Por: Nurys Pardo Conrado Con gran complacencia se ha recibido la iniciativa de parte del gobierno nacional, encabezado por el señor Presidente Juan Manuel Santos, de darle continuidad a los diálogos en procura de conseguir la paz que necesitamos. Lo visto hasta la fecha nos da la certeza de que mientras estemos lejos de alcanzar […]
Por: Nurys Pardo Conrado
Con gran complacencia se ha recibido la iniciativa de parte del gobierno nacional, encabezado por el señor Presidente Juan Manuel Santos, de darle continuidad a los diálogos en procura de conseguir la paz que necesitamos. Lo visto hasta la fecha nos da la certeza de que mientras estemos lejos de alcanzar la reconciliación, difícil será también llegar al desarrollo social que merecemos.
Colombia sin lucha armada es un paraíso que muchos imaginamos, pero que en mínima cuantía unos cuantos son como una piedra en el zapato, para no hacerlo realidad.
Aquí en este propósito cabemos todos y no sobra nadie porque no hay persona, institución o establecimiento que no encuentre en los hechos violentos un obstáculo o la interrupción de su quereres o de las metas que se ha trazado, por no tener libertad para actuar, ni otras características indispensables. A buena hora los grupos alzados en armas han acogido con beneplácito la propuesta del premier mandatario y en el menor tiempo posible han esbozado su pensar que desde luego es importante para llegar a un acuerdo final.
Una guerra fratricida de más de cincuenta años no puede concretarse en un tiempo record, hay mucha tela que cortar, muchas voces que oír y demasiados casos que solucionar, para ello es menester que quienes componen las comisiones conozcan de los temas que se pondrán en concertaciones y con ello obtener la mejor propuesta y resultado, debemos despojarnos de las pretensiones personalistas o particulares, aquí debemos ganar todos para restablecer el orden que desde aquellas épocas nacieron del alma perturbada de quienes se creyeron los mesías y resultaron siendo los caines, procesos más complejos como los de Irlanda, Nicaragua, El Salvador, Sudáfrica, España y paremos de contar se han dado en donde fuerzas armadas y subversivos en un gesto altruista a buena hora terminaron con un abrazo pactando la paz para siempre, algo que debe cubrirnos a nosotros de optimismo, porque mientras se tenga esperanza la vida continua y nada se hace imposible.
Creo que el mejor triunfo para el gobierno que tenemos y de quien lo preside, sería dejarle al país una paz concertada, que la reconciliación reine para siempre aunque nos toque sacrificar felicidad y otros asuntos, de aquí debe resultar un país rediseñado en lo político, lo administrativo, lo moral y lo social, una Colombia nueva con un proceso de reingeniería mental para que nuestros hijos y descendientes en todo momento y a cualquier hora puedan gritar cesó la horrible noche.
Invito a todos los colombianos, sin distinción alguna, a ponerle fe y esperanzas al proceso de paz, que aunque esquiva en algunas ocasiones anteriores, hoy la tenemos a la vuelta de la esquina si nos lo proponemos, porque es la única opción de vivir en una patria donde lo tengamos todo y carezcamos de nada; sobre todo que ese centavito que le falta al peso es la falta de concordia entre uno y otro, solo por no estar de acuerdo en pocas cosas que a la hora de la verdad con un buen entendimiento lograríamos superarlo.
Apostémosle al proceso y que Dios sea nuestro mejor consejero para obtener los mejores dividendos.
[email protected]
Por: Nurys Pardo Conrado Con gran complacencia se ha recibido la iniciativa de parte del gobierno nacional, encabezado por el señor Presidente Juan Manuel Santos, de darle continuidad a los diálogos en procura de conseguir la paz que necesitamos. Lo visto hasta la fecha nos da la certeza de que mientras estemos lejos de alcanzar […]
Por: Nurys Pardo Conrado
Con gran complacencia se ha recibido la iniciativa de parte del gobierno nacional, encabezado por el señor Presidente Juan Manuel Santos, de darle continuidad a los diálogos en procura de conseguir la paz que necesitamos. Lo visto hasta la fecha nos da la certeza de que mientras estemos lejos de alcanzar la reconciliación, difícil será también llegar al desarrollo social que merecemos.
Colombia sin lucha armada es un paraíso que muchos imaginamos, pero que en mínima cuantía unos cuantos son como una piedra en el zapato, para no hacerlo realidad.
Aquí en este propósito cabemos todos y no sobra nadie porque no hay persona, institución o establecimiento que no encuentre en los hechos violentos un obstáculo o la interrupción de su quereres o de las metas que se ha trazado, por no tener libertad para actuar, ni otras características indispensables. A buena hora los grupos alzados en armas han acogido con beneplácito la propuesta del premier mandatario y en el menor tiempo posible han esbozado su pensar que desde luego es importante para llegar a un acuerdo final.
Una guerra fratricida de más de cincuenta años no puede concretarse en un tiempo record, hay mucha tela que cortar, muchas voces que oír y demasiados casos que solucionar, para ello es menester que quienes componen las comisiones conozcan de los temas que se pondrán en concertaciones y con ello obtener la mejor propuesta y resultado, debemos despojarnos de las pretensiones personalistas o particulares, aquí debemos ganar todos para restablecer el orden que desde aquellas épocas nacieron del alma perturbada de quienes se creyeron los mesías y resultaron siendo los caines, procesos más complejos como los de Irlanda, Nicaragua, El Salvador, Sudáfrica, España y paremos de contar se han dado en donde fuerzas armadas y subversivos en un gesto altruista a buena hora terminaron con un abrazo pactando la paz para siempre, algo que debe cubrirnos a nosotros de optimismo, porque mientras se tenga esperanza la vida continua y nada se hace imposible.
Creo que el mejor triunfo para el gobierno que tenemos y de quien lo preside, sería dejarle al país una paz concertada, que la reconciliación reine para siempre aunque nos toque sacrificar felicidad y otros asuntos, de aquí debe resultar un país rediseñado en lo político, lo administrativo, lo moral y lo social, una Colombia nueva con un proceso de reingeniería mental para que nuestros hijos y descendientes en todo momento y a cualquier hora puedan gritar cesó la horrible noche.
Invito a todos los colombianos, sin distinción alguna, a ponerle fe y esperanzas al proceso de paz, que aunque esquiva en algunas ocasiones anteriores, hoy la tenemos a la vuelta de la esquina si nos lo proponemos, porque es la única opción de vivir en una patria donde lo tengamos todo y carezcamos de nada; sobre todo que ese centavito que le falta al peso es la falta de concordia entre uno y otro, solo por no estar de acuerdo en pocas cosas que a la hora de la verdad con un buen entendimiento lograríamos superarlo.
Apostémosle al proceso y que Dios sea nuestro mejor consejero para obtener los mejores dividendos.
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