíamos apoyar sin tantos cuestionamientos ni tantas suspicacias, condicionantes de posiciones adversas que llevan al traste cualquier intento de llegar a un convenio de paz.
Es de sentido común que para acabar el conflicto armado interno, es indispensable otorgarle amnistía total a la subversión guerrillera, pensionando a su vieja comandancia con un estipendio decoroso; es decir, que les permita vivir dignamente afuera o dentro del país. Ofrecerles la seguridad pertinente a los que quieran participar en política. No garantía, porque en nuestro territorio donde hay tantas arbitrariedades nadie puede garantizar algo. Esto es entendible y, por tanto, no debe ser inconveniente para el reintegro de los guerrilleros a la vida civil con el compromiso pleno y convicción de no volver a la ilegalidad, para lo cual, el gobierno y la sociedad deben aportar la cuota correspondiente.
Si bien es cierto que la terminación del conflicto armado interno no asegura que vivamos tranquilos, no se puede negar que sería un avance necesario para un mejor futuro, ya que disminuiría considerablemente el alto gasto militar, que podría utilizarse en la ayuda para el cambio de actitud que nos lleve a convertirnos en mejores ciudadanos. En fin, esto apenas es un esbozo de una propuesta para acabar el conflicto armado interno en nuestro país.
PD 1: bonita está quedando la avenida Simón Bolívar en el norte de Valledupar, con el adorno de las jardineras de los árboles de caucho. Sería bueno cambiar las jardineras desde el colegio INSTPECAM hasta la glorieta María Mulata, porque de ahí hacia la glorieta del Terminal de Transporte el bulevar es muy angosto, sin embargo, no es óbice, para el embellecimiento de toda la avenida.
PD 2: señor Alcalde y honorables concejales del municipio de Valledupar, la gente se está quejando por el incremento exagerado del impuesto predial. Lo más pronto posible se debe revisar, para ver qué pasa y hacer las correcciones si hay algún error, y si no dar las explicaciones respectivas.