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Columnista - 4 noviembre, 2012

Todos tus muertos

Cortísimo metraje Por Jarol Ferreira Acosta “El mundo es un hermoso lugar para nacer si no te importa que la felicidad no siempre sea tan divertida” Ferlinghetti 1. A principios de noviembre sales a la calle y siempre están sobre ti, levitando ingrávidas como zepelines, las nubes que van de blancos a grises a negras, […]

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Cortísimo metraje

Por Jarol Ferreira Acosta

“El mundo es un hermoso lugar para nacer
si no te importa que la felicidad
no siempre sea tan divertida”
Ferlinghetti

1. A principios de noviembre sales a la calle y siempre están sobre ti, levitando ingrávidas como zepelines, las nubes que van de blancos a grises a negras, transportando adentro el alma de todos los muertos que viajan en sus interiores acolchados con algodón y lana, para darle a sus ocupantes  el trato preferencial que en vida les negaron la tacañería de nuestras aerolíneas nacionales, optimizadoras de gastos.

2. Como las nubes vestidas de gris y negro  funcionan con hidrógeno, este se fusiona con el oxígeno del aire y se condensan en forma de gotas de agua que se desploman por gravedad  hasta impregnar  pueblos y ciudades, sin distingo de raza credo o estrato, al caer sobre la vegetación y el concreto; como lágrimas de despedida de las almas de quienes sobrevuelan en naves aerostáticas sus lugares de vidas pasadas, antes de entender el lenguaje íntimo de los querubines guardianes que los acompañan en su transitar sobre los parques y las calles y el campo, hasta perderse tras las montañas.

3. Algunas mañanas bajan hasta el piso en forma de neblina, entonces se deslizan como fantasmas palpables que se evaporan tras las primeras luces del día y reaparecen a la madrugada siguiente como un tsunami gaseoso que rebosa urbes y montes; apenas movido por una brisa tenue que corre arremolinando espectros al acariciar la piel de la niebla. Entonces puedes distinguir entre sus morfologías algunas caras de personas que recuerdas de tu infancia o de tu adolescencia extinta; como la familia esa que expiró decapitada al colisionar por detrás a una tractomula estacionada sin señalización, al bajar luego de superar el precipicio de Pescadero, en la vía que viene desde Bucaramanga.

4. Por ahí tipo seis treinta de la mañana el humo gris de la neblina retoma altura, hasta ser nube de noviembre suspendida sobre ti cuando sales al parque o a buscar comida antes de volver a tu covacha a comer libros y discos, y a ver películas y a devorar televisión, en tu  estado de confortable aunque angustiosa hibernación; un poco deprimido por pensar que las gotas de lluvia son lágrimas de  muertos que se ponen tristes durante su cumpleaños a principios de este mes en el que  luego de ser ahuyentados hasta las alturas por la sordidez de la mañana los que descendieron  a recorrer sus pasos de día se ven obligados a ascender hasta los copos de algodón mugroso que planean sobre nosotros durante este mes  teñido de gris para beneplácito de los exhaustos de la intensidad con la que el sol normalmente arremete contra nuestra geografía de cielo sin filtros.

5. Miras arriba y ves al cielo minado de nubarrones felices de saber que
en su interior, además de descargas eléctricas e hidrógeno y quién sabe qué otras cosas más con tanto ácido en el aire, sirven  para que todos los muertos salgan a pasear. Es por eso que si ahora mismo vas por la calle o si te asomas por la ventana de tu habitación o por tu balcón, y miras hacia el firmamento con atención, es posible que descubras entre las nubes grises y negras de noviembre el rostro insinuado de alguno de tus muertos, saludándote desde arriba antes de  esfumarse hasta el año próximo, cuando vuelva a celebrarse el aniversario de todos los muertos, y alcances a percibir nuevamente sus fisonomías en los contornos de la naturaleza; como su voz el susurro de la lluvia que por estos días cae intermitentemente sobre nosotros como sangre de una herida mortal.

Columnista
4 noviembre, 2012

Todos tus muertos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jarol Ferreira

Cortísimo metraje Por Jarol Ferreira Acosta “El mundo es un hermoso lugar para nacer si no te importa que la felicidad no siempre sea tan divertida” Ferlinghetti 1. A principios de noviembre sales a la calle y siempre están sobre ti, levitando ingrávidas como zepelines, las nubes que van de blancos a grises a negras, […]


Cortísimo metraje

Por Jarol Ferreira Acosta

“El mundo es un hermoso lugar para nacer
si no te importa que la felicidad
no siempre sea tan divertida”
Ferlinghetti

1. A principios de noviembre sales a la calle y siempre están sobre ti, levitando ingrávidas como zepelines, las nubes que van de blancos a grises a negras, transportando adentro el alma de todos los muertos que viajan en sus interiores acolchados con algodón y lana, para darle a sus ocupantes  el trato preferencial que en vida les negaron la tacañería de nuestras aerolíneas nacionales, optimizadoras de gastos.

2. Como las nubes vestidas de gris y negro  funcionan con hidrógeno, este se fusiona con el oxígeno del aire y se condensan en forma de gotas de agua que se desploman por gravedad  hasta impregnar  pueblos y ciudades, sin distingo de raza credo o estrato, al caer sobre la vegetación y el concreto; como lágrimas de despedida de las almas de quienes sobrevuelan en naves aerostáticas sus lugares de vidas pasadas, antes de entender el lenguaje íntimo de los querubines guardianes que los acompañan en su transitar sobre los parques y las calles y el campo, hasta perderse tras las montañas.

3. Algunas mañanas bajan hasta el piso en forma de neblina, entonces se deslizan como fantasmas palpables que se evaporan tras las primeras luces del día y reaparecen a la madrugada siguiente como un tsunami gaseoso que rebosa urbes y montes; apenas movido por una brisa tenue que corre arremolinando espectros al acariciar la piel de la niebla. Entonces puedes distinguir entre sus morfologías algunas caras de personas que recuerdas de tu infancia o de tu adolescencia extinta; como la familia esa que expiró decapitada al colisionar por detrás a una tractomula estacionada sin señalización, al bajar luego de superar el precipicio de Pescadero, en la vía que viene desde Bucaramanga.

4. Por ahí tipo seis treinta de la mañana el humo gris de la neblina retoma altura, hasta ser nube de noviembre suspendida sobre ti cuando sales al parque o a buscar comida antes de volver a tu covacha a comer libros y discos, y a ver películas y a devorar televisión, en tu  estado de confortable aunque angustiosa hibernación; un poco deprimido por pensar que las gotas de lluvia son lágrimas de  muertos que se ponen tristes durante su cumpleaños a principios de este mes en el que  luego de ser ahuyentados hasta las alturas por la sordidez de la mañana los que descendieron  a recorrer sus pasos de día se ven obligados a ascender hasta los copos de algodón mugroso que planean sobre nosotros durante este mes  teñido de gris para beneplácito de los exhaustos de la intensidad con la que el sol normalmente arremete contra nuestra geografía de cielo sin filtros.

5. Miras arriba y ves al cielo minado de nubarrones felices de saber que
en su interior, además de descargas eléctricas e hidrógeno y quién sabe qué otras cosas más con tanto ácido en el aire, sirven  para que todos los muertos salgan a pasear. Es por eso que si ahora mismo vas por la calle o si te asomas por la ventana de tu habitación o por tu balcón, y miras hacia el firmamento con atención, es posible que descubras entre las nubes grises y negras de noviembre el rostro insinuado de alguno de tus muertos, saludándote desde arriba antes de  esfumarse hasta el año próximo, cuando vuelva a celebrarse el aniversario de todos los muertos, y alcances a percibir nuevamente sus fisonomías en los contornos de la naturaleza; como su voz el susurro de la lluvia que por estos días cae intermitentemente sobre nosotros como sangre de una herida mortal.