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General - 21 diciembre, 2012

La modistería, un arte que sigue vivo

Algunas de estas mujeres son historias de vida de la moda cesarense, otras las siguen escribiendo puntada por puntada, en la sombra.

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Algunas de estas mujeres son historias de vida de la moda cesarense, otras las siguen escribiendo puntada por puntada, en la sombra.

Por Karen Liliana Pérez
La modista de siempre no ha muerto, se ha reconvertido. Es difícil de encontrar, damos fe, pero sigue ahí, donde ha estado siempre, cosiendo en la sombra. El hilo de su vida la ha llevado a coser el sueño de confeccionar prendas de vestir. 

Las modistas cortaron sus historias y diseñaron un patrón de aprendizaje con medidas y puntadas. Estas mujeres, cada una con un molde y tallas diferentes, pero unidas por una misma pasión, un oficio que enmarca muchas épocas de existencia: la modistería. 
“No todas las telas se cosen con la misma aguja”, explica Josefa Redondo, una mujer con la experiencia y disciplina que solo con los años se logra, admite que en el oficio lo importante es la innovación: “la moda va cambiando, pero queda el conocimiento”.

Estas mujeres han reinado sobre el hilo y la aguja.  En la puesta en escena de sus vidas la perfección cobra un valor indeleble, un sabor dulce que hace de la prenda una perfecta obra de arte, aunque para algunas de ellas, los patrones de estilo han cambiado con el paso de los tiempos. “La moda ha cambiado, antes se hacía una falda o un pantalón con pliegues, una blusa sencilla, pero hoy día las cosas son distintas porque la moda ha cambiado”, cuenta Dionis Rodríguez.

Así que algo que parece en vías de extinción es el oficio. Al menos con el nivel de detalle y minuciosidad con el que se trabajaba hace 30 o 40 años. “Ahora todo el mundo quiere diseñar, pero casi nadie quiere coser”, dice Marta Sierra.
La mayoría de estas mujeres tiene su propio taller, donde confeccionan a su estilo todo tipo de prenda para sus clientes. Pero algunos clientes, según ellas, no aprecian, ni entienden el valor de la costura. La consecuencia directa es que, si no se sabe apreciar el trabajo, no se valora el resultado. “Esta profesión es dura y muy laboriosa. Requiere horas de trabajo, una concentración absoluta  que a la larga produce muchas lesiones”, explica Dionis Rodríguez.

Así mismo, Dionis aclara que la sastrería (dedicada al vestir masculino) queda en manos de hombres, y algunas mujeres, y la modistería (la confección de la ropa femenina) se convierte en cosa de mujeres.
 

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21 diciembre, 2012

La modistería, un arte que sigue vivo

Algunas de estas mujeres son historias de vida de la moda cesarense, otras las siguen escribiendo puntada por puntada, en la sombra.


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Algunas de estas mujeres son historias de vida de la moda cesarense, otras las siguen escribiendo puntada por puntada, en la sombra.

Por Karen Liliana Pérez
La modista de siempre no ha muerto, se ha reconvertido. Es difícil de encontrar, damos fe, pero sigue ahí, donde ha estado siempre, cosiendo en la sombra. El hilo de su vida la ha llevado a coser el sueño de confeccionar prendas de vestir. 

Las modistas cortaron sus historias y diseñaron un patrón de aprendizaje con medidas y puntadas. Estas mujeres, cada una con un molde y tallas diferentes, pero unidas por una misma pasión, un oficio que enmarca muchas épocas de existencia: la modistería. 
“No todas las telas se cosen con la misma aguja”, explica Josefa Redondo, una mujer con la experiencia y disciplina que solo con los años se logra, admite que en el oficio lo importante es la innovación: “la moda va cambiando, pero queda el conocimiento”.

Estas mujeres han reinado sobre el hilo y la aguja.  En la puesta en escena de sus vidas la perfección cobra un valor indeleble, un sabor dulce que hace de la prenda una perfecta obra de arte, aunque para algunas de ellas, los patrones de estilo han cambiado con el paso de los tiempos. “La moda ha cambiado, antes se hacía una falda o un pantalón con pliegues, una blusa sencilla, pero hoy día las cosas son distintas porque la moda ha cambiado”, cuenta Dionis Rodríguez.

Así que algo que parece en vías de extinción es el oficio. Al menos con el nivel de detalle y minuciosidad con el que se trabajaba hace 30 o 40 años. “Ahora todo el mundo quiere diseñar, pero casi nadie quiere coser”, dice Marta Sierra.
La mayoría de estas mujeres tiene su propio taller, donde confeccionan a su estilo todo tipo de prenda para sus clientes. Pero algunos clientes, según ellas, no aprecian, ni entienden el valor de la costura. La consecuencia directa es que, si no se sabe apreciar el trabajo, no se valora el resultado. “Esta profesión es dura y muy laboriosa. Requiere horas de trabajo, una concentración absoluta  que a la larga produce muchas lesiones”, explica Dionis Rodríguez.

Así mismo, Dionis aclara que la sastrería (dedicada al vestir masculino) queda en manos de hombres, y algunas mujeres, y la modistería (la confección de la ropa femenina) se convierte en cosa de mujeres.