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Columnista - 5 octubre, 2012

El aborto… ¿ a discreción?.

Por: Rodrigo López Barros A través de milenios, la anticoncepción y el aborto, han sido asuntos que los individuos y el Estado han considerado en su agenda, pues comprometen no sólo la vida privada sino también los asuntos públicos. Existe la opinión equivocada de que la oposición al aborto se hace por motivos religiosos, exclusivamente, […]

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Por: Rodrigo López Barros

A través de milenios, la anticoncepción y el aborto, han sido asuntos que los individuos y el Estado han considerado en su agenda, pues comprometen no sólo la vida privada sino también los asuntos públicos.

Existe la opinión equivocada de que la oposición al aborto se hace por motivos religiosos, exclusivamente, no. Es un tema de orden antropológico en general y de derecho fundamental a la vida, de estirpe civil; primero, derecho a nacer y luego, derecho a subsistir hasta el agotamiento natural de la existencia.

Lo que ocurre es que tratándose de una elección de consciencia entre el bien que es la vida y el mal, que es la supresión violenta de ésta, los hombres de religión, dimensión intrínseca al ser humano, tienen todo el derecho, como cualquier otro ciudadano,  de pronunciarse al respecto y actuar en consecuencia.

En las culturas paganas de la antigüedad, por ejemplo, el aborto se usaba unas veces, para regular el tamaño de la población, sus condiciones sociales y económicas; y otras, para ejercer discriminación abusiva, permitiendo el nacimiento solamente de varones y no de mujeres.Sin embargo, en algunas, cuando el aborto no era permitido, se penalizaba con el castigo del escarnio público y con el empalamiento. Con posterioridad a la era cristiana, el aborto ha sido penalizado mediante procedimientos judiciales específicos.

En los últimos tiempos, varios países, entre ellos Colombia, han despenalizado el aborto probándose la ocurrencia de tres casos específicos: Concepción derivada de la violación de la mujer, malformación del feto y en el evento de peligrar la salud o la vida de la madre.

Sucede que cuando se nos da la mano, deseamos el brazo completo. Ahora,una comisión de nuestro parlamento aboga por constitucionalizar la interrupción voluntaria del embarazo, estableciéndose una excepción al carácter inviolable de la vida. ¡Habrase visto!: ¡¿Excepción al carácter inviolable de la vida?! De excepción en excepción hasta el aborto ilimitado, solamente sería suficiente a la mujer su voluntad discrecional de abortar.

Al respecto, convendría preguntarse, pregunta que observo no se ha formulado antes, ¿qué ocurriría y qué derecho prevalecería en el caso de que el padre de la criatura resolviera oponerse a la práctica del aborto?.

¿Por qué subsiste la polémica? Porque algunas personas, inclusive organizadas institucionalmente, buscan volver licito lo que de suyo es ilícito, con el objeto de crear una norma legal que autorice el aborto. El arte del derecho positivo da para ello, pues según sus teóricos, una norma vale por si misma independientemente de su valor ético intrínseco. En fin, el pequeño tirano que llevamos dentro trata de justificar su idea del aborto, y por qué no, sus prejuicios.

Ahora bien, por la vía parlamentaria pareciera que no tendría fin la discusión entre las posturas, la de los que son partidarios del aborto y la de quienes lo rechazan. De todos modos, la interrupción de los embarazos por los casos autorizados, y las que vendrían por añadidura, constituyen una auténtica enfermedad social, que todos los estamentos deben ayudar a curar. El Estado, los particulares, las asociaciones de buena voluntad, verbigracia, los Centros de Asesoramiento al respecto,están en la obligación ética de enfrentar la cuestión de la defensa de la vida de los nascituros, pues verdadera y humanamente la solución no está en el aborto, sino en la solidaridad próvida. De este modo podemos renovar el misterio del amor, que es por donde pasa toda solución verdadera, aún por encima de las leyes, pues no hay que esperar mucho ni de la mayoría de los legisladores, ni de la mayoría de los magistrados, que ya han tomado su decisión proaborto. Qué triste es un aborto enterrado, una criatura que no llego a ver la luz.

[email protected]

Columnista
5 octubre, 2012

El aborto… ¿ a discreción?.

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodrigo López Barros

Por: Rodrigo López Barros A través de milenios, la anticoncepción y el aborto, han sido asuntos que los individuos y el Estado han considerado en su agenda, pues comprometen no sólo la vida privada sino también los asuntos públicos. Existe la opinión equivocada de que la oposición al aborto se hace por motivos religiosos, exclusivamente, […]


Por: Rodrigo López Barros

A través de milenios, la anticoncepción y el aborto, han sido asuntos que los individuos y el Estado han considerado en su agenda, pues comprometen no sólo la vida privada sino también los asuntos públicos.

Existe la opinión equivocada de que la oposición al aborto se hace por motivos religiosos, exclusivamente, no. Es un tema de orden antropológico en general y de derecho fundamental a la vida, de estirpe civil; primero, derecho a nacer y luego, derecho a subsistir hasta el agotamiento natural de la existencia.

Lo que ocurre es que tratándose de una elección de consciencia entre el bien que es la vida y el mal, que es la supresión violenta de ésta, los hombres de religión, dimensión intrínseca al ser humano, tienen todo el derecho, como cualquier otro ciudadano,  de pronunciarse al respecto y actuar en consecuencia.

En las culturas paganas de la antigüedad, por ejemplo, el aborto se usaba unas veces, para regular el tamaño de la población, sus condiciones sociales y económicas; y otras, para ejercer discriminación abusiva, permitiendo el nacimiento solamente de varones y no de mujeres.Sin embargo, en algunas, cuando el aborto no era permitido, se penalizaba con el castigo del escarnio público y con el empalamiento. Con posterioridad a la era cristiana, el aborto ha sido penalizado mediante procedimientos judiciales específicos.

En los últimos tiempos, varios países, entre ellos Colombia, han despenalizado el aborto probándose la ocurrencia de tres casos específicos: Concepción derivada de la violación de la mujer, malformación del feto y en el evento de peligrar la salud o la vida de la madre.

Sucede que cuando se nos da la mano, deseamos el brazo completo. Ahora,una comisión de nuestro parlamento aboga por constitucionalizar la interrupción voluntaria del embarazo, estableciéndose una excepción al carácter inviolable de la vida. ¡Habrase visto!: ¡¿Excepción al carácter inviolable de la vida?! De excepción en excepción hasta el aborto ilimitado, solamente sería suficiente a la mujer su voluntad discrecional de abortar.

Al respecto, convendría preguntarse, pregunta que observo no se ha formulado antes, ¿qué ocurriría y qué derecho prevalecería en el caso de que el padre de la criatura resolviera oponerse a la práctica del aborto?.

¿Por qué subsiste la polémica? Porque algunas personas, inclusive organizadas institucionalmente, buscan volver licito lo que de suyo es ilícito, con el objeto de crear una norma legal que autorice el aborto. El arte del derecho positivo da para ello, pues según sus teóricos, una norma vale por si misma independientemente de su valor ético intrínseco. En fin, el pequeño tirano que llevamos dentro trata de justificar su idea del aborto, y por qué no, sus prejuicios.

Ahora bien, por la vía parlamentaria pareciera que no tendría fin la discusión entre las posturas, la de los que son partidarios del aborto y la de quienes lo rechazan. De todos modos, la interrupción de los embarazos por los casos autorizados, y las que vendrían por añadidura, constituyen una auténtica enfermedad social, que todos los estamentos deben ayudar a curar. El Estado, los particulares, las asociaciones de buena voluntad, verbigracia, los Centros de Asesoramiento al respecto,están en la obligación ética de enfrentar la cuestión de la defensa de la vida de los nascituros, pues verdadera y humanamente la solución no está en el aborto, sino en la solidaridad próvida. De este modo podemos renovar el misterio del amor, que es por donde pasa toda solución verdadera, aún por encima de las leyes, pues no hay que esperar mucho ni de la mayoría de los legisladores, ni de la mayoría de los magistrados, que ya han tomado su decisión proaborto. Qué triste es un aborto enterrado, una criatura que no llego a ver la luz.

[email protected]