“…Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido” Génesis 32:28 Por: Valerio Mejía Araujo. Lograr la victoria en la lucha diaria por la vida es una cosa bien difícil de conseguir. La lucha diaria que tenemos que dar por mantener la mansedumbre y ecuanimidad […]
“…Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido”
Génesis 32:28
Por: Valerio Mejía Araujo.
Lograr la victoria en la lucha diaria por la vida es una cosa bien difícil de conseguir. La lucha diaria que tenemos que dar por mantener la mansedumbre y ecuanimidad que necesitamos para enfrentar las situaciones de la vida, nos produce un desgaste acelerado e innecesario. Esa lucha por hallar el espacio para el crecimiento y la victoria espiritual es una verdadera lucha por la vida misma.
La mayoría de personas a nuestro alrededor, no saben cuánto nos cuesta hacer lo que hacemos. Nos ven alegres y sonrientes cada día, pero no saben lo que nos ha costado levantarnos y prepararnos para enfrentar con éxito total o relativo las tareas del día. Eso, sin contar con el agotamiento que producen las penas familiares, las decisiones diarias y los dilemas morales y prácticos imponderables.
La mayoría de nosotros no somos como esas puertas abatibles que sin importar desde donde las empujen, siempre regresan a la posición original. Nuestro espíritu y estructura emocional no se reponen a la carrera, necesitamos un tiempo de quietud y reposo cada día para recomponer las partes averiadas de nuestro ego.
El comienzo del activismo e improductividad, del correr de un lado para otro sin resultados reales y medibles es la consecuencia de una accionar desenfrenado sin tiempos de reposo y descanso para volver a recargar baterías emocionales y espirituales.
Descontando la función o el papel que debemos desempeñar en la vida, todos tenemos una gran presión sobre nosotros y es la de ser productivos y exitosos. Todos, sin excepción, luchamos por lograrlo. Sin embargo, creo que lo que el mundo necesita es gente más feliz consigo mismo, personas que sientan el peso y la gloria de la realidad eterna. Personas que incluso en las aulas, las fabricas o las oficinas, porten en sus almas tal sentido de Dios, que provean con su sola presencia, una orientación nueva que muestre la senda conducente hacia el Dios infinito.
Queridos amigos lectores, por nuestra propia alma, por la seguridad de nuestras familias y por la vida de nuestra comunidad, luchemos por dedicar un tiempo diario de alimento espiritual que sea refrigerio para nuestras almas. Si queremos permanecer con vida ante lo que es eterno, grandioso, glorioso, sublime y hermoso, tendremos que luchar por dedicar un tiempo diario y específico para estar en la presencia de Dios, abrevándonos de su palabra y sabiduría.
El evangelista Marcos, registra que Jesús se levantaba muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salía y se iba a un lugar solitario y allí oraba. Este era entonces el secreto del Maestro: ¡Comenzaba el día en oración, quietud y meditación en la presencia del Padre! Por eso de cara a la adversidad y las pruebas siempre salía victorioso.
Hoy quiero motivar a cada lector creyente a que adquiera la disciplina de pasar un tiempo a solas con Dios cada día. Tiempo en que la biblia, la oración y la meditación se conviertan en sus mejores herramientas para adquirir paz interior y luchar así por mantener la calma que se necesita en medio de las tormentas. Tiempo para luchar en la soledad de nuestro corazón, abriendo el espacio para que Dios pueda tratar nuestra alma trayendo así tranquilidad, calma, consuelo, aliento, sanidad y restauración. El evangelista Mateo advierte que si oramos a nuestro padre en secreto, él nos recompensará.
¿Es una lucha? ¡Sí! Las interrupciones, la pereza y las distracciones mentales son los grandes enemigos que nos roban la concentración y frustran los resultados de la disciplina.
Amados, los invito a permanecer de rodillas ante nuestro Dios; y siendo conscientes de los inminentes peligros que nos rodean, permanezcamos con el alma viva, luchando por mantener fluyendo la vida dentro de nosotros, avivando cada día la llama de la pasión por su causa.
¡Luchemos por nuestras vidas! ¡Peleemos por nuestras mañanas! ¡Protejamos esas horas que dan vida!
¡Presentémonos ante el Señor cada día para retomar fuerzas y continuar avanzando por el sinuoso camino de la vida!.
Oremos: “Querido Dios, ayúdame a buscarte con devoción cada día para ser un vencedor frente a las circunstancias de la vida. Gracias por tu amor. Amén”
Recuerda: Si quieres ser un vencedor, lucha por encontrarte con Dios cada día.
Saludos y muchas bendiciones…
“…Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido” Génesis 32:28 Por: Valerio Mejía Araujo. Lograr la victoria en la lucha diaria por la vida es una cosa bien difícil de conseguir. La lucha diaria que tenemos que dar por mantener la mansedumbre y ecuanimidad […]
“…Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido”
Génesis 32:28
Por: Valerio Mejía Araujo.
Lograr la victoria en la lucha diaria por la vida es una cosa bien difícil de conseguir. La lucha diaria que tenemos que dar por mantener la mansedumbre y ecuanimidad que necesitamos para enfrentar las situaciones de la vida, nos produce un desgaste acelerado e innecesario. Esa lucha por hallar el espacio para el crecimiento y la victoria espiritual es una verdadera lucha por la vida misma.
La mayoría de personas a nuestro alrededor, no saben cuánto nos cuesta hacer lo que hacemos. Nos ven alegres y sonrientes cada día, pero no saben lo que nos ha costado levantarnos y prepararnos para enfrentar con éxito total o relativo las tareas del día. Eso, sin contar con el agotamiento que producen las penas familiares, las decisiones diarias y los dilemas morales y prácticos imponderables.
La mayoría de nosotros no somos como esas puertas abatibles que sin importar desde donde las empujen, siempre regresan a la posición original. Nuestro espíritu y estructura emocional no se reponen a la carrera, necesitamos un tiempo de quietud y reposo cada día para recomponer las partes averiadas de nuestro ego.
El comienzo del activismo e improductividad, del correr de un lado para otro sin resultados reales y medibles es la consecuencia de una accionar desenfrenado sin tiempos de reposo y descanso para volver a recargar baterías emocionales y espirituales.
Descontando la función o el papel que debemos desempeñar en la vida, todos tenemos una gran presión sobre nosotros y es la de ser productivos y exitosos. Todos, sin excepción, luchamos por lograrlo. Sin embargo, creo que lo que el mundo necesita es gente más feliz consigo mismo, personas que sientan el peso y la gloria de la realidad eterna. Personas que incluso en las aulas, las fabricas o las oficinas, porten en sus almas tal sentido de Dios, que provean con su sola presencia, una orientación nueva que muestre la senda conducente hacia el Dios infinito.
Queridos amigos lectores, por nuestra propia alma, por la seguridad de nuestras familias y por la vida de nuestra comunidad, luchemos por dedicar un tiempo diario de alimento espiritual que sea refrigerio para nuestras almas. Si queremos permanecer con vida ante lo que es eterno, grandioso, glorioso, sublime y hermoso, tendremos que luchar por dedicar un tiempo diario y específico para estar en la presencia de Dios, abrevándonos de su palabra y sabiduría.
El evangelista Marcos, registra que Jesús se levantaba muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salía y se iba a un lugar solitario y allí oraba. Este era entonces el secreto del Maestro: ¡Comenzaba el día en oración, quietud y meditación en la presencia del Padre! Por eso de cara a la adversidad y las pruebas siempre salía victorioso.
Hoy quiero motivar a cada lector creyente a que adquiera la disciplina de pasar un tiempo a solas con Dios cada día. Tiempo en que la biblia, la oración y la meditación se conviertan en sus mejores herramientas para adquirir paz interior y luchar así por mantener la calma que se necesita en medio de las tormentas. Tiempo para luchar en la soledad de nuestro corazón, abriendo el espacio para que Dios pueda tratar nuestra alma trayendo así tranquilidad, calma, consuelo, aliento, sanidad y restauración. El evangelista Mateo advierte que si oramos a nuestro padre en secreto, él nos recompensará.
¿Es una lucha? ¡Sí! Las interrupciones, la pereza y las distracciones mentales son los grandes enemigos que nos roban la concentración y frustran los resultados de la disciplina.
Amados, los invito a permanecer de rodillas ante nuestro Dios; y siendo conscientes de los inminentes peligros que nos rodean, permanezcamos con el alma viva, luchando por mantener fluyendo la vida dentro de nosotros, avivando cada día la llama de la pasión por su causa.
¡Luchemos por nuestras vidas! ¡Peleemos por nuestras mañanas! ¡Protejamos esas horas que dan vida!
¡Presentémonos ante el Señor cada día para retomar fuerzas y continuar avanzando por el sinuoso camino de la vida!.
Oremos: “Querido Dios, ayúdame a buscarte con devoción cada día para ser un vencedor frente a las circunstancias de la vida. Gracias por tu amor. Amén”
Recuerda: Si quieres ser un vencedor, lucha por encontrarte con Dios cada día.
Saludos y muchas bendiciones…