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Columnista - 13 junio, 2010

P E R I S C O P I O

Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ Nunca fuimos muy partidarios del Frente Nacional; pero no pude ni puedo negar las buenas intenciones de los protagonistas de su creación, Alberto Lleras y Laureano Gómez, ante la situación que vivía el país al final de la década de los 50 cuando quien lo salvó el 13 de junio del […]

Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ


Nunca fuimos muy partidarios del Frente Nacional; pero no pude ni puedo negar las buenas intenciones de los protagonistas de su creación, Alberto Lleras y Laureano Gómez, ante la situación que vivía el país al final de la década de los 50 cuando quien lo salvó el 13 de junio del 53, se había convertido también en otro dolor de cabeza para las instituciones.
El Frente anuló la lucha política, anestesió la razón y las ansias de progreso y aumentó la ambición de los políticos de ambos partidos que, hermanados, se repartieron los dineros del pueblo, así como se repartieron la burocracia: al milímetro. La corrupción hizo su aparición en el país a todos los niveles y ha ido in crescendo hasta llegar hoy a cotas impensables.
Los políticos, sin merecérselo, obtuvieron categoría de intocables por lo que jamás se preocuparon por el incremento de los subversivos que también crecieron con la misma ambición de los políticos y tuvieron sus buenos cuartos de hora, también como intocables y productos de exportación ya que de todas partes venían personajes a conocerlos y a escucharlos.
Hoy, nuevamente, se quiere revivir ese Frente Nacional, lo está proponiendo el señor Santos, candidato de la U a la presidencia, pero en su proposición no se traslucen las buenas intenciones de que hablamos al principio sino que se ve a las claras que el hombre lo que quiere son los votos de todos. Por otro lado, aunque ha llamado a varios partidos a que lo acompañen, ya se han publicado los nombres de sus colaboradores en los ministerios, todos de la U, es decir, que quienes lo acompañen será por el honor y el gusto de estar a su lado. Además, no ha aclarado, ni aclarará, a qué partido le corresponde la alternabilidad dentro de cuatro años para la presidencia y no lo hace porque si gana, él querrá repetir.
Este ejercicio lo hacemos sólo para demostrar que el ofrecimiento lleva como única finalidad la captación de los votos, para lo cual han utilizado, como los subversivos, todas las formas de lucha: el encantamiento, la propaganda oficial presidencial, el desplazamiento de todos los jefes centrales de entidades oficiales desde Bogotá a las provincias para amarrar los votos so pena de destitución, a los beneficiarios de Acción Social con la amenaza que perderán la ayuda si no votan por Santos, en fin, de la compra de votos ni hablemos; pero, digo yo, cuando Ud. va a marcar el tarjetón, quién lo vigila? Nadie, ¿cierto? ¿Y entonces?
El presidente Uribe, que en dos meses se va, se ha convertido en éstos ocho años, en el primer subversivo del país; sí, digo bien, es el primer subversivo del país porque está en contra de todas las providencias que dicta la Justicia colombiana, bien sean emanadas de algún Juzgado o especialmente de las Altas Cortes. Y entonces, uno, ignaro en la materia, se pregunta: por qué el presidente no acata sino que ataca las providencias de la Justicia?. Por qué no le gustan las decisiones de esas entidades?, será porque están mal hechas, mal concebidas, tienen errores garrafales?, qué será lo que quiere Uribe? O simplemente no le gustan porque no le gustan? Si es así, el asunto es peligroso, porque entonces lo que quiere es que las cortes fallen según su gusto y  ésto es peligroso, muy peligroso; será que Uribe, siendo abogado desconoce lo de la separación de los tres poderes o será que sabiéndolo, quiere ejercerlos él mismo, los tres?
En artículo pasado dijimos que Uribe, como abogado debía apoderar a sus amigos condenados o por condenar, pero he visto que al hombre le falta criterio jurídico, lo mismo que a su clon, Uribito; ambos han dicho que al Coronel Plazas lo han condenado por defender la democracia y eso no es así. Al Coronel lo condenan, según he leído y oído por los medios, por no responder por la vida y por los cuerpos desaparecidos de once colombianos que salieron con vida del Palacio de Justicia, el día de la conflagración y fueron escoltados por efectivos del Ejército Nacional cuyo Comandante ahí y en ese momento, era el Coronel Plazas.
Y claro que estamos de acuerdo en que se avive la investigación de lo que pasó siguiendo la cadena de mando hasta llegar a lo más alto, como se hace en los países civilizados; mientras que aquí se quedan enredados en los de abajo, que son los paganos de todo. No sé, por ejemplo, de qué le sirve a un detective del DAS saber lo que hace un magistrado, un político, un periodista o un dirigente sindical. De nada, a quien le podría servir sería al jefe de todos, que está en lo más alto; ya sé que en esto estamos de acuerdo, pero la mayoría se lo calla. Sigue el miedo. ¿Hasta cuándo?.

Columnista
13 junio, 2010

P E R I S C O P I O

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jaime Gnecco Hernandez

Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ Nunca fuimos muy partidarios del Frente Nacional; pero no pude ni puedo negar las buenas intenciones de los protagonistas de su creación, Alberto Lleras y Laureano Gómez, ante la situación que vivía el país al final de la década de los 50 cuando quien lo salvó el 13 de junio del […]


Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ


Nunca fuimos muy partidarios del Frente Nacional; pero no pude ni puedo negar las buenas intenciones de los protagonistas de su creación, Alberto Lleras y Laureano Gómez, ante la situación que vivía el país al final de la década de los 50 cuando quien lo salvó el 13 de junio del 53, se había convertido también en otro dolor de cabeza para las instituciones.
El Frente anuló la lucha política, anestesió la razón y las ansias de progreso y aumentó la ambición de los políticos de ambos partidos que, hermanados, se repartieron los dineros del pueblo, así como se repartieron la burocracia: al milímetro. La corrupción hizo su aparición en el país a todos los niveles y ha ido in crescendo hasta llegar hoy a cotas impensables.
Los políticos, sin merecérselo, obtuvieron categoría de intocables por lo que jamás se preocuparon por el incremento de los subversivos que también crecieron con la misma ambición de los políticos y tuvieron sus buenos cuartos de hora, también como intocables y productos de exportación ya que de todas partes venían personajes a conocerlos y a escucharlos.
Hoy, nuevamente, se quiere revivir ese Frente Nacional, lo está proponiendo el señor Santos, candidato de la U a la presidencia, pero en su proposición no se traslucen las buenas intenciones de que hablamos al principio sino que se ve a las claras que el hombre lo que quiere son los votos de todos. Por otro lado, aunque ha llamado a varios partidos a que lo acompañen, ya se han publicado los nombres de sus colaboradores en los ministerios, todos de la U, es decir, que quienes lo acompañen será por el honor y el gusto de estar a su lado. Además, no ha aclarado, ni aclarará, a qué partido le corresponde la alternabilidad dentro de cuatro años para la presidencia y no lo hace porque si gana, él querrá repetir.
Este ejercicio lo hacemos sólo para demostrar que el ofrecimiento lleva como única finalidad la captación de los votos, para lo cual han utilizado, como los subversivos, todas las formas de lucha: el encantamiento, la propaganda oficial presidencial, el desplazamiento de todos los jefes centrales de entidades oficiales desde Bogotá a las provincias para amarrar los votos so pena de destitución, a los beneficiarios de Acción Social con la amenaza que perderán la ayuda si no votan por Santos, en fin, de la compra de votos ni hablemos; pero, digo yo, cuando Ud. va a marcar el tarjetón, quién lo vigila? Nadie, ¿cierto? ¿Y entonces?
El presidente Uribe, que en dos meses se va, se ha convertido en éstos ocho años, en el primer subversivo del país; sí, digo bien, es el primer subversivo del país porque está en contra de todas las providencias que dicta la Justicia colombiana, bien sean emanadas de algún Juzgado o especialmente de las Altas Cortes. Y entonces, uno, ignaro en la materia, se pregunta: por qué el presidente no acata sino que ataca las providencias de la Justicia?. Por qué no le gustan las decisiones de esas entidades?, será porque están mal hechas, mal concebidas, tienen errores garrafales?, qué será lo que quiere Uribe? O simplemente no le gustan porque no le gustan? Si es así, el asunto es peligroso, porque entonces lo que quiere es que las cortes fallen según su gusto y  ésto es peligroso, muy peligroso; será que Uribe, siendo abogado desconoce lo de la separación de los tres poderes o será que sabiéndolo, quiere ejercerlos él mismo, los tres?
En artículo pasado dijimos que Uribe, como abogado debía apoderar a sus amigos condenados o por condenar, pero he visto que al hombre le falta criterio jurídico, lo mismo que a su clon, Uribito; ambos han dicho que al Coronel Plazas lo han condenado por defender la democracia y eso no es así. Al Coronel lo condenan, según he leído y oído por los medios, por no responder por la vida y por los cuerpos desaparecidos de once colombianos que salieron con vida del Palacio de Justicia, el día de la conflagración y fueron escoltados por efectivos del Ejército Nacional cuyo Comandante ahí y en ese momento, era el Coronel Plazas.
Y claro que estamos de acuerdo en que se avive la investigación de lo que pasó siguiendo la cadena de mando hasta llegar a lo más alto, como se hace en los países civilizados; mientras que aquí se quedan enredados en los de abajo, que son los paganos de todo. No sé, por ejemplo, de qué le sirve a un detective del DAS saber lo que hace un magistrado, un político, un periodista o un dirigente sindical. De nada, a quien le podría servir sería al jefe de todos, que está en lo más alto; ya sé que en esto estamos de acuerdo, pero la mayoría se lo calla. Sigue el miedo. ¿Hasta cuándo?.