Entre Otras Cosas… Por: Dario Arregoces Para variar nos encontramos aquí frente a otro episodio de la vida nacional, con ribetes de sainete, que ha generado opiniones variopintas. Se trata del examen médico, ordenado mediante ley de la República, al Vicepresidente, Angelino Garzón, quien en principio se rehusó pero, finalmente dio su consentimiento para la […]
Entre Otras Cosas…
Por: Dario Arregoces
Para variar nos encontramos aquí frente a otro episodio de la vida nacional, con ribetes de sainete, que ha generado opiniones variopintas. Se trata del examen médico, ordenado mediante ley de la República, al Vicepresidente, Angelino Garzón, quien en principio se rehusó pero, finalmente dio su consentimiento para la práctica del mismo. Dicha evaluación, correrá a cargo de una junta médica y tendrá por objeto, dar a conocer su verdadero estado de salud.
La situación ha cobrado una inusitada importancia, a raíz del cáncer de próstata del presidente Santos, y la Carta Política nos informa que el Vicepresidente, entrará a remplazar al presidente, por faltas temporales o absolutas, lo que no obsta para que pueda desempeñarse en misiones o encargos especiales, o en cualquier cargo de la rama ejecutiva, conferido por el primer mandatario.
Ahora bien, la Carta Política no dice nada acerca de sí el Vicepresidente debe gozar de cabal salud, antes de asumir la Presidencia, por lo que la discusión pasa al plano de lo hipotético. De antemano se sabe del accidente cerebrovascular padecido por Garzón, se sabe de su limitada motricidad y de su óptima recuperación. No obstante se desconoce sí estaría en condiciones de asumir la Presidencia, y es por ello que se designó la junta médica de marras. Y, suponiendo que el Vicepresidente, no estuviera en condiciones, ¿Qué pasaría? ¿Tendría que renunciar? ¿Habría que elegir a otra persona?
Pienso que el tratamiento que se le ha dado al Vicepresidente es indigno e inhumano y responde a desmesurados apetitos burocráticos, orquestados bajo la batuta del señor Roy Barreras Montealegre, personaje oscuro y de cuestionado proceder en el pasado, quien se ha dado a la tarea-con la complicidad del no menos cuestionado Congreso de la República-, de amargarle la vida al convaleciente Vicepresidente, cuyo único pecado fue el de integrar la fórmula presidencial, al lado de Juan Manuel Santos y hacerse elegir por abrumadora mayoría del pueblo colombiano.
Recuerdo que en el Atlántico el gobernador Nelson Polo Hernández, en ejercicio de sus funciones, sufrió una isquemia cerebral, y a pesar de ello, logró terminar su mandato, sin mayores contratiempos, y nadie propuso en aquel entonces la evaluación por parte de una junta médica ni nada parecido, igual podríamos decir del alcalde Petro, quien sigue al frente de la Alcaldía de Bogotá.
De otra parte, llama poderosamente la atención de quien esto escribe, que se haya preferido contar con los servicios de una junta médica, que no con el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, adscrito al Poder Judicial, que tiene entre otras, la misión de realizar evaluaciones psiquiátricas y psicológicas forenses, y dictaminar con toda idoneidad, la situación del paciente, aclarando que forense no viene de muerto, sino de los dictámenes que pueden ser usados como pruebas dentro del foro.
Pero como lo vengo sosteniendo, el trasfondo de todo esto, es el inconfesado deseo del señor Roy Barreras, de sacar al Vicepresidente, pasándole la factura de cobro por las veces que se mostró contrario al presidente Santos, en un siniestro y bien trazado plan B, pues como se recordará el plan inicial fracasó, y era hacerlo nombrar como Director de la O.I.T.
Como me gustaría que este capítulo tuviera como epílogo la frase de Juan Zorrilla en la obra: Don Juan Tenorio: “Los muertos que vos decís, gozan de cabal salud”.
[email protected]
Entre Otras Cosas… Por: Dario Arregoces Para variar nos encontramos aquí frente a otro episodio de la vida nacional, con ribetes de sainete, que ha generado opiniones variopintas. Se trata del examen médico, ordenado mediante ley de la República, al Vicepresidente, Angelino Garzón, quien en principio se rehusó pero, finalmente dio su consentimiento para la […]
Entre Otras Cosas…
Por: Dario Arregoces
Para variar nos encontramos aquí frente a otro episodio de la vida nacional, con ribetes de sainete, que ha generado opiniones variopintas. Se trata del examen médico, ordenado mediante ley de la República, al Vicepresidente, Angelino Garzón, quien en principio se rehusó pero, finalmente dio su consentimiento para la práctica del mismo. Dicha evaluación, correrá a cargo de una junta médica y tendrá por objeto, dar a conocer su verdadero estado de salud.
La situación ha cobrado una inusitada importancia, a raíz del cáncer de próstata del presidente Santos, y la Carta Política nos informa que el Vicepresidente, entrará a remplazar al presidente, por faltas temporales o absolutas, lo que no obsta para que pueda desempeñarse en misiones o encargos especiales, o en cualquier cargo de la rama ejecutiva, conferido por el primer mandatario.
Ahora bien, la Carta Política no dice nada acerca de sí el Vicepresidente debe gozar de cabal salud, antes de asumir la Presidencia, por lo que la discusión pasa al plano de lo hipotético. De antemano se sabe del accidente cerebrovascular padecido por Garzón, se sabe de su limitada motricidad y de su óptima recuperación. No obstante se desconoce sí estaría en condiciones de asumir la Presidencia, y es por ello que se designó la junta médica de marras. Y, suponiendo que el Vicepresidente, no estuviera en condiciones, ¿Qué pasaría? ¿Tendría que renunciar? ¿Habría que elegir a otra persona?
Pienso que el tratamiento que se le ha dado al Vicepresidente es indigno e inhumano y responde a desmesurados apetitos burocráticos, orquestados bajo la batuta del señor Roy Barreras Montealegre, personaje oscuro y de cuestionado proceder en el pasado, quien se ha dado a la tarea-con la complicidad del no menos cuestionado Congreso de la República-, de amargarle la vida al convaleciente Vicepresidente, cuyo único pecado fue el de integrar la fórmula presidencial, al lado de Juan Manuel Santos y hacerse elegir por abrumadora mayoría del pueblo colombiano.
Recuerdo que en el Atlántico el gobernador Nelson Polo Hernández, en ejercicio de sus funciones, sufrió una isquemia cerebral, y a pesar de ello, logró terminar su mandato, sin mayores contratiempos, y nadie propuso en aquel entonces la evaluación por parte de una junta médica ni nada parecido, igual podríamos decir del alcalde Petro, quien sigue al frente de la Alcaldía de Bogotá.
De otra parte, llama poderosamente la atención de quien esto escribe, que se haya preferido contar con los servicios de una junta médica, que no con el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, adscrito al Poder Judicial, que tiene entre otras, la misión de realizar evaluaciones psiquiátricas y psicológicas forenses, y dictaminar con toda idoneidad, la situación del paciente, aclarando que forense no viene de muerto, sino de los dictámenes que pueden ser usados como pruebas dentro del foro.
Pero como lo vengo sosteniendo, el trasfondo de todo esto, es el inconfesado deseo del señor Roy Barreras, de sacar al Vicepresidente, pasándole la factura de cobro por las veces que se mostró contrario al presidente Santos, en un siniestro y bien trazado plan B, pues como se recordará el plan inicial fracasó, y era hacerlo nombrar como Director de la O.I.T.
Como me gustaría que este capítulo tuviera como epílogo la frase de Juan Zorrilla en la obra: Don Juan Tenorio: “Los muertos que vos decís, gozan de cabal salud”.
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